/ martes 17 de agosto de 2021

Neurona Ciudadana | Juventud, divino tesoro

Si a alguien le ha pegado la pandemia, es a los jóvenes. Más allá de si hay mayor o menor posibilidad de contagios, a este sector de la sociedad le ha tocado vivir una cruda realidad que los pone en una situación de riesgo y vulnerabilidad económica y de salud física y mental, que no es poca cosa.

El pasado 12 de agosto se conmemoró el Día Internacional de la Juventud; a propósito, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer algunas cifras que nos deben llevar a la reflexión y a la acción, pues como sabemos, los jóvenes son un talento estratégico en la pirámide de nuestra sociedad, pues si queremos consolidar una sociedad sana, justa, inclusiva y preparada, tenemos que trabajar con y por la juventud.

En nuestro país hay 31 millones de personas de 15 a 29 años, de las cuales, 15.4 millones pertenecen a la Población Económicamente Activa, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre de 2021.

La tasa de desocupación de este mismo segmento poblacional registra 1.2 millones de personas desocupadas, alrededor del 7%, poco más del doble, si se compara con la población mayor de 29 años, que es del 3%.

Las mismas estadísticas del INEGI detallan que la desocupación más alta se presenta en las personas de 20 a 24 años con 9%, seguido del grupo de 15 a 19 años (8%) y de aquellas que tienen entre 25 y 29 años (6%), lo que demuestra, dice el comunicado, la vulnerabilidad de su situación laboral con respecto al resto de la población.

Al respecto, la Organización Mundial del Trabajo señala que uno de cada seis jóvenes se encuentra sin trabajo debido a la crisis provocada por el COVID-19, por ello, la Organización de las Naciones Unidas alerta sobre la necesidad de crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años para satisfacer las necesidades de empleo juvenil y con ello coadyuvar en la reducción de la pobreza, la inclusión social, la atención de la salud, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático, objetivos que marca la Agenda 2030.

Y sí, urge que el gobierno, la sociedad civil organizada e incluso las empresas, construyamos mecanismos que ayuden a los jóvenes, con políticas de inclusión laboral, educativa, de salud y, por supuesto, ambiental, pues no debemos olvidarnos de esa otra pandemia que acecha y amenaza peligrosamente.

Los adultos tenemos mucho que aprender de la juventud y al mismo tiempo, tenemos la gran responsabilidad de generar conciencia en ellos, pero no lo podremos hacer si no los involucramos, si no reconocemos su gran potencial y valía, si no dejamos de tener sólo buenas intenciones y no las llevamos a la acción. Tenemos que generar esquemas de trabajo intergeneracionales, en donde nadie se sienta desplazado.

Es un gran momento para sentar las bases y decirle a la juventud lo importante que son, para que tengamos un mundo más justo, inclusivo y menos desigual.

Si a alguien le ha pegado la pandemia, es a los jóvenes. Más allá de si hay mayor o menor posibilidad de contagios, a este sector de la sociedad le ha tocado vivir una cruda realidad que los pone en una situación de riesgo y vulnerabilidad económica y de salud física y mental, que no es poca cosa.

El pasado 12 de agosto se conmemoró el Día Internacional de la Juventud; a propósito, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer algunas cifras que nos deben llevar a la reflexión y a la acción, pues como sabemos, los jóvenes son un talento estratégico en la pirámide de nuestra sociedad, pues si queremos consolidar una sociedad sana, justa, inclusiva y preparada, tenemos que trabajar con y por la juventud.

En nuestro país hay 31 millones de personas de 15 a 29 años, de las cuales, 15.4 millones pertenecen a la Población Económicamente Activa, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre de 2021.

La tasa de desocupación de este mismo segmento poblacional registra 1.2 millones de personas desocupadas, alrededor del 7%, poco más del doble, si se compara con la población mayor de 29 años, que es del 3%.

Las mismas estadísticas del INEGI detallan que la desocupación más alta se presenta en las personas de 20 a 24 años con 9%, seguido del grupo de 15 a 19 años (8%) y de aquellas que tienen entre 25 y 29 años (6%), lo que demuestra, dice el comunicado, la vulnerabilidad de su situación laboral con respecto al resto de la población.

Al respecto, la Organización Mundial del Trabajo señala que uno de cada seis jóvenes se encuentra sin trabajo debido a la crisis provocada por el COVID-19, por ello, la Organización de las Naciones Unidas alerta sobre la necesidad de crear 600 millones de empleos en los próximos 15 años para satisfacer las necesidades de empleo juvenil y con ello coadyuvar en la reducción de la pobreza, la inclusión social, la atención de la salud, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático, objetivos que marca la Agenda 2030.

Y sí, urge que el gobierno, la sociedad civil organizada e incluso las empresas, construyamos mecanismos que ayuden a los jóvenes, con políticas de inclusión laboral, educativa, de salud y, por supuesto, ambiental, pues no debemos olvidarnos de esa otra pandemia que acecha y amenaza peligrosamente.

Los adultos tenemos mucho que aprender de la juventud y al mismo tiempo, tenemos la gran responsabilidad de generar conciencia en ellos, pero no lo podremos hacer si no los involucramos, si no reconocemos su gran potencial y valía, si no dejamos de tener sólo buenas intenciones y no las llevamos a la acción. Tenemos que generar esquemas de trabajo intergeneracionales, en donde nadie se sienta desplazado.

Es un gran momento para sentar las bases y decirle a la juventud lo importante que son, para que tengamos un mundo más justo, inclusivo y menos desigual.