/ viernes 22 de octubre de 2021

Humanitas. Arte y pasión


El robo más famoso de objetos artísticos y culturales en México, se llevó a cabo la madrugada del 25 de diciembre de 1985 en el Museo Nacional de Antropología del Bosque de Chapultepec. Luego de que los guardias estaban en plena celebración navideña los ladrones lograron sustraer 140 piezas arqueológicas. Los rateros permanecieron tres horas en el interior del museo seleccionando las piezas. Se calcula que ingresaron a la 1:00 de la mañana y salieron a las 4:00 a.m. con el valioso botín saltando la reja que da a la avenida Reforma.

El hurto fue reconocido hasta las 8 de la mañana de ese 25 de diciembre, los guardias que debían custodiar las piezas, habían celebrado la Noche Buena bebiendo y durmiendo cómodamente mientras los ladrones sustraían nuestro patrimonio cultural.

La policía mexicana a través de la PGR, inmediatamente construyó una línea de investigación que suponía que el robo había sido planeado y ejecutado por una banda internacional de ladrones de arte y que las obras ya no se encontraban en territorio nacional. Se dio aviso a Interpol para que en más de 158 países apareciera la ficha sobre el robo. Todos los interrogatorios al personal del museo, y los viajes alrededor del mundo de agentes y funcionarios, investigaciones especiales, pago a presuntos delatores, y hasta una recompensa de 50 millones de pesos resulto un fiasco.

Los policías nunca imaginaron que los ladrones fueran dos jovenzuelos, ambos mediocres estudiantes de veterinaria, Carlos Perches y Ramón Sardina, los que planearon el llamado “Robo del siglo” que escaparon en un “volcho” con el valioso botín en una bolsa de lona, para guardarlo en el closet de la casa sus papás en una colonia del Estado de México.

Las piezas sustraídas pertenecían a las colecciones de las salas de la colección Maya, la Mexica y Oaxaca. Destacan la ofrenda de la tumba de Palenque, la máscara de jade del señor Pakal el grande, descubierta en 1952 por el arqueólogo Alberto Ruz; las piezas de oro de la sala mixteca; la máscara zapoteca del dios murciélago y la escultura mexica de un mono.

Lo usual en ese tiempo era que a todo maleante que detenía la policía federal, se le acusaba de haber robado el museo, y con las prácticas de tortura que se acostumbraban en México, alguien podría confesar el delito. La captura se llevó a cabo en 1989, cuatro años despúes un narcotraficante delató a Carlos Perches y la maquinaria policial lo detuvo a él y a varios cómplices logrando recuperar la mayoría de las piezas. Se sabe que el otro ladrón Ramón Sardina, huyo con 7 piezas y hasta la fecha no se sabe su paradero.

La noticia se dio el 12 de junio de aquel año 1989 donde los encabezados de toda la prensa nacional anunciaban la recuperación de las piezas robadas al museo. El presidente de México ya Carlos Salinas De Gortari.

A partir de entonces las prácticas y protocolos de seguridad en los museos en nuestro país se renovaron, se profesionalizaron y modernizaron. Lo mismo ocurrió con la catalogación de las colecciones, sabemos ahora que el expediente que se envió a Interpol no contenía fotografías de todas las piezas e incluso la descripción de las joyas en algunos casos era confusa.

Esta historia en la que participaron dos jóvenes estudiantes sin ningún antecedente en robo de obras de arte (uno fue asesinado y el otro sigue prófugo) en la que se arrestaron narcotraficantes del puerto de Acapulco y una reconocida vedette de la época, podría haber sido escrita por algún escritor del boom latinoamericano.


bobiglez@gmail.com


El robo más famoso de objetos artísticos y culturales en México, se llevó a cabo la madrugada del 25 de diciembre de 1985 en el Museo Nacional de Antropología del Bosque de Chapultepec. Luego de que los guardias estaban en plena celebración navideña los ladrones lograron sustraer 140 piezas arqueológicas. Los rateros permanecieron tres horas en el interior del museo seleccionando las piezas. Se calcula que ingresaron a la 1:00 de la mañana y salieron a las 4:00 a.m. con el valioso botín saltando la reja que da a la avenida Reforma.

El hurto fue reconocido hasta las 8 de la mañana de ese 25 de diciembre, los guardias que debían custodiar las piezas, habían celebrado la Noche Buena bebiendo y durmiendo cómodamente mientras los ladrones sustraían nuestro patrimonio cultural.

La policía mexicana a través de la PGR, inmediatamente construyó una línea de investigación que suponía que el robo había sido planeado y ejecutado por una banda internacional de ladrones de arte y que las obras ya no se encontraban en territorio nacional. Se dio aviso a Interpol para que en más de 158 países apareciera la ficha sobre el robo. Todos los interrogatorios al personal del museo, y los viajes alrededor del mundo de agentes y funcionarios, investigaciones especiales, pago a presuntos delatores, y hasta una recompensa de 50 millones de pesos resulto un fiasco.

Los policías nunca imaginaron que los ladrones fueran dos jovenzuelos, ambos mediocres estudiantes de veterinaria, Carlos Perches y Ramón Sardina, los que planearon el llamado “Robo del siglo” que escaparon en un “volcho” con el valioso botín en una bolsa de lona, para guardarlo en el closet de la casa sus papás en una colonia del Estado de México.

Las piezas sustraídas pertenecían a las colecciones de las salas de la colección Maya, la Mexica y Oaxaca. Destacan la ofrenda de la tumba de Palenque, la máscara de jade del señor Pakal el grande, descubierta en 1952 por el arqueólogo Alberto Ruz; las piezas de oro de la sala mixteca; la máscara zapoteca del dios murciélago y la escultura mexica de un mono.

Lo usual en ese tiempo era que a todo maleante que detenía la policía federal, se le acusaba de haber robado el museo, y con las prácticas de tortura que se acostumbraban en México, alguien podría confesar el delito. La captura se llevó a cabo en 1989, cuatro años despúes un narcotraficante delató a Carlos Perches y la maquinaria policial lo detuvo a él y a varios cómplices logrando recuperar la mayoría de las piezas. Se sabe que el otro ladrón Ramón Sardina, huyo con 7 piezas y hasta la fecha no se sabe su paradero.

La noticia se dio el 12 de junio de aquel año 1989 donde los encabezados de toda la prensa nacional anunciaban la recuperación de las piezas robadas al museo. El presidente de México ya Carlos Salinas De Gortari.

A partir de entonces las prácticas y protocolos de seguridad en los museos en nuestro país se renovaron, se profesionalizaron y modernizaron. Lo mismo ocurrió con la catalogación de las colecciones, sabemos ahora que el expediente que se envió a Interpol no contenía fotografías de todas las piezas e incluso la descripción de las joyas en algunos casos era confusa.

Esta historia en la que participaron dos jóvenes estudiantes sin ningún antecedente en robo de obras de arte (uno fue asesinado y el otro sigue prófugo) en la que se arrestaron narcotraficantes del puerto de Acapulco y una reconocida vedette de la época, podría haber sido escrita por algún escritor del boom latinoamericano.


bobiglez@gmail.com