/ martes 26 de octubre de 2021

Neurona Ciudadana | Migrantes, paz y justicia 

“Somos migrantes, no criminales”. “Migrantes, paz y justicia”. “Queremos libertad”. “Sólo buscamos un mejor futuro”. Estás son sólo algunas de las frases que se pueden leer en mantas y cartulinas que portan cientos de migrantes en el camino que emprendieron de la frontera sur a la frontera norte de nuestro país hace unos días.

Su objetivo es claro: llegar a los Estados Unidos y aprovechar su trayecto para hacer una escala en el Congreso de la Unión para exigir a diputados y senadores se les brinden soluciones inmediatas a miles de migrantes que permanecen varados en la ciudad de Tapachula, Chiapas desde hace dos años aproximadamente.

Las imágenes son desgarradoras, pues además de hombres y mujeres, vemos a niños, niñas y mujeres embarazadas en condiciones muy lamentables caminando bajo el intenso calor que supone esa región de México y que puede superar los 38° C.

Los migrantes van escoltados por elementos de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración y como si se tratara de un terrible juego, quien se adelante o se atrase, será detenido. Así lo advierten los líderes que van guiando esta nueva caravana migrante que fue denominada: Por la libertad, por la dignidad, por La Paz y que la integran personas originarias de Centroamérica, Cuba, Venezuela, Haití y hasta africanos.

Ellos no migran por gusto. Paupérrimas condiciones económicas, de salud, desastres naturales o escenarios de violencia, son sólo algunos de los factores que llevan a la gente a buscar nuevos rumbos, desgraciadamente la travesía no es nada fácil e incluye cientos de obstáculos; desde “coyotes” desalmados, autoridades corruptas hasta narcotraficantes despiadados que aprovechan la condición de vulnerabilidad de aquellos que persiguen el sueño de vivir mejor.

Por décadas, México se caracterizó por ser un expulsor de migrantes. De 2000 a 2005, informes del Banco Mundial, señalaban a nuestro país como el máximo expulsor de migrantes del mundo, al alcanzar la cifra de 2 millones de personas que buscaban una oportunidad de empleo en los Estados Unidos.

Esa realidad se transformó en parte de nuestro ADN como mexicanos. No es casualidad que en 2019, México haya ocupado el segundo lugar como el país con mayor número de emigrantes internacionales (11.8 millones), después de India (17.5 millones), de acuerdo al Anuario de Migración y Remesas México 2020.

Sin embargo, desde hace unos años, nuestro país se ha convertido también en uno de los mayores receptores de migrantes, aunque la gran mayoría, de paso, ya que no tienen intenciones de quedarse en México, pues como ya mencioné, su objetivo es llegar a los Estados Unidos.

Las imágenes que hemos visto en días recientes nos debe llevar a una profunda reflexión, pues hemos pasado de ser víctimas a victimarios. Ahora las escenas xenofóbicas provienen de los propios mexicanos, tanto autoridades como ciudadanos, y eso no lo podemos tolerar, pues no olvidemos que migrar ha sido la base de la humanidad.

La migración tiene muchas caras. Están las personas que deciden salir de su ciudad o país para estudiar, hacer negocios o simplemente hacer turismo. Pero también están los otros; aquellos que no cuentan con las condiciones necesarias para vivir libre y dignamente en su lugar de residencia. Por ello, urge que como mexicanos seamos más empáticos con este fenómeno que para nada es ajeno a nosotros. Urge que seamos congruentes y que brindemos también ese respeto que exigimos para nuestros migrantes en Estados Unidos.

Urge también que el gobierno federal genere soluciones junto con los países de origen, paso y destino para que haya una migración ordenada, pero sobre todo, que les garantice que su integridad, dignidad y derechos sean respetados en nuestro país y no hacer lo que tanto hemos criticado de nuestros vecinos del norte. Pongamos el ejemplo ya, pues al final, todos somos migrantes.

