/ sábado 17 de julio de 2021

Lo que no nos define|Mitos, fábulas y realidades

En la tercera parte de Mitos, fábulas y realidades platicamos de un referente de la mitología griega: Sísifo. Diferentes autores, como Albert Camus, lo retomaron en sus textos para resaltar la importancia del sentido de la existencia humana.

En este espacio reflexionaremos en torno a Ícaro, un personaje mitológico que resulta atractivo por el mensaje que proyecta. Su relato encaja a la perfección con la coyuntura política actual, así como con el clima político anticipado en lo que respecta a la sucesión presidencial en 2024.

Ícaro, hijo de Dédalo, trató de huir con su padre de la isla de Creta, pero de una forma peculiar: imitando a las aves. Para ello, Dédalo fabricó unas alas y las adhirió —con cera— en la espalda de Ícaro. El joven, animado en su vuelo, decidió abandonar a su guía sin atender sus advertencias. Derivado de su afán por experimentar las alturas, comenzó a ascender sin parar. No obstante, el calor del sol derritió la cera que sujetaba las plumas. Por lo cual, Ícaro se desplomó en el mar y murió.

Esta narración puede estudiarse a partir de distintas perspectivas. Primeramente, constituye una crítica decisiva a la ambición humana llevada al extremo, pues ésta se traduce irremediablemente en elecciones catastróficas. Anhelamos volar a semejanza de Ícaro, recorrer los cielos libres de fronteras y mandatos. Ahora bien, lo hacemos sin ser conscientes de nuestra naturaleza limitada.

En el ámbito político, este mito cobra un enorme valor; en tiempos de "destapes" es oportuno revivirlo, puesto que las últimas semanas han estado plagadas de pronunciamientos referentes a los posibles sucesores. Este relato se refleja principalmente en la aspiración de figuras políticas perfiladas a ocupar "la silla del águila".

Lord Acton manifestó: "El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente." Ciertamente, el poder ciega conforme uno va adentrándose en la esfera política. Cada seis años se habla de la sucesión presidencial y la aspiración a varios cargos de elección popular. Muchos se estancan en el camino… Otros caen en una espiral de frustración.

En este asunto, hay que tener presente la siguiente máxima: en la política, como en el campo, el tiempo es tiempo. Por este motivo, es preciso llevar a cabo una lectura atinada del terreno, previo a cosechar los frutos.

En México, la carrera por el poder puede terminar antes de comenzar para distintos competidores. El golpe puede ser doloroso o, inclusive, letal como en el mito de Ícaro.

Un sinfín de enseñanzas pueden desprenderse de esta historia que no pierde vigencia. ¿Será la conciencia de nuestras limitaciones lo que no nos define?

Consultor y profesor universitario

Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina

En la tercera parte de Mitos, fábulas y realidades platicamos de un referente de la mitología griega: Sísifo. Diferentes autores, como Albert Camus, lo retomaron en sus textos para resaltar la importancia del sentido de la existencia humana.

En este espacio reflexionaremos en torno a Ícaro, un personaje mitológico que resulta atractivo por el mensaje que proyecta. Su relato encaja a la perfección con la coyuntura política actual, así como con el clima político anticipado en lo que respecta a la sucesión presidencial en 2024.

Ícaro, hijo de Dédalo, trató de huir con su padre de la isla de Creta, pero de una forma peculiar: imitando a las aves. Para ello, Dédalo fabricó unas alas y las adhirió —con cera— en la espalda de Ícaro. El joven, animado en su vuelo, decidió abandonar a su guía sin atender sus advertencias. Derivado de su afán por experimentar las alturas, comenzó a ascender sin parar. No obstante, el calor del sol derritió la cera que sujetaba las plumas. Por lo cual, Ícaro se desplomó en el mar y murió.

Esta narración puede estudiarse a partir de distintas perspectivas. Primeramente, constituye una crítica decisiva a la ambición humana llevada al extremo, pues ésta se traduce irremediablemente en elecciones catastróficas. Anhelamos volar a semejanza de Ícaro, recorrer los cielos libres de fronteras y mandatos. Ahora bien, lo hacemos sin ser conscientes de nuestra naturaleza limitada.

En el ámbito político, este mito cobra un enorme valor; en tiempos de "destapes" es oportuno revivirlo, puesto que las últimas semanas han estado plagadas de pronunciamientos referentes a los posibles sucesores. Este relato se refleja principalmente en la aspiración de figuras políticas perfiladas a ocupar "la silla del águila".

Lord Acton manifestó: "El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente." Ciertamente, el poder ciega conforme uno va adentrándose en la esfera política. Cada seis años se habla de la sucesión presidencial y la aspiración a varios cargos de elección popular. Muchos se estancan en el camino… Otros caen en una espiral de frustración.

En este asunto, hay que tener presente la siguiente máxima: en la política, como en el campo, el tiempo es tiempo. Por este motivo, es preciso llevar a cabo una lectura atinada del terreno, previo a cosechar los frutos.

En México, la carrera por el poder puede terminar antes de comenzar para distintos competidores. El golpe puede ser doloroso o, inclusive, letal como en el mito de Ícaro.

Un sinfín de enseñanzas pueden desprenderse de esta historia que no pierde vigencia. ¿Será la conciencia de nuestras limitaciones lo que no nos define?

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