/ sábado 13 de agosto de 2022

Lo que no nos define | La renuncia a uno mismo


La salud mental se posicionó como uno de los temas centrales de la agenda social a raíz del surgimiento de la pandemia de Covid-19. Si bien el confinamiento nos permitió reflexionar sobre aspectos que habíamos descuidado a nivel personal, tales como el seno familiar, también detonó numerosas tragedias vinculadas a hechos de violencia doméstica, depresión, ansiedad y estrés. A lo largo de los últimos dos años se han perdido numerosas vidas, no sólo a causa de los contagios por coronavirus sino por uno de los fenómenos más dolorosos de nuestros tiempos: los suicidios.

El pasado 27 de julio, el INEGI publicó un reporte titulado Estadísticas de defunciones registradas 2021, donde se evidencia un incremento en el número de casos. De acuerdo con dicho reporte, el año pasado se contabilizaron 8 mil 447, de los cuales 81.2 por ciento se presentan en hombres. Pese a que, entre 2014 y 2018, los suicidios oscilaron entre 6 mil 300 y 6 mil 800 en términos anuales, el repunte acelerado comenzó en 2021, lo cual se traduce en una alza de 6.6 suicidios por cada 100 mil 000 habitantes.

Los estados con las mayores tasas fueron Chihuahua (15.2), Yucatán (14.5) y Aguascalientes (12.0); mientras que las más bajas se observaron en Guerrero (1.2), Veracruz (3.1) y Baja California (3.2). Es preciso subrayar que Querétaro se encuentra por encima de la media nacional con 9.5, lo cual debería alertarnos y ocuparnos. Destaca que la exposición a sustancias nocivas y armas de fuego no fueron las principales razones; 85 de cada 100 personas que se quitaron la vida lo hicieron por medio del ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación.

Quizá el dato más impactante es la elevada prevalencia entre adultos jóvenes en los grupos de edad de 15 a 24 y de 25 a 34. Las estadísticas arrojan que 4 de cada 10 personas que se suicidaron tenían entre 20 y 34 años de edad. La realidad apunta que la juventud mexicana se está privando de la vida. Además, resulta preocupante que, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 71.6 por ciento de los adolescentes en México se siente triste prácticamente la mayor parte del tiempo.

En definitiva, es determinante cuidar la salud mental de nuestros jóvenes y el resto de la población. Para ello, habrá que formular e instrumentar políticas públicas en materia de salud cuyo enfoque sea el desarrollo integral de la persona, particularmente de la juventud.

¿Será una vida estable y sana lo que no nos define?


  • Consultor y profesor universitario
  • Twitter: Petaco10marina
  • Facebook: Petaco Diez Marina
  • Instagram: Petaco10marina



La salud mental se posicionó como uno de los temas centrales de la agenda social a raíz del surgimiento de la pandemia de Covid-19. Si bien el confinamiento nos permitió reflexionar sobre aspectos que habíamos descuidado a nivel personal, tales como el seno familiar, también detonó numerosas tragedias vinculadas a hechos de violencia doméstica, depresión, ansiedad y estrés. A lo largo de los últimos dos años se han perdido numerosas vidas, no sólo a causa de los contagios por coronavirus sino por uno de los fenómenos más dolorosos de nuestros tiempos: los suicidios.

El pasado 27 de julio, el INEGI publicó un reporte titulado Estadísticas de defunciones registradas 2021, donde se evidencia un incremento en el número de casos. De acuerdo con dicho reporte, el año pasado se contabilizaron 8 mil 447, de los cuales 81.2 por ciento se presentan en hombres. Pese a que, entre 2014 y 2018, los suicidios oscilaron entre 6 mil 300 y 6 mil 800 en términos anuales, el repunte acelerado comenzó en 2021, lo cual se traduce en una alza de 6.6 suicidios por cada 100 mil 000 habitantes.

Los estados con las mayores tasas fueron Chihuahua (15.2), Yucatán (14.5) y Aguascalientes (12.0); mientras que las más bajas se observaron en Guerrero (1.2), Veracruz (3.1) y Baja California (3.2). Es preciso subrayar que Querétaro se encuentra por encima de la media nacional con 9.5, lo cual debería alertarnos y ocuparnos. Destaca que la exposición a sustancias nocivas y armas de fuego no fueron las principales razones; 85 de cada 100 personas que se quitaron la vida lo hicieron por medio del ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación.

Quizá el dato más impactante es la elevada prevalencia entre adultos jóvenes en los grupos de edad de 15 a 24 y de 25 a 34. Las estadísticas arrojan que 4 de cada 10 personas que se suicidaron tenían entre 20 y 34 años de edad. La realidad apunta que la juventud mexicana se está privando de la vida. Además, resulta preocupante que, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 71.6 por ciento de los adolescentes en México se siente triste prácticamente la mayor parte del tiempo.

En definitiva, es determinante cuidar la salud mental de nuestros jóvenes y el resto de la población. Para ello, habrá que formular e instrumentar políticas públicas en materia de salud cuyo enfoque sea el desarrollo integral de la persona, particularmente de la juventud.

¿Será una vida estable y sana lo que no nos define?


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