#OpiniónCoparmex

“Somos migrantes, no criminales”. “Migrantes, paz y justicia”. “Queremos libertad”. “Sólo buscamos un mejor futuro”. Estás son sólo algunas de las frases que se pueden leer en mantas y cartulinas que portan cientos de migrantes en el camino que emprendieron de la frontera sur a la frontera norte de nuestro país hace unos días.

Su objetivo es claro: llegar a los Estados Unidos y aprovechar su trayecto para hacer una escala en el Congreso de la Unión para exigir a diputados y senadores se les brinden soluciones inmediatas a miles de migrantes que permanecen varados en la ciudad de Tapachula, Chiapas desde hace dos años aproximadamente.

Las imágenes son desgarradoras, pues además de hombres y mujeres, vemos a niños, niñas y mujeres embarazadas en condiciones muy lamentables caminando bajo el intenso calor que supone esa región de México y que puede superar los 38° C.

Los migrantes van escoltados por elementos de la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración y como si se tratara de un terrible juego, quien se adelante o se atrase, será detenido. Así lo advierten los líderes que van guiando esta nueva caravana migrante que fue denominada: Por la libertad, por la dignidad, por La Paz y que la integran personas originarias de Centroamérica, Cuba, Venezuela, Haití y hasta africanos.

Ellos no migran por gusto. Paupérrimas condiciones económicas, de salud, desastres naturales o escenarios de violencia, son sólo algunos de los factores que llevan a la gente a buscar nuevos rumbos, desgraciadamente la travesía no es nada fácil e incluye cientos de obstáculos; desde “coyotes” desalmados, autoridades corruptas hasta narcotraficantes despiadados que aprovechan la condición de vulnerabilidad de aquellos que persiguen el sueño de vivir mejor.

Por décadas, México se caracterizó por ser un expulsor de migrantes. De 2000 a 2005, informes del Banco Mundial, señalaban a nuestro país como el máximo expulsor de migrantes del mundo, al alcanzar la cifra de 2 millones de personas que buscaban una oportunidad de empleo en los Estados Unidos.

Esa realidad se transformó en parte de nuestro ADN como mexicanos. No es casualidad que en 2019, México haya ocupado el segundo lugar como el país con mayor número de emigrantes internacionales (11.8 millones), después de India (17.5 millones), de acuerdo al Anuario de Migración y Remesas México 2020.

Sin embargo, desde hace unos años, nuestro país se ha convertido también en uno de los mayores receptores de migrantes, aunque la gran mayoría, de paso, ya que no tienen intenciones de quedarse en México, pues como ya mencioné, su objetivo es llegar a los Estados Unidos.

Las imágenes que hemos visto en días recientes nos debe llevar a una profunda reflexión, pues hemos pasado de ser víctimas a victimarios. Ahora las escenas xenofóbicas provienen de los propios mexicanos, tanto autoridades como ciudadanos, y eso no lo podemos tolerar, pues no olvidemos que migrar ha sido la base de la humanidad.

La migración tiene muchas caras. Están las personas que deciden salir de su ciudad o país para estudiar, hacer negocios o simplemente hacer turismo. Pero también están los otros; aquellos que no cuentan con las condiciones necesarias para vivir libre y dignamente en su lugar de residencia. Por ello, urge que como mexicanos seamos más empáticos con este fenómeno que para nada es ajeno a nosotros. Urge que seamos congruentes y que brindemos también ese respeto que exigimos para nuestros migrantes en Estados Unidos.

Urge también que el gobierno federal genere soluciones junto con los países de origen, paso y destino para que haya una migración ordenada, pero sobre todo, que les garantice que su integridad, dignidad y derechos sean respetados en nuestro país y no hacer lo que tanto hemos criticado de nuestros vecinos del norte. Pongamos el ejemplo ya, pues al final, todos somos migrantes.

#OpiniónCoparmex