/ martes 27 de abril de 2021

Neurona ciudadana | El día de la vergüenza

El pasado 22 de abril se celebró el Día Internacional de la Tierra, en el que tristemente se daba a conocer la noticia de que el glaciar de Ayoloco, ubicado en el Volcán Iztaccíhuatl fue declarado extinto por científicos de la UNAM, quienes colocaron una “placa de la vergüenza” en la que alertaron sobre la desaparición de los glaciares en México.

“Esta placa es para dejar constancia que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Sólo ustedes sabrán si lo hicimos”, sentencia la placa a las generaciones futuras. Sin duda, un mensaje desgarrador.

Hemos señalado en reiteradas ocasiones que “la otra pandemia” es esa de la que pocos toman conciencia y es el cambio climático; pues situaciones como la del glaciar de Ayoloco parecen lejanas a nosotros y, nada más lejos de la realidad, pues todo en nuestro planeta está conectado y nuestras acciones tienen un impacto positivo o negativo.

Es así, que la desaparición de este glaciar es consecuencia de la tala indiscriminada, del desperdicio de agua, del derroche de energía, de la sobreutilización de los automotores y de las energías sucias, de residuos tirados al mar, de los desechos industriales enviados a los ríos, etcétera.

¿Recuerda el llamado “efecto mariposa”? Aquel que dice que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo. No lo tomen literal, pero los científicos han demostrado que eventos que aparentemente no tienen relación entre sí, terminan por afectar en algún momento y lugar y eso es lo que no logramos comprender aún, las consecuencias de nuestra apatía, descuido y arrogancia al pensar que no son temas que nos incumben. La actual pandemia es una muestra de ello.

La ONU señaló que es necesario Restaurar nuestra Tierra, pues cada vez son más los estragos que sufre; incendios, inundaciones, sequías, hambrunas, pandemias, temperaturas extremas, degradación de ecosistemas, son sólo algunos de ellos.

El año 2020, junto al 2016, han sido los más calurosos de los últimos tiempos; cada año, el mundo pierde 10 millones de hectáreas de bosques; alrededor de un millón de especies animales y plantas se encuentran en peligro de extinción; para el 2050 podrían existir cerca de 12 mil millones de toneladas de desechos plásticos repartidos en vertederos y en el océano. Datos alarmantes que necesitan acciones urgentes de los gobiernos, empresas y ciudadanos, pues nos queda poco tiempo para salvar este barco.

Afortunadamente hay agentes de cambio que ya comenzaron y ejemplo de ello es Zona Viva, un proyecto queretano que tiene el objetivo de crear huertos urbanos e implementar buenas prácticas comunitarias para hacer frente a esta emergencia climática. Una iniciativa a la que bien vale la pena sumarse. Nuestro planeta lo reclama, lo merece.

El pasado 22 de abril se celebró el Día Internacional de la Tierra, en el que tristemente se daba a conocer la noticia de que el glaciar de Ayoloco, ubicado en el Volcán Iztaccíhuatl fue declarado extinto por científicos de la UNAM, quienes colocaron una “placa de la vergüenza” en la que alertaron sobre la desaparición de los glaciares en México.

“Esta placa es para dejar constancia que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Sólo ustedes sabrán si lo hicimos”, sentencia la placa a las generaciones futuras. Sin duda, un mensaje desgarrador.

Hemos señalado en reiteradas ocasiones que “la otra pandemia” es esa de la que pocos toman conciencia y es el cambio climático; pues situaciones como la del glaciar de Ayoloco parecen lejanas a nosotros y, nada más lejos de la realidad, pues todo en nuestro planeta está conectado y nuestras acciones tienen un impacto positivo o negativo.

Es así, que la desaparición de este glaciar es consecuencia de la tala indiscriminada, del desperdicio de agua, del derroche de energía, de la sobreutilización de los automotores y de las energías sucias, de residuos tirados al mar, de los desechos industriales enviados a los ríos, etcétera.

¿Recuerda el llamado “efecto mariposa”? Aquel que dice que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo. No lo tomen literal, pero los científicos han demostrado que eventos que aparentemente no tienen relación entre sí, terminan por afectar en algún momento y lugar y eso es lo que no logramos comprender aún, las consecuencias de nuestra apatía, descuido y arrogancia al pensar que no son temas que nos incumben. La actual pandemia es una muestra de ello.

La ONU señaló que es necesario Restaurar nuestra Tierra, pues cada vez son más los estragos que sufre; incendios, inundaciones, sequías, hambrunas, pandemias, temperaturas extremas, degradación de ecosistemas, son sólo algunos de ellos.

El año 2020, junto al 2016, han sido los más calurosos de los últimos tiempos; cada año, el mundo pierde 10 millones de hectáreas de bosques; alrededor de un millón de especies animales y plantas se encuentran en peligro de extinción; para el 2050 podrían existir cerca de 12 mil millones de toneladas de desechos plásticos repartidos en vertederos y en el océano. Datos alarmantes que necesitan acciones urgentes de los gobiernos, empresas y ciudadanos, pues nos queda poco tiempo para salvar este barco.

Afortunadamente hay agentes de cambio que ya comenzaron y ejemplo de ello es Zona Viva, un proyecto queretano que tiene el objetivo de crear huertos urbanos e implementar buenas prácticas comunitarias para hacer frente a esta emergencia climática. Una iniciativa a la que bien vale la pena sumarse. Nuestro planeta lo reclama, lo merece.