/ martes 23 de abril de 2019

Posterior a los 100 días de gobierno de López Obrador...

Posterior a los 100 días de gobierno de López Obrador se han elaborado diferentes estudios demoscópicos para evaluar la gestión de gobierno y los temas de política pública de la agenda nacional.

En el primer punto hay coincidencia en las encuestas sobre la erosión de la evaluación de AMLO, pero esto no es novedad: todas las administraciones tienen un período de luna de miel que va desde el triunfo electoral hasta los primeros meses de gestión. Así, los triunfos electorales y los primeros días de las administraciones de Fox, Calderón y Peña arrancaron con niveles altos de aprobación y posteriormente fueron generando cierto desencanto entre el elector promedio que los hicieron perder puntos de apoyo. Algunos - como Fox y Calderón - los recuperaron y Peña simplemente nunca pudo regresar a esos niveles.

El mejor arranque - analizando estudios con metodologías similares - lo tuvo Vicente Fox, quien concentró 80% de apoyo nacional un mes antes de comenzar su mandato, posteriormente retrocedió a niveles del 40%-45% de aprobación durante su segundo año de gobierno y recuperó aprobación hacia el cierre de su administración con niveles de 55% a 62%.

No obstante, en mi opinión la evaluación presidencial no es el indicador que debemos de estar observando en este momento porque concentra un dilema: los gobiernos anteriores los evaluamos “a posteriori”, mientras que la actual administración la estamos midiendo “a priori”. Es decir, que evaluar nuevas administraciones habla un poco más de las expectativas que tienen los electores que de los logros, capacidades o fracasos del gobierno. Dato singular es que sólo un gobierno presidencial mexicano - desde que se realizan dichas evaluaciones - comenzó con bajos niveles de aprobación y terminó con muy altos (incluso más altos que los que mantiene AMLO hoy en día) y esa fue la presidencia de Carlos Salinas.

Por ello veo más relevante atender lo que la opinión pública está valorando en rubros específicos, pues estos dan más luz sobre su sentir y el posible comportamiento de la opinión ciudadana hacia los próximos meses.

Siguiendo este razonamiento: ¿Qué han dicho las encuestas sobre los temas específicos que importan a los ciudadanos durante estos meses de administración morenista?

Primero, hay un consenso amplio a nivel ciudadano sobre una agenda política preocupada por abatir la corrupción en el país. En todas las encuestas hay una calificación muy positiva al gobierno por el combate a los corruptos y que indudablemente es una de las variables relevantes en la ecuación de voto que hicieron a los electores optar en las urnas por la actual administración. El combate a la corrupción es la variable que mantiene los niveles de popularidad de AMLO, pues la gente percibe que el Ejecutivo no solo la paliará, sino que la erradicará.

Segundo, hay dudas y calificaciones intermedias sobre el actuar del gobierno en rubros como: manejo de la economía, disminución de la inseguridad y combate a la pobreza. El cambio en estos rubros ha sido más a la baja que el de la evaluación presidencial pues son aspectos más cotidianos y sentidos que la gente puede valorar con mayor detalle.

Lo anterior da una lectura importante a futuro: si el gobierno actual sigue apostando casi exclusivamente – o al menos discursivamente – a temas de combate a la corrupción por encima de dar resultados pronto en generación de empleo, activación de la economía con impacto directo en los bolsillos de los ciudadanos, reducción de los niveles de homicidio, secuestro, robo de vehículos con violencia o extorsión, los cuales han repuntado de acuerdo a los propios datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, es seguro que la base de legitimidad con la que ha arrancado este nuevo gobierno no solo se erosione, sino que se desmorone. El fenómeno es simple y ya lo hemos visto: tenemos una opinión pública cansada y corta de paciencia.

Posterior a los 100 días de gobierno de López Obrador se han elaborado diferentes estudios demoscópicos para evaluar la gestión de gobierno y los temas de política pública de la agenda nacional.

En el primer punto hay coincidencia en las encuestas sobre la erosión de la evaluación de AMLO, pero esto no es novedad: todas las administraciones tienen un período de luna de miel que va desde el triunfo electoral hasta los primeros meses de gestión. Así, los triunfos electorales y los primeros días de las administraciones de Fox, Calderón y Peña arrancaron con niveles altos de aprobación y posteriormente fueron generando cierto desencanto entre el elector promedio que los hicieron perder puntos de apoyo. Algunos - como Fox y Calderón - los recuperaron y Peña simplemente nunca pudo regresar a esos niveles.

El mejor arranque - analizando estudios con metodologías similares - lo tuvo Vicente Fox, quien concentró 80% de apoyo nacional un mes antes de comenzar su mandato, posteriormente retrocedió a niveles del 40%-45% de aprobación durante su segundo año de gobierno y recuperó aprobación hacia el cierre de su administración con niveles de 55% a 62%.

No obstante, en mi opinión la evaluación presidencial no es el indicador que debemos de estar observando en este momento porque concentra un dilema: los gobiernos anteriores los evaluamos “a posteriori”, mientras que la actual administración la estamos midiendo “a priori”. Es decir, que evaluar nuevas administraciones habla un poco más de las expectativas que tienen los electores que de los logros, capacidades o fracasos del gobierno. Dato singular es que sólo un gobierno presidencial mexicano - desde que se realizan dichas evaluaciones - comenzó con bajos niveles de aprobación y terminó con muy altos (incluso más altos que los que mantiene AMLO hoy en día) y esa fue la presidencia de Carlos Salinas.

Por ello veo más relevante atender lo que la opinión pública está valorando en rubros específicos, pues estos dan más luz sobre su sentir y el posible comportamiento de la opinión ciudadana hacia los próximos meses.

Siguiendo este razonamiento: ¿Qué han dicho las encuestas sobre los temas específicos que importan a los ciudadanos durante estos meses de administración morenista?

Primero, hay un consenso amplio a nivel ciudadano sobre una agenda política preocupada por abatir la corrupción en el país. En todas las encuestas hay una calificación muy positiva al gobierno por el combate a los corruptos y que indudablemente es una de las variables relevantes en la ecuación de voto que hicieron a los electores optar en las urnas por la actual administración. El combate a la corrupción es la variable que mantiene los niveles de popularidad de AMLO, pues la gente percibe que el Ejecutivo no solo la paliará, sino que la erradicará.

Segundo, hay dudas y calificaciones intermedias sobre el actuar del gobierno en rubros como: manejo de la economía, disminución de la inseguridad y combate a la pobreza. El cambio en estos rubros ha sido más a la baja que el de la evaluación presidencial pues son aspectos más cotidianos y sentidos que la gente puede valorar con mayor detalle.

Lo anterior da una lectura importante a futuro: si el gobierno actual sigue apostando casi exclusivamente – o al menos discursivamente – a temas de combate a la corrupción por encima de dar resultados pronto en generación de empleo, activación de la economía con impacto directo en los bolsillos de los ciudadanos, reducción de los niveles de homicidio, secuestro, robo de vehículos con violencia o extorsión, los cuales han repuntado de acuerdo a los propios datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, es seguro que la base de legitimidad con la que ha arrancado este nuevo gobierno no solo se erosione, sino que se desmorone. El fenómeno es simple y ya lo hemos visto: tenemos una opinión pública cansada y corta de paciencia.