/ martes 18 de enero de 2022

Neurona ciudadana | Liderazgos éticos


Estamos iniciando un nuevo año y con ello se renuevan los objetivos y propósitos personales, políticos y empresariales. La pandemia aún no termina y esta nos sigue dejando grandes enseñanzas en todos los ámbitos de nuestras vidas, y el liderazgo y la forma de ejercerlo es uno de estos, puesto que las decisiones que se han tomado hasta el momento repercutirán a corto, mediano y largo plazo, con consecuencias que pueden ser positivas o no.

Las decisiones de los gobiernos, en todos sus niveles, de las empresas y de las familias para enfrentar la emergencia sanitaria ha sido un ejercicio constante que conlleva un alto sentido de responsabilidad integral, ya que ahí se juega el futuro de millones de personas en el mundo. ¿Pero quién nos enseña a tomar decisiones acertadas? ¿Quién decide qué es acertado y qué no? ¿Quién se asegura que esas decisiones vayan encaminadas a generar bienestar comunitario y no el de uno solo o unos cuántos?

Considero que es necesario hacer un alto en el camino y reflexionar acerca de los liderazgos que hemos impulsado hasta el momento y que también estamos formando, ya que como he comentado, las decisiones que tomarán esos líderes nos llegarán de una u otra manera y por eso es nuestro deber involucrarnos en la formación y seguimiento de los líderes del presente y del futuro.

Y es que en el mundo actual, el liderazgo va más allá que sólo influir en las personas. El liderazgo de nuestros días debe ser un liderazgo ético, consciente, congruente, inclusivo y sostenible y que no basta con un simple curso de coaching. Creo que es necesario saber identificar y formar los liderazgos que hay en la sociedad y que muchas veces no se aprovechan.

De Hoogh y Den Hartog (2009) definen el liderazgo ético como “el proceso de influir en las actividades de un grupo hacia el logro de los objetivos de una manera socialmente responsable. De manera que se enfoquen, tanto en los medios, a través de los cuales los líderes intentan alcanzar los objetivos, como en los fines en sí mismos”.

Como ciudadanos, es nuestro deber generar e impulsar espacios para formar líderes que comprendan perfectamente los tiempos y retos actuales para proponer soluciones que vayan encaminadas a construir una comunidad democrática, sustentable y solidaria, como lo señala la Fundación Esquel (2002) en su Definición de Responsabilidad Social.

La honestidad, transparencia, respeto, tolerancia, integridad, lealtad y orden son los principios de un liderazgo ético que tiene que ser potenciado en ciudadanos comprometidos con su comunidad, con su país, con su mundo. Hoy más que nunca los necesitamos. Vamos a buscarlos, a identificarlos, a formarlos y a impulsarlos y vayamos por un 2022 con liderazgos más éticos.


*Presidenta del Comité de Federaciones de Coparmex Nacional



Estamos iniciando un nuevo año y con ello se renuevan los objetivos y propósitos personales, políticos y empresariales. La pandemia aún no termina y esta nos sigue dejando grandes enseñanzas en todos los ámbitos de nuestras vidas, y el liderazgo y la forma de ejercerlo es uno de estos, puesto que las decisiones que se han tomado hasta el momento repercutirán a corto, mediano y largo plazo, con consecuencias que pueden ser positivas o no.

Las decisiones de los gobiernos, en todos sus niveles, de las empresas y de las familias para enfrentar la emergencia sanitaria ha sido un ejercicio constante que conlleva un alto sentido de responsabilidad integral, ya que ahí se juega el futuro de millones de personas en el mundo. ¿Pero quién nos enseña a tomar decisiones acertadas? ¿Quién decide qué es acertado y qué no? ¿Quién se asegura que esas decisiones vayan encaminadas a generar bienestar comunitario y no el de uno solo o unos cuántos?

Considero que es necesario hacer un alto en el camino y reflexionar acerca de los liderazgos que hemos impulsado hasta el momento y que también estamos formando, ya que como he comentado, las decisiones que tomarán esos líderes nos llegarán de una u otra manera y por eso es nuestro deber involucrarnos en la formación y seguimiento de los líderes del presente y del futuro.

Y es que en el mundo actual, el liderazgo va más allá que sólo influir en las personas. El liderazgo de nuestros días debe ser un liderazgo ético, consciente, congruente, inclusivo y sostenible y que no basta con un simple curso de coaching. Creo que es necesario saber identificar y formar los liderazgos que hay en la sociedad y que muchas veces no se aprovechan.

De Hoogh y Den Hartog (2009) definen el liderazgo ético como “el proceso de influir en las actividades de un grupo hacia el logro de los objetivos de una manera socialmente responsable. De manera que se enfoquen, tanto en los medios, a través de los cuales los líderes intentan alcanzar los objetivos, como en los fines en sí mismos”.

Como ciudadanos, es nuestro deber generar e impulsar espacios para formar líderes que comprendan perfectamente los tiempos y retos actuales para proponer soluciones que vayan encaminadas a construir una comunidad democrática, sustentable y solidaria, como lo señala la Fundación Esquel (2002) en su Definición de Responsabilidad Social.

La honestidad, transparencia, respeto, tolerancia, integridad, lealtad y orden son los principios de un liderazgo ético que tiene que ser potenciado en ciudadanos comprometidos con su comunidad, con su país, con su mundo. Hoy más que nunca los necesitamos. Vamos a buscarlos, a identificarlos, a formarlos y a impulsarlos y vayamos por un 2022 con liderazgos más éticos.


*Presidenta del Comité de Federaciones de Coparmex Nacional