/ sábado 24 de abril de 2021

Lo que no nos define | De los inventos y la salida de lo político

La antropología evolutiva nos enseña que existen posturas que pregonan de cómo fuimos trazando nuestro camino, transformando y dominando la tierra como tal. Generamos el lenguaje para cooperar; el mito para contarnos historias, apelar a las enseñanzas y a una forma de interpretar las cosas que supuestamente aprendimos a entender. A las religiones -con todo respeto- para encontrar una explicación y un vínculo de unión con nuestras circunstancias y respuestas sobre lo que vendrá después de lo inevitable, la muerte. A la filosofía para enredarnos y crecer en explicaciones de lo que somos y a lo que no pertenecemos. Encontramos herramientas para seguir expandiéndonos como especie. Contamos historias, las perdimos, las reconstruimos y las reinventamos. Así polinizamos el trazo de nuestra especie en el planeta y ahora más allá de él.

Inventamos el dinero como un medio de confianza para trazar las rutas del crecimiento a través del comercio. A la ciencia para separar la mística de lo comprobable. A las matemáticas para edificar y entender el poder del pensamiento abstracto. Inventamos la propiedad privada, el patrimonio y el capital para apelar a muchas cosas, entre otras las condiciones humanas que abren las brechas de desigualdad o generación de incentivos para cubrir con nuestra vida el tiempo que ocupamos en ella.

Dejamos la poligamia para unir y generar líneas manifiestas de destino y legado. Inventamos el amor porque alguna vez sentimos frío y para que fuera una forma de cubrir el interés y construir la narrativa del destino de vida a través de la unión romántica. Inventamos el divorcio para abrir e institucionalizar las ventanas del desapego.

Inventamos el arte como una forma de expresar más allá nuestros sentimientos. La ideología para generar sentidos de pertenencia a todo un trazo de vida; distinguirnos de los demás que no piensan como uno. A la utopía para creer que las cosas pueden ir aún mejor. La nostalgia para respirar el aroma de los dolores existenciales y las artes para externalizar la licuadora de sentimientos.

¿Y a la Política? ¿Para dominar, acordar y organizar? ¿Para todo y nada?

La Política es una condición de hecho de las relaciones humanas. Nace de las formas de cooperación y se acopla a las funciones que nosotros le demos en la forma en la que nos relacionamos como personas, núcleos, familias, vecinos, ciudades, naciones, etc.

Desde que existen dolidos, existe el desprestigio. Desde que hay olvidados, existe el resentimiento. Desde que las cosas no salen como uno lo espera, existe la frustración.

Hoy en día el gran desprestigio de la Política no se debe a que sea mala en sí. No hablemos ya de las campañas y lo nacional. No hablemos de democracia, autocracia o mafias del poder, menos de oposición. Por favor, ni de candidatos, ni de encuestas. Hablemos de la salida de lo político. La soledad social. Mientras más soledad menos calidad política y peores serán las afectaciones a nuestras creaciones.

Necesitamos el regreso de todos a lo político. Se necesitan ideas, trincheras y pluralidad. Horizontalidad e integración. Nos pondremos de acuerdo en algunas cosas, en otras no. ¡De eso se trata!

¿Será el invento de la salida de lo político lo que no nos define?

Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

La antropología evolutiva nos enseña que existen posturas que pregonan de cómo fuimos trazando nuestro camino, transformando y dominando la tierra como tal. Generamos el lenguaje para cooperar; el mito para contarnos historias, apelar a las enseñanzas y a una forma de interpretar las cosas que supuestamente aprendimos a entender. A las religiones -con todo respeto- para encontrar una explicación y un vínculo de unión con nuestras circunstancias y respuestas sobre lo que vendrá después de lo inevitable, la muerte. A la filosofía para enredarnos y crecer en explicaciones de lo que somos y a lo que no pertenecemos. Encontramos herramientas para seguir expandiéndonos como especie. Contamos historias, las perdimos, las reconstruimos y las reinventamos. Así polinizamos el trazo de nuestra especie en el planeta y ahora más allá de él.

Inventamos el dinero como un medio de confianza para trazar las rutas del crecimiento a través del comercio. A la ciencia para separar la mística de lo comprobable. A las matemáticas para edificar y entender el poder del pensamiento abstracto. Inventamos la propiedad privada, el patrimonio y el capital para apelar a muchas cosas, entre otras las condiciones humanas que abren las brechas de desigualdad o generación de incentivos para cubrir con nuestra vida el tiempo que ocupamos en ella.

Dejamos la poligamia para unir y generar líneas manifiestas de destino y legado. Inventamos el amor porque alguna vez sentimos frío y para que fuera una forma de cubrir el interés y construir la narrativa del destino de vida a través de la unión romántica. Inventamos el divorcio para abrir e institucionalizar las ventanas del desapego.

Inventamos el arte como una forma de expresar más allá nuestros sentimientos. La ideología para generar sentidos de pertenencia a todo un trazo de vida; distinguirnos de los demás que no piensan como uno. A la utopía para creer que las cosas pueden ir aún mejor. La nostalgia para respirar el aroma de los dolores existenciales y las artes para externalizar la licuadora de sentimientos.

¿Y a la Política? ¿Para dominar, acordar y organizar? ¿Para todo y nada?

La Política es una condición de hecho de las relaciones humanas. Nace de las formas de cooperación y se acopla a las funciones que nosotros le demos en la forma en la que nos relacionamos como personas, núcleos, familias, vecinos, ciudades, naciones, etc.

Desde que existen dolidos, existe el desprestigio. Desde que hay olvidados, existe el resentimiento. Desde que las cosas no salen como uno lo espera, existe la frustración.

Hoy en día el gran desprestigio de la Política no se debe a que sea mala en sí. No hablemos ya de las campañas y lo nacional. No hablemos de democracia, autocracia o mafias del poder, menos de oposición. Por favor, ni de candidatos, ni de encuestas. Hablemos de la salida de lo político. La soledad social. Mientras más soledad menos calidad política y peores serán las afectaciones a nuestras creaciones.

Necesitamos el regreso de todos a lo político. Se necesitan ideas, trincheras y pluralidad. Horizontalidad e integración. Nos pondremos de acuerdo en algunas cosas, en otras no. ¡De eso se trata!

¿Será el invento de la salida de lo político lo que no nos define?

Consultor y profesor universitario

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