/ martes 13 de abril de 2021

Neurona ciudadana | La ignominiosa espera

El pasado 18 de marzo, los médicos privados de Querétaro, a través del Clúster de Salud y del Colegio Médico de Querétaro manifestaban de manera pública su inconformidad a la delegación estatal de la Secretaría del Bienestar por no haber sido incluidos en su estrategia de vacunación. Su exigencia era muy clara y válida: recibir la vacuna anti Covid-19, pues han sido y son una parte importante de la atención médica primaria en medio de esta pandemia que nos azota desde hace más de un año.

Ahí señalaron que alrededor del 80% de los casos Covid-19 se atienden en unidades de primer contacto, como hospitales privados o incluso consultorios de farmacias, lo que genera un gran riesgo de contagio para todos ellos. La respuesta en ese momento fue prácticamente nula.

Días después, el 9 de abril, tanto en Querétaro como en varias ciudades del país, los médicos privados, a través de diversas organizaciones volvieron a pedir algo que por sentido común no debería ni siquiera ponerse en tela de juicio: recibir la vacuna.

La respuesta fue: “Que nos esperen”; algo que indignó no sólo a los demandantes, sino a una gran parte de la población, pues no entienden cómo no se le da prioridad a este sector fundamental en la lucha contra el coronavirus.

A lo largo de estos meses se ha reconocido permanentemente la ardua labor y las extenuantes jornadas de trabajo a las que se ha sometido prácticamente todo el personal de salud, tanto público como privado; se les ha catalogado como héroes, por lo que en diversos lugares y foros se aprovecha la ocasión para hacerles múltiples homenajes. Sin embargo, esto va más allá de los meros aplausos o las buenas intenciones, pues como mínimo, ya tendrían que haber sido inmunizados, pero, por desgracia y por increíble que parezca, no ha sido así.

Hemos insistido durante estos meses que no se debe politizar el proceso de vacunación. El riesgo es enorme si no se atiende con la seriedad necesaria, sin sesgos ideológicos o políticos, pues mientras Israel ya ha vacunado a más del 50% de su población, Estados Unidos ha administrado más de 180 millones de dosis o Chile que con más de 12 millones de dosis administradas ha logrado vacunar al 24.4 % de su población, México ha suministrado 11 millones de vacunas que representa sólo el 1.6% de la población vacunada completamente. Por desgracia, nuestro país se ha convertido en el país más letal para los trabajadores de la salud y no podemos darnos el lujo de perder a más.

La salud es un derecho constitucional, no es un favor y bajo el actual contexto se debe garantizar la vacuna a los grupos vulnerables, entre ellos, el personal médico. No podemos comprender que los mexicanos tengan más posibilidad de ser inmunizados en Estados Unidos – se estima que se vacunará a más de 14 millones de connacionales - o en Canadá, donde se inoculará a todos los jornaleros originarios de nuestro país. Nos conviene y urge reactivar la economía y vacunando de manera adecuada y eficiente y con las prioridades necesarias es posible lograrlo a mediano plazo.

El pasado 18 de marzo, los médicos privados de Querétaro, a través del Clúster de Salud y del Colegio Médico de Querétaro manifestaban de manera pública su inconformidad a la delegación estatal de la Secretaría del Bienestar por no haber sido incluidos en su estrategia de vacunación. Su exigencia era muy clara y válida: recibir la vacuna anti Covid-19, pues han sido y son una parte importante de la atención médica primaria en medio de esta pandemia que nos azota desde hace más de un año.

Ahí señalaron que alrededor del 80% de los casos Covid-19 se atienden en unidades de primer contacto, como hospitales privados o incluso consultorios de farmacias, lo que genera un gran riesgo de contagio para todos ellos. La respuesta en ese momento fue prácticamente nula.

Días después, el 9 de abril, tanto en Querétaro como en varias ciudades del país, los médicos privados, a través de diversas organizaciones volvieron a pedir algo que por sentido común no debería ni siquiera ponerse en tela de juicio: recibir la vacuna.

La respuesta fue: “Que nos esperen”; algo que indignó no sólo a los demandantes, sino a una gran parte de la población, pues no entienden cómo no se le da prioridad a este sector fundamental en la lucha contra el coronavirus.

A lo largo de estos meses se ha reconocido permanentemente la ardua labor y las extenuantes jornadas de trabajo a las que se ha sometido prácticamente todo el personal de salud, tanto público como privado; se les ha catalogado como héroes, por lo que en diversos lugares y foros se aprovecha la ocasión para hacerles múltiples homenajes. Sin embargo, esto va más allá de los meros aplausos o las buenas intenciones, pues como mínimo, ya tendrían que haber sido inmunizados, pero, por desgracia y por increíble que parezca, no ha sido así.

Hemos insistido durante estos meses que no se debe politizar el proceso de vacunación. El riesgo es enorme si no se atiende con la seriedad necesaria, sin sesgos ideológicos o políticos, pues mientras Israel ya ha vacunado a más del 50% de su población, Estados Unidos ha administrado más de 180 millones de dosis o Chile que con más de 12 millones de dosis administradas ha logrado vacunar al 24.4 % de su población, México ha suministrado 11 millones de vacunas que representa sólo el 1.6% de la población vacunada completamente. Por desgracia, nuestro país se ha convertido en el país más letal para los trabajadores de la salud y no podemos darnos el lujo de perder a más.

La salud es un derecho constitucional, no es un favor y bajo el actual contexto se debe garantizar la vacuna a los grupos vulnerables, entre ellos, el personal médico. No podemos comprender que los mexicanos tengan más posibilidad de ser inmunizados en Estados Unidos – se estima que se vacunará a más de 14 millones de connacionales - o en Canadá, donde se inoculará a todos los jornaleros originarios de nuestro país. Nos conviene y urge reactivar la economía y vacunando de manera adecuada y eficiente y con las prioridades necesarias es posible lograrlo a mediano plazo.