Martha C. Nussbaum, filósofa y escritora estadounidense, advierte en su libro “Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita a las humanidades” que estamos ante una de las mayores crisis de nuestros tiempos, aquella del alejamiento de las humanidades y las artes, al ser expulsadas de las universidades de todo el mundo y con ello, sus devastadoras repercusiones para la democracia.
En Occidente fueron los estudios filosóficos y teológicos los que transformaron la enseñanza superior que buscaban formar hombres universales. Hoy la realidad es distinta, la tecnificación de las universidades nace como una respuesta a consideraciones económicas tales como la automatización y la especialización del trabajo. La transición es motivada por la preferencia de una formación enfocada en alcanzar el mayor lucro, desvirtuando la formación integral de la persona.
Del total de estudiantes matriculados en licenciaturas en el estado de Querétaro durante 2019, las Ingenierías, Manufactura y Construcción concentran el mayor número de estudiantes con el 27.66%, mientras que las Artes y Humanidades alcanzaron apenas el 5.21%.
El arte ha sido siempre un componente esencial de la democracia, generando espacios para el enriquecimiento del diálogo y la concepción de ideas que han logrado cambiar el mundo. En todas partes es posible encontrar arte y al apreciarlo y consumirlo, proyectándose así en nuestro subconsciente en donde se refleja al momento en que socializamos con el otro, al entrar en relación o dicotomía con nuestros iguales y repercutiendo en las sociedades que construimos, en nuestras instituciones y con ello, en nuestra democracia.
Las matemáticas nos enseñan a captar el poder del pensamiento abstracto y con ello es que encuentran una correlación directa con el arte. Somos lo que consumimos, en nuestro país el 92.5% de los hogares tenía una televisión en el 2019 y, en promedio, una persona destina más de 5 horas viendo televisión diariamente. Asimismo, se estima que los mexicanos dedicamos más de 3 horas al día en redes sociales. Habrá que adentrarnos en los programas que vemos para entender las estructuras subconscientes que poco a poco van permeando y forjando a nuestras instituciones.
Las humanidades expanden nuestra visión al presentarnos experiencias que nosotros mismos nunca podremos vivir, nos transportan a la vida de una mujer pakistaní que le prohíben ir a la escuela o a la tensión política ocurrida en época del imperio Romano.
El arte en sí es útil para llevar a cabo una crítica y un desafío a las instituciones existentes. El arte reta, cuestiona, empuja los límites de lo ya establecido, incomoda. Nos expone y obliga a preguntarnos cuestiones necesarias para un debate democrático rico.
Arte es lo que nos mueve, siendo así, todo termina traduciéndose en arte. Arte es a lo que aspiramos como individuos y como sociedad, y por ello, valdrá la pena preguntarnos qué calidad de arte estamos reflejando.
Consultor y profesor universitario
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