/ martes 11 de mayo de 2021

Neurona ciudadana | El metro es México

Lo sucedido la noche del 3 de mayo en la línea 12 del metro de la Ciudad de México no fue una casualidad ni un accidente fortuito. Fue consecuencia de una larga lista de actos y decisiones equivocadas y que los expertos señalaron con detalle en los últimos años.

A pesar de las constantes quejas, advertencias y sucesos que indicaban claramente diversas anomalías, nadie puso o nadie quiso poner atención, pues a lo largo de la historia de esta construcción, inaugurada el 30 de octubre de 2012, se reportaron varias problemáticas, como el cierre de operaciones en marzo de 2014 y que duró varios meses o las afectaciones que sufrió después del sismo de septiembre de 2017.

La exigencia, por parte de la ciudadanía hacia las autoridades para investigar, deslindar responsabilidades y conocer las causas que derivaron en esta desgracia que costó la vida de 26 personas, no sólo es un derecho, es también una obligación; quienes ejercen el poder público, sea en la fecha que sea, tienen el deber de brindar cuentas claras a toda la población que sirven.

Con tristeza y hartazgo, vemos cómo se “echan la bolita” unos a otros o simplemente se deslindan, asegurando que “el que nada debe, nada teme”. Debemos cambiar el enfoque, pues la culpa debe significar responsabilidad. Así, bajo esta perspectiva, todos somos culpables, todos somos responsables, no sólo de lo que pasa en la Ciudad de México, sino en todo el país, que tal parece, se cae a pedazos, entre la crisis económica, de salud, de seguridad y la tan mencionada corrupción, esa que no se detiene a pesar de lo que dice el presidente todas las mañanas.

México es una analogía de lo que sucede con el metro; es una vía inestable, rota, quebrada, inundada y sin mantenimiento. Hay una gran falta de amor a este país y una gran ambición de poder, cueste lo que cueste.

Todos somos responsables, pues hemos dejado gobernar a unos cuantos, que muchas veces no tienen la capacidad de hacerlo. Por eso, creo que verdaderamente es tiempo de los ciudadanos y no únicamente como un eslogan bonito para buscar votos o simpatías.

Los gobiernos van y vienen, pero nosotros vivimos aquí. Aquí trabajamos, estudiamos, tenemos a nuestra familia y deberíamos, todos juntos, tomar acciones que nos ayuden a generar un lugar del que nos sintamos orgullosos, plenos y con las oportunidades necesarias para desarrollarnos personal y profesionalmente. Si no generamos lazos de solidaridad y empatía que reconstruyan el tejido social, esto se puede derrumbar y eso no lo podemos permitir.

Los gobiernos no han entendido que, lejos de pensar sólo en el poder, deben luchar y trabajar por tener una sociedad sana, en la que salgamos ganando todos y no sólo unos cuantos. Por eso insisto, es momento de involucrarnos en el mantenimiento de este metro llamado México, es momento de los ciudadanos. Si no somos nosotros ¿quién?

Lo sucedido la noche del 3 de mayo en la línea 12 del metro de la Ciudad de México no fue una casualidad ni un accidente fortuito. Fue consecuencia de una larga lista de actos y decisiones equivocadas y que los expertos señalaron con detalle en los últimos años.

A pesar de las constantes quejas, advertencias y sucesos que indicaban claramente diversas anomalías, nadie puso o nadie quiso poner atención, pues a lo largo de la historia de esta construcción, inaugurada el 30 de octubre de 2012, se reportaron varias problemáticas, como el cierre de operaciones en marzo de 2014 y que duró varios meses o las afectaciones que sufrió después del sismo de septiembre de 2017.

La exigencia, por parte de la ciudadanía hacia las autoridades para investigar, deslindar responsabilidades y conocer las causas que derivaron en esta desgracia que costó la vida de 26 personas, no sólo es un derecho, es también una obligación; quienes ejercen el poder público, sea en la fecha que sea, tienen el deber de brindar cuentas claras a toda la población que sirven.

Con tristeza y hartazgo, vemos cómo se “echan la bolita” unos a otros o simplemente se deslindan, asegurando que “el que nada debe, nada teme”. Debemos cambiar el enfoque, pues la culpa debe significar responsabilidad. Así, bajo esta perspectiva, todos somos culpables, todos somos responsables, no sólo de lo que pasa en la Ciudad de México, sino en todo el país, que tal parece, se cae a pedazos, entre la crisis económica, de salud, de seguridad y la tan mencionada corrupción, esa que no se detiene a pesar de lo que dice el presidente todas las mañanas.

México es una analogía de lo que sucede con el metro; es una vía inestable, rota, quebrada, inundada y sin mantenimiento. Hay una gran falta de amor a este país y una gran ambición de poder, cueste lo que cueste.

Todos somos responsables, pues hemos dejado gobernar a unos cuantos, que muchas veces no tienen la capacidad de hacerlo. Por eso, creo que verdaderamente es tiempo de los ciudadanos y no únicamente como un eslogan bonito para buscar votos o simpatías.

Los gobiernos van y vienen, pero nosotros vivimos aquí. Aquí trabajamos, estudiamos, tenemos a nuestra familia y deberíamos, todos juntos, tomar acciones que nos ayuden a generar un lugar del que nos sintamos orgullosos, plenos y con las oportunidades necesarias para desarrollarnos personal y profesionalmente. Si no generamos lazos de solidaridad y empatía que reconstruyan el tejido social, esto se puede derrumbar y eso no lo podemos permitir.

Los gobiernos no han entendido que, lejos de pensar sólo en el poder, deben luchar y trabajar por tener una sociedad sana, en la que salgamos ganando todos y no sólo unos cuantos. Por eso insisto, es momento de involucrarnos en el mantenimiento de este metro llamado México, es momento de los ciudadanos. Si no somos nosotros ¿quién?