/ sábado 2 de julio de 2022

Lo que no nos define | ¿Conciencia o violencia?


El multicitado escritor austriaco Stefan Zweig es autor de Castellio contra Calvino: Conciencia contra violencia, texto en el cual construye un planteamiento a favor de la libertad y la tolerancia. Uno de los ejes de dicha obra es Sebastián Castellio, personaje que contrastó y refutó las ideas de Juan Calvino en el contexto de la Reforma protestante —particularmente en lo que respecta a la ejecución del médico Miguel Servet en Ginebra—. “Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito [...] La conciencia es libre”, declaró.

En este sentido, es preciso señalar que determinadas causas que aparentan ser nobles tienden a adoptar tintes autoritarios detonando un clima de violencia. Todo ello cobra sentido hoy en día, ya que recientemente hemos observado varios fenómenos de violencia generalizada, no sólo a nivel nacional sino en el plano internacional; baste mencionar los tiroteos masivos en Estados Unidos, las tensiones derivadas de la invasión rusa en Ucrania o los hechos trágicos en San Antonio, Texas, donde fueron hallados los cuerpos de 53 migrantes asfixiados —en condiciones inhumanas— al interior de la caja de un tráiler abandonado.

Por otro lado, como una medida disruptiva ante un panorama de violencia creciente, el PRI anunció que presentará una iniciativa para reformar la normativa en materia de armas a fin de facilitar a los ciudadanos el acceso a éstas, cuando lo que México ha demandado es un control efectivo —por ejemplo, mediante el establecimiento de juicios contra las armerías—. Indudablemente, este debate nos debe convocar a un proceso de reflexión sobre cómo dirimimos nuestras disputas.

Aquí es oportuno hacer referencia a las epístolas que se intercambiaron Albert Einstein y Sigmund Freud sobre cómo sortear la amenaza de la guerra. La paz recurre a la conciencia, las instituciones y el Estado de derecho; éste último es un rubro que ha sufrido un deterioro de manera paulatina. La violencia en sus tres manifestaciones —autoinfligida, interpersonal y colectiva— lo que propicia es una sociedad trastornada.

Poner armas de fuego en manos de gente bajo situaciones de estrés —en medio de un entorno convulso, caracterizado por la pandemia, un escenario de recesión económica y problemas de salud mental, donde los individuos resuelven sus diferencias a través de violencia física, verbal y psicológica de forma directa o anónima—, es darle la espalda a la conciencia. Las grandes inquietudes de figuras como Castellio, Einstein y Freud constituyen una advertencia sobre los efectos nocivos de violencia. Es momento de apelar a sus ideales y autoconcientizarnos.

¿Será la conciencia, y no la violencia, lo que no nos define?


  • Consultor y profesor universitario
  • Twitter: Petaco10marina
  • Facebook: Petaco Diez Marina
  • Instagram: Petaco10marina



El multicitado escritor austriaco Stefan Zweig es autor de Castellio contra Calvino: Conciencia contra violencia, texto en el cual construye un planteamiento a favor de la libertad y la tolerancia. Uno de los ejes de dicha obra es Sebastián Castellio, personaje que contrastó y refutó las ideas de Juan Calvino en el contexto de la Reforma protestante —particularmente en lo que respecta a la ejecución del médico Miguel Servet en Ginebra—. “Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no puede ser nunca un delito [...] La conciencia es libre”, declaró.

En este sentido, es preciso señalar que determinadas causas que aparentan ser nobles tienden a adoptar tintes autoritarios detonando un clima de violencia. Todo ello cobra sentido hoy en día, ya que recientemente hemos observado varios fenómenos de violencia generalizada, no sólo a nivel nacional sino en el plano internacional; baste mencionar los tiroteos masivos en Estados Unidos, las tensiones derivadas de la invasión rusa en Ucrania o los hechos trágicos en San Antonio, Texas, donde fueron hallados los cuerpos de 53 migrantes asfixiados —en condiciones inhumanas— al interior de la caja de un tráiler abandonado.

Por otro lado, como una medida disruptiva ante un panorama de violencia creciente, el PRI anunció que presentará una iniciativa para reformar la normativa en materia de armas a fin de facilitar a los ciudadanos el acceso a éstas, cuando lo que México ha demandado es un control efectivo —por ejemplo, mediante el establecimiento de juicios contra las armerías—. Indudablemente, este debate nos debe convocar a un proceso de reflexión sobre cómo dirimimos nuestras disputas.

Aquí es oportuno hacer referencia a las epístolas que se intercambiaron Albert Einstein y Sigmund Freud sobre cómo sortear la amenaza de la guerra. La paz recurre a la conciencia, las instituciones y el Estado de derecho; éste último es un rubro que ha sufrido un deterioro de manera paulatina. La violencia en sus tres manifestaciones —autoinfligida, interpersonal y colectiva— lo que propicia es una sociedad trastornada.

Poner armas de fuego en manos de gente bajo situaciones de estrés —en medio de un entorno convulso, caracterizado por la pandemia, un escenario de recesión económica y problemas de salud mental, donde los individuos resuelven sus diferencias a través de violencia física, verbal y psicológica de forma directa o anónima—, es darle la espalda a la conciencia. Las grandes inquietudes de figuras como Castellio, Einstein y Freud constituyen una advertencia sobre los efectos nocivos de violencia. Es momento de apelar a sus ideales y autoconcientizarnos.

¿Será la conciencia, y no la violencia, lo que no nos define?


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