/ sábado 26 de marzo de 2022

Lo que no nos define | Un mundo desestabilizado 


En La desaparición de los rituales (2020), Byung-Chul Han formula una denuncia sobre las patologías del presente. A continuación me permitiré exponer algunas de las líneas generales que se contemplan en esta obra.

En la actualidad, los flujos de información y contenidos mediáticos nos mantienen permanentemente al tanto de lo que sucede en nuestro entorno. Asimismo, los avances tecnológicos han creado una atmósfera de interconexión entre los seres humanos a través del uso de dispositivos y plataformas electrónicas.

Sin embargo, pese a que vivimos en la era de la comunicación, hemos enterrado en el olvido aspectos importantes como el sentido de comunidad. Byung-Chul Han lo atribuye a la pérdida de los rituales sociales, es decir, formas simbólicas que cohesionan a la colectividad, generan una identidad compartida y facilitan la convivencia entre los individuos. Parafraseando a Antoine de Saint-Exupéry, es posible señalar que los rituales son en la vida lo que en el espacio son las cosas.

Ahora bien, en nuestros tiempos, los rituales se perciben como un óbice para la actividad humana. No hay asideros de dónde sujetarse. Contrario a lo que se piensa, en el seno de una realidad dinámica colmada de cambios acelerados y vertiginosos, los rituales suponen una fuente de estabilidad para la existencia, derivado de su mismidad y repetición. Además, las prácticas rituales propician el manejo pulcro de las cosas y la sintonía con los demás.

Hoy en día, a causa de la presión para producir y consumir se ha destruido la durabilidad de la vida —y, por ende, todo aquello que subyace a ésta—. Ésto provoca un profundo desequilibrio. ¿Cuántos de nosotros no hemos experimentado una sensación de apego a las pantallas de nuestros smartphones, ya sea por trabajo u ocio? Paradójicamente, las cosas nos desgastan conforme más las producimos y consumimos. Byung-Chul Han apunta: “Un consumo sin escrúpulos hace que estemos rodeados de un desvanecimiento que desestabiliza la vida”.

En un mundo globalizado, nuestro campo de selección es vasto; no sólo consumimos cosas, sino las emociones que nos reportan (aunque éstas son efímeras). Así pues, la función de la mercancía —y las emociones que la revisten— consiste en incrementar la producción y el consumo. De esta forma “lo económico coloniza lo estético”, precisa el filósofo surcoreano. En consecuencia, el consumo de las emociones acentúa la referencia narcisista hacia uno mismo y no al orbe.

Quizá uno de los mayores peligros en el presente es la lógica economicista detrás de valores como la justicia, sostenibilidad, humanidad y solidaridad. En nuestros días, los individuos no abrazan los valores a fin de entrar en relación con la comunidad, sino para alimentar su propio ego.

Ni la producción ni el consumo desmesurados son la vía para transformar nuestra realidad. La vuelta a los rituales podría iluminarnos en este camino.

¿Será el resurgimiento de los rituales sociales lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina



En La desaparición de los rituales (2020), Byung-Chul Han formula una denuncia sobre las patologías del presente. A continuación me permitiré exponer algunas de las líneas generales que se contemplan en esta obra.

En la actualidad, los flujos de información y contenidos mediáticos nos mantienen permanentemente al tanto de lo que sucede en nuestro entorno. Asimismo, los avances tecnológicos han creado una atmósfera de interconexión entre los seres humanos a través del uso de dispositivos y plataformas electrónicas.

Sin embargo, pese a que vivimos en la era de la comunicación, hemos enterrado en el olvido aspectos importantes como el sentido de comunidad. Byung-Chul Han lo atribuye a la pérdida de los rituales sociales, es decir, formas simbólicas que cohesionan a la colectividad, generan una identidad compartida y facilitan la convivencia entre los individuos. Parafraseando a Antoine de Saint-Exupéry, es posible señalar que los rituales son en la vida lo que en el espacio son las cosas.

Ahora bien, en nuestros tiempos, los rituales se perciben como un óbice para la actividad humana. No hay asideros de dónde sujetarse. Contrario a lo que se piensa, en el seno de una realidad dinámica colmada de cambios acelerados y vertiginosos, los rituales suponen una fuente de estabilidad para la existencia, derivado de su mismidad y repetición. Además, las prácticas rituales propician el manejo pulcro de las cosas y la sintonía con los demás.

Hoy en día, a causa de la presión para producir y consumir se ha destruido la durabilidad de la vida —y, por ende, todo aquello que subyace a ésta—. Ésto provoca un profundo desequilibrio. ¿Cuántos de nosotros no hemos experimentado una sensación de apego a las pantallas de nuestros smartphones, ya sea por trabajo u ocio? Paradójicamente, las cosas nos desgastan conforme más las producimos y consumimos. Byung-Chul Han apunta: “Un consumo sin escrúpulos hace que estemos rodeados de un desvanecimiento que desestabiliza la vida”.

En un mundo globalizado, nuestro campo de selección es vasto; no sólo consumimos cosas, sino las emociones que nos reportan (aunque éstas son efímeras). Así pues, la función de la mercancía —y las emociones que la revisten— consiste en incrementar la producción y el consumo. De esta forma “lo económico coloniza lo estético”, precisa el filósofo surcoreano. En consecuencia, el consumo de las emociones acentúa la referencia narcisista hacia uno mismo y no al orbe.

Quizá uno de los mayores peligros en el presente es la lógica economicista detrás de valores como la justicia, sostenibilidad, humanidad y solidaridad. En nuestros días, los individuos no abrazan los valores a fin de entrar en relación con la comunidad, sino para alimentar su propio ego.

Ni la producción ni el consumo desmesurados son la vía para transformar nuestra realidad. La vuelta a los rituales podría iluminarnos en este camino.

¿Será el resurgimiento de los rituales sociales lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario

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