/ martes 11 de febrero de 2020

Niveles de confianza empresarial

La confianza empresarial ha mantenido una erosión discreta desde hace un año de acuerdo con dos indicadores que miden mensualmente las percepciones de los empresarios del país. El primero de estos es el Índice de Confianza Empresarial (ICE) que publica el INEGI.

De acuerdo con el dato obtenido en enero pasado y publicado el 4 de febrero, la confianza de los empresarios del país se ubica en niveles de 48.8 puntos, el resultado más bajo en lo que va de la presente administración.

Cuando desagregamos la confianza empresarial por sector, la pendiente más pronunciada de desconfianza la expresa el sector comercio, el cual se ubicó en 49.3 puntos durante enero. Le sigue el sector manufacturero que decreció y se colocó en 48.8 puntos, y al final el sector de la construcción que, si bien mantiene una pendiente menos pronunciada que los otros sectores, es el que se ubica más abajo en el indicador con 47.7.

El segundo termómetro de confianza es el que genera Coparmex a través de una consulta a sus agremiados y que se difunde a través de Data Coparmex.

Al cierre de 2019 dicho indicador Coparmex se había erosionado de manera constante entre 1 y 2 puntos por trimestre para pasar de 45 puntos promedio en el período enero-marzo a 39 puntos promedio en octubre-diciembre.

Los matices regionales importan, pues el norte parece mantener un optimismo ligeramente mayor que la mayoría de los estados sureños. Destaca que la frontera norte se ubica en 38 puntos de confianza mientras que la sur suma 33%. La región bajío-centro (Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y San Luis Potosí) mantiene los promedios del norte del país con 38 puntos.

Querétaro se comporta similar a los promedios nacionales, con una erosión que tocó piso en junio 2018 previo a la elección presidencial ubicando al indicador en 38 puntos para posteriormente recuperarse hasta 45 puntos durante los primeros meses de 2019 y de ahí comenzar a perder apreciación por goteo hasta consolidarse en niveles de 38-39 durante el último trimestre del año pasado. En resumen, la confianza de inversión queretana se ubica hoy en día en los mismos niveles que en el momento previo a la elección presidencial de 2018.

Más allá de los datos, es importante hacer dos consideraciones al decrecimiento de la confianza empresarial:

1)Existen períodos previos a la actual administración federal en los cuales la confianza del empresariado se ha contraído.

Durante 2008-2009 se tiene la mayor caída de confianza empresarial registrada y para 2016 el indicador también reflejó reservas de los inversionistas.

Sin embargo, se debe destacar que la desconfianza de 2008-2009 se orquestó producto de una crisis financiera internacional desatada por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la de 2016 se generó como resultado de una crisis mundial que redujo los precios del crudo -ante la sobreproducción iraní- y el estancamiento de las principales economías mundiales con inflaciones cercanas a 0%. Es decir que la confianza empresarial nacional se redujo en dichos momentos como resultado de factores externos que afectaron las expectativas de inversión internas.

Pero ni hoy ni en el año previo experimentamos una crisis económica mundial como las vividas en años anteriores. ¿Qué está entonces generando esa caída permanente de la confianza empresarial del país?

2) Definitivamente las condiciones internas como la inseguridad están afectando el ánimo de los empresarios, pero va más allá: existe una alta y evidente correlación entre la coyuntura política y el impacto en los inversionistas; en otras palabras, lo que está afectando la inversión es el contexto interno.

Por ello creo que es y debe ser una política del Estado mexicano generar condiciones, mensajes y señales que incentiven la confianza empresarial mes con mes.

Creo que estos mensajes y esta confianza no deben ser esparcidos exclusivamente entre los grandes empresarios nacionales, sino que debe permear oportunamente hasta los micro emprendedores de todos los sectores y todas las regiones que, sumados, representan más del 52% del PIB y 72% del empleo generado a nivel nacional.

La confianza empresarial ha mantenido una erosión discreta desde hace un año de acuerdo con dos indicadores que miden mensualmente las percepciones de los empresarios del país. El primero de estos es el Índice de Confianza Empresarial (ICE) que publica el INEGI.

De acuerdo con el dato obtenido en enero pasado y publicado el 4 de febrero, la confianza de los empresarios del país se ubica en niveles de 48.8 puntos, el resultado más bajo en lo que va de la presente administración.

Cuando desagregamos la confianza empresarial por sector, la pendiente más pronunciada de desconfianza la expresa el sector comercio, el cual se ubicó en 49.3 puntos durante enero. Le sigue el sector manufacturero que decreció y se colocó en 48.8 puntos, y al final el sector de la construcción que, si bien mantiene una pendiente menos pronunciada que los otros sectores, es el que se ubica más abajo en el indicador con 47.7.

El segundo termómetro de confianza es el que genera Coparmex a través de una consulta a sus agremiados y que se difunde a través de Data Coparmex.

Al cierre de 2019 dicho indicador Coparmex se había erosionado de manera constante entre 1 y 2 puntos por trimestre para pasar de 45 puntos promedio en el período enero-marzo a 39 puntos promedio en octubre-diciembre.

Los matices regionales importan, pues el norte parece mantener un optimismo ligeramente mayor que la mayoría de los estados sureños. Destaca que la frontera norte se ubica en 38 puntos de confianza mientras que la sur suma 33%. La región bajío-centro (Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y San Luis Potosí) mantiene los promedios del norte del país con 38 puntos.

Querétaro se comporta similar a los promedios nacionales, con una erosión que tocó piso en junio 2018 previo a la elección presidencial ubicando al indicador en 38 puntos para posteriormente recuperarse hasta 45 puntos durante los primeros meses de 2019 y de ahí comenzar a perder apreciación por goteo hasta consolidarse en niveles de 38-39 durante el último trimestre del año pasado. En resumen, la confianza de inversión queretana se ubica hoy en día en los mismos niveles que en el momento previo a la elección presidencial de 2018.

Más allá de los datos, es importante hacer dos consideraciones al decrecimiento de la confianza empresarial:

1)Existen períodos previos a la actual administración federal en los cuales la confianza del empresariado se ha contraído.

Durante 2008-2009 se tiene la mayor caída de confianza empresarial registrada y para 2016 el indicador también reflejó reservas de los inversionistas.

Sin embargo, se debe destacar que la desconfianza de 2008-2009 se orquestó producto de una crisis financiera internacional desatada por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la de 2016 se generó como resultado de una crisis mundial que redujo los precios del crudo -ante la sobreproducción iraní- y el estancamiento de las principales economías mundiales con inflaciones cercanas a 0%. Es decir que la confianza empresarial nacional se redujo en dichos momentos como resultado de factores externos que afectaron las expectativas de inversión internas.

Pero ni hoy ni en el año previo experimentamos una crisis económica mundial como las vividas en años anteriores. ¿Qué está entonces generando esa caída permanente de la confianza empresarial del país?

2) Definitivamente las condiciones internas como la inseguridad están afectando el ánimo de los empresarios, pero va más allá: existe una alta y evidente correlación entre la coyuntura política y el impacto en los inversionistas; en otras palabras, lo que está afectando la inversión es el contexto interno.

Por ello creo que es y debe ser una política del Estado mexicano generar condiciones, mensajes y señales que incentiven la confianza empresarial mes con mes.

Creo que estos mensajes y esta confianza no deben ser esparcidos exclusivamente entre los grandes empresarios nacionales, sino que debe permear oportunamente hasta los micro emprendedores de todos los sectores y todas las regiones que, sumados, representan más del 52% del PIB y 72% del empleo generado a nivel nacional.