/ sábado 6 de febrero de 2021

Lo que no nos define | Orden para defender causas y personas

Es materia de todos los días decir que vivimos una serie de cambios profundos como humanidad. Tampoco hay que martirizarnos. Somos la generación con más acceso a facilidades en la historia y, tal vez, la más confundida e infeliz.

La comodidad ha traído consigo angustia, expectativas y ansiedad. Nuestros planes de vida están fundados en la realización de nuestros ideales y, por esta razón, nos negamos a aceptar la realidad. Asimismo, nos desencontramos con el otro… tenemos puesto el cubrebocas, pero en los oídos.

Respiramos un ambiente de confusión y depresión generalizadas, de vitalidad y hambre —en todos los sentidos—. Sin embargo, tenemos que organizarnos en varias direcciones. Primeramente, hay que estructurar la mente para, luego, coordinar el sistema, el cuerpo y las energías. Estas dimensiones son la guía para revertir los males que padece nuestra sociedad.

¿Para qué ver el deseo en retrospectiva? Eso nos vuelve totalmente autodestructivos. ¿Las cosas no están desenvolviéndose como queremos? Hay que admitirlas y celebrarlas. Tenemos que transitar de un espacio compulsivo a uno consciente, de actividad.

Rayar entre los terrenos de lo posible y lo imposible acarrea desgracias, polarización y rencor… nos hace sentir dolor. No podemos tener absoluto control sobre esto, por lo cual nuestro pensamiento debe de estar orientado hacia la claridad. Al final, todos buscamos agradarnos a nosotros mismos y a los demás. Eso se traduce en alegrías, amor, afecto y empatía.

¿Queremos un país en paz? Hace falta un verdadero sentido de responsabilidad. Para una persona comprometida no hay fracaso a pesar de las caídas, sino lecciones que aprender. La forma en la que piensas es la que sientes y proyectas a los demás. Las emociones, bien encauzadas, nos dan pauta para reflexionar sobre nuestra existencia.

Hoy en día, los ciudadanos son cada vez más ajenos a los asuntos de la colectividad, y adversos a la clase política; igualmente, éstos confían menos en sus gobernantes y en las instituciones de gobierno. Irremediablemente, esto ha generado desencanto y malestar.

Ello ha motivado a la gente a salir a las calles a fin de alzar la voz y representar distintos frentes. Esta nueva forma de hacer política debe poner énfasis en la reconstrucción del espacio público y no en la acentuación de los entornos de descomposición, mismos que conducen a la polarización.

En el marco del Día Internacional del Abogado, cabe destacar que la esfera de la política y del Derecho no son mutuamente excluyentes, por el contrario, guardan una fuerte relación entre sí: ambas defienden causas y personas.

En medio de un escenario de desorganización social, requerimos orden para hacer comunidad y, reitero, defender causas y personas. Ésta es la meta. Sólo así los excluidos serán incluidos; los polarizados, unificados; y los refugiados, liberados.

¿Nos mantendremos firmes en lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

Es materia de todos los días decir que vivimos una serie de cambios profundos como humanidad. Tampoco hay que martirizarnos. Somos la generación con más acceso a facilidades en la historia y, tal vez, la más confundida e infeliz.

La comodidad ha traído consigo angustia, expectativas y ansiedad. Nuestros planes de vida están fundados en la realización de nuestros ideales y, por esta razón, nos negamos a aceptar la realidad. Asimismo, nos desencontramos con el otro… tenemos puesto el cubrebocas, pero en los oídos.

Respiramos un ambiente de confusión y depresión generalizadas, de vitalidad y hambre —en todos los sentidos—. Sin embargo, tenemos que organizarnos en varias direcciones. Primeramente, hay que estructurar la mente para, luego, coordinar el sistema, el cuerpo y las energías. Estas dimensiones son la guía para revertir los males que padece nuestra sociedad.

¿Para qué ver el deseo en retrospectiva? Eso nos vuelve totalmente autodestructivos. ¿Las cosas no están desenvolviéndose como queremos? Hay que admitirlas y celebrarlas. Tenemos que transitar de un espacio compulsivo a uno consciente, de actividad.

Rayar entre los terrenos de lo posible y lo imposible acarrea desgracias, polarización y rencor… nos hace sentir dolor. No podemos tener absoluto control sobre esto, por lo cual nuestro pensamiento debe de estar orientado hacia la claridad. Al final, todos buscamos agradarnos a nosotros mismos y a los demás. Eso se traduce en alegrías, amor, afecto y empatía.

¿Queremos un país en paz? Hace falta un verdadero sentido de responsabilidad. Para una persona comprometida no hay fracaso a pesar de las caídas, sino lecciones que aprender. La forma en la que piensas es la que sientes y proyectas a los demás. Las emociones, bien encauzadas, nos dan pauta para reflexionar sobre nuestra existencia.

Hoy en día, los ciudadanos son cada vez más ajenos a los asuntos de la colectividad, y adversos a la clase política; igualmente, éstos confían menos en sus gobernantes y en las instituciones de gobierno. Irremediablemente, esto ha generado desencanto y malestar.

Ello ha motivado a la gente a salir a las calles a fin de alzar la voz y representar distintos frentes. Esta nueva forma de hacer política debe poner énfasis en la reconstrucción del espacio público y no en la acentuación de los entornos de descomposición, mismos que conducen a la polarización.

En el marco del Día Internacional del Abogado, cabe destacar que la esfera de la política y del Derecho no son mutuamente excluyentes, por el contrario, guardan una fuerte relación entre sí: ambas defienden causas y personas.

En medio de un escenario de desorganización social, requerimos orden para hacer comunidad y, reitero, defender causas y personas. Ésta es la meta. Sólo así los excluidos serán incluidos; los polarizados, unificados; y los refugiados, liberados.

¿Nos mantendremos firmes en lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

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