/ sábado 7 de agosto de 2021

Lo que no nos define | El engaño de la posverdad

Vivimos en un mundo complejo, plagado de diferentes realidades. Asimismo, nuestra sociedad se encuentra perdida en un laberinto… Sin rumbo ni horizonte.

La irracionalidad ha propiciado un entorno de incertidumbre y confusión, sin asideros de los cuales sujetarnos. En medio de tal ambigüedad, lo objetivo se ha supeditado a lo subjetivo.

Por otro lado, hemos reemplazado la generación de conocimiento por la articulación de opiniones —como si fueran verdades absolutas e irrefutables—. Esto ha impulsado la falta de compromiso del hombre en cuanto a la búsqueda de la verdad. Nuestra cerrazón ha mermado la creación de consensos.

Del mismo modo, se ha optado por la imposición de ideologías y movimientos incendiarios, caldo de cultivo para el surgimiento de los populismos. También, esto ha motivado los escenarios de polarización.

A raíz del Brexit y del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, distintos autores han manifestado que estamos inmersos en la era de la posverdad. Entre los principales atributos que caracterizan a este fenómeno, destacan la apelación a la emoción. Su objetivo es influir deliberadamente en el modelaje de la opinión pública y los comportamientos sociales. Por este motivo, es importante no caer en las trampas del discurso emotivo, cuyo ingrediente esencial es la manipulación.

El diccionario de Oxford consagró el término "posverdad", palabra del año en 2016, para referirse a: “Las circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales."

Actualmente, en el espacio mediático predominan la mentira, la deformación y las fake news —por ejemplo, varias encuestas indican que los fraudes económicos se dispararon derivado de la pandemia—. Éstas influyen irremediablemente en la manera en que conducimos nuestro actuar. Nos empujan a defender la mentira, y a emplear la información como un mecanismo de poder para el control de las masas.

Hoy en día, los líderes políticos proyectan su propia verdad a fin de moldear su versión oficial de los hechos. Al respecto, Daniel Patrick Moynihan, exsenador demócrata, aseguraba que: "Todos tienen derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos."

Ece Temelkuran, periodista turca, en su libro Cómo perder un país, apunta que uno de los siete pasos para guiar a una nación hacia la dictadura consiste en el desprecio a la verdad.

Bajo este contexto, las democracias se enfrentarán a un desafío clave en el marco de la posverdad: infundir un espíritu crítico en sus ciudadanos, a través del uso de la razón, con el propósito de reconstruir el ámbito público desde la pluralidad.

¿Será el valor de la verdad en lo público lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

Vivimos en un mundo complejo, plagado de diferentes realidades. Asimismo, nuestra sociedad se encuentra perdida en un laberinto… Sin rumbo ni horizonte.

La irracionalidad ha propiciado un entorno de incertidumbre y confusión, sin asideros de los cuales sujetarnos. En medio de tal ambigüedad, lo objetivo se ha supeditado a lo subjetivo.

Por otro lado, hemos reemplazado la generación de conocimiento por la articulación de opiniones —como si fueran verdades absolutas e irrefutables—. Esto ha impulsado la falta de compromiso del hombre en cuanto a la búsqueda de la verdad. Nuestra cerrazón ha mermado la creación de consensos.

Del mismo modo, se ha optado por la imposición de ideologías y movimientos incendiarios, caldo de cultivo para el surgimiento de los populismos. También, esto ha motivado los escenarios de polarización.

A raíz del Brexit y del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, distintos autores han manifestado que estamos inmersos en la era de la posverdad. Entre los principales atributos que caracterizan a este fenómeno, destacan la apelación a la emoción. Su objetivo es influir deliberadamente en el modelaje de la opinión pública y los comportamientos sociales. Por este motivo, es importante no caer en las trampas del discurso emotivo, cuyo ingrediente esencial es la manipulación.

El diccionario de Oxford consagró el término "posverdad", palabra del año en 2016, para referirse a: “Las circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales."

Actualmente, en el espacio mediático predominan la mentira, la deformación y las fake news —por ejemplo, varias encuestas indican que los fraudes económicos se dispararon derivado de la pandemia—. Éstas influyen irremediablemente en la manera en que conducimos nuestro actuar. Nos empujan a defender la mentira, y a emplear la información como un mecanismo de poder para el control de las masas.

Hoy en día, los líderes políticos proyectan su propia verdad a fin de moldear su versión oficial de los hechos. Al respecto, Daniel Patrick Moynihan, exsenador demócrata, aseguraba que: "Todos tienen derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos."

Ece Temelkuran, periodista turca, en su libro Cómo perder un país, apunta que uno de los siete pasos para guiar a una nación hacia la dictadura consiste en el desprecio a la verdad.

Bajo este contexto, las democracias se enfrentarán a un desafío clave en el marco de la posverdad: infundir un espíritu crítico en sus ciudadanos, a través del uso de la razón, con el propósito de reconstruir el ámbito público desde la pluralidad.

¿Será el valor de la verdad en lo público lo que no nos define?


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