/ sábado 7 de noviembre de 2020

Lo que no nos define | Reflejos electorales

En el marco de las elecciones presidenciales, distintos expertos han cuestionado la solidez y legitimidad de la democracia liberal estadounidense, principalmente por las deficiencias que refleja actualmente su sistema electoral. En Estados Unidos, el voto popular no determina directamente al ganador de las votaciones; existe la figura de un Colegio Electoral que declara oficialmente al vencedor. Un candidato necesita 270 votos electorales para conseguir el triunfo en las urnas.

Así pues, han ocurrido situaciones particulares en las cuales uno de los candidatos gana la votación ciudadana, pero pierde la del Colegio Electoral (le sucedió a Hillary Clinton en 2016). De acuerdo con Steven Levistky, politólogo de la Universidad de Harvard, el partido republicano ha ganado el voto popular sólo una vez en los últimos 20 años, y paradójicamente, ha ocupado la Casa Blanca 12 de esos 20 años.

Trump se enfocó en complacer a sus seguidores, predominantemente blancos y cristianos, y no en ampliar su base electoral incorporando a otros grupos de la sociedad, sumado a su índice de aprobación relativamente bajo. En este sentido, Biden supo hacer una lectura atinada del descontento social hacia la administración trumpista y aprovechó la coyuntura de la pandemia para generar adeptos. Además, el candidato demócrata se comprometió a recobrar valores fundamentales como la decencia y el honor, y a ser respetuoso de las instituciones norteamericanas.

Los analistas y las encuestas quedaron mucho a deber. Y a pesar de que las apuestas se inclinaron significativamente del lado de Biden y de que los mercados no reaccionaron bruscamente ante la contienda electoral, esto parece ser la calma antes de la tormenta. En estos días se especuló que Donald Trump impugnaría los resultados de la elección por un supuesto fraude, y que transcurrirían largas semanas previo a que se diera a conocer al próximo presidente de Estados Unidos. Si Trump insistiera en amenazar con un litigio, la Corte Suprema de los Estados Unidos constituiría una pieza clave en el tablero electoral.

No obstante, ahora, tenemos un panorama mucho más claro; aunque no hay una proyección certera, Joe Biden está cerca de alcanzar los 270 votos electorales. Cabe señalar que, en caso de que el candidato republicano sufriera la derrota, se convertiría en el cuarto presidente en la historia de EE.UU. en no ser reelecto junto con Herbert Hoover, Gerald Ford, Jimmy Carter y George H. W. Bush. La altura de los candidatos se demuestra en el momento en que reconocen que la tendencia no les favorece, cuestión que ya no es común hoy en día.

En la madrugada del 4 de noviembre Trump salió a dar un mensaje frente a los medios de comunicación, en el cual se declaró victorioso (horas antes cancelaron su cuenta de Twitter por afirmaciones ‘engañosas’), y aprovechó para denunciar que sus adversarios le querían robar la elección. Por el contrario, Joe Biden, desde su centro de campaña en Wilmington, Delaware, pidió paciencia y esperar el conteo de los votos, sin dejar de puntualizar que se sentía bien por la posición en la que se encontraba.

En esta jornada electoral se evidenció lo dicho por Ezra Klein, autor del libro Why we're polarized, en relación con la noción de “partidismo negativo”; es decir, la gente se vio impulsada no por sentimientos positivos hacia Biden, sino por sentimientos negativos hacia Trump. Evidentemente, nuestro vecino padece de niveles peligrosos de polarización, que no garantizan la construcción de una presidencia estable ni la viabilidad del sistema democrático. Posiblemente, ésta sea una señal de que las elecciones dividirán más a la población en el futuro próximo.

Este es sólo un espejo de los desafíos que enfrentará México el próximo año en los comicios más grandes de su historia.


Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

En el marco de las elecciones presidenciales, distintos expertos han cuestionado la solidez y legitimidad de la democracia liberal estadounidense, principalmente por las deficiencias que refleja actualmente su sistema electoral. En Estados Unidos, el voto popular no determina directamente al ganador de las votaciones; existe la figura de un Colegio Electoral que declara oficialmente al vencedor. Un candidato necesita 270 votos electorales para conseguir el triunfo en las urnas.

Así pues, han ocurrido situaciones particulares en las cuales uno de los candidatos gana la votación ciudadana, pero pierde la del Colegio Electoral (le sucedió a Hillary Clinton en 2016). De acuerdo con Steven Levistky, politólogo de la Universidad de Harvard, el partido republicano ha ganado el voto popular sólo una vez en los últimos 20 años, y paradójicamente, ha ocupado la Casa Blanca 12 de esos 20 años.

Trump se enfocó en complacer a sus seguidores, predominantemente blancos y cristianos, y no en ampliar su base electoral incorporando a otros grupos de la sociedad, sumado a su índice de aprobación relativamente bajo. En este sentido, Biden supo hacer una lectura atinada del descontento social hacia la administración trumpista y aprovechó la coyuntura de la pandemia para generar adeptos. Además, el candidato demócrata se comprometió a recobrar valores fundamentales como la decencia y el honor, y a ser respetuoso de las instituciones norteamericanas.

Los analistas y las encuestas quedaron mucho a deber. Y a pesar de que las apuestas se inclinaron significativamente del lado de Biden y de que los mercados no reaccionaron bruscamente ante la contienda electoral, esto parece ser la calma antes de la tormenta. En estos días se especuló que Donald Trump impugnaría los resultados de la elección por un supuesto fraude, y que transcurrirían largas semanas previo a que se diera a conocer al próximo presidente de Estados Unidos. Si Trump insistiera en amenazar con un litigio, la Corte Suprema de los Estados Unidos constituiría una pieza clave en el tablero electoral.

No obstante, ahora, tenemos un panorama mucho más claro; aunque no hay una proyección certera, Joe Biden está cerca de alcanzar los 270 votos electorales. Cabe señalar que, en caso de que el candidato republicano sufriera la derrota, se convertiría en el cuarto presidente en la historia de EE.UU. en no ser reelecto junto con Herbert Hoover, Gerald Ford, Jimmy Carter y George H. W. Bush. La altura de los candidatos se demuestra en el momento en que reconocen que la tendencia no les favorece, cuestión que ya no es común hoy en día.

En la madrugada del 4 de noviembre Trump salió a dar un mensaje frente a los medios de comunicación, en el cual se declaró victorioso (horas antes cancelaron su cuenta de Twitter por afirmaciones ‘engañosas’), y aprovechó para denunciar que sus adversarios le querían robar la elección. Por el contrario, Joe Biden, desde su centro de campaña en Wilmington, Delaware, pidió paciencia y esperar el conteo de los votos, sin dejar de puntualizar que se sentía bien por la posición en la que se encontraba.

En esta jornada electoral se evidenció lo dicho por Ezra Klein, autor del libro Why we're polarized, en relación con la noción de “partidismo negativo”; es decir, la gente se vio impulsada no por sentimientos positivos hacia Biden, sino por sentimientos negativos hacia Trump. Evidentemente, nuestro vecino padece de niveles peligrosos de polarización, que no garantizan la construcción de una presidencia estable ni la viabilidad del sistema democrático. Posiblemente, ésta sea una señal de que las elecciones dividirán más a la población en el futuro próximo.

Este es sólo un espejo de los desafíos que enfrentará México el próximo año en los comicios más grandes de su historia.


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