/ martes 27 de octubre de 2020

Psicología para todos | Crecimiento en crisis

La vida a través de sus formas tiene como consigna, actualizar el potencial que cada uno trae consigo alcanzando el punto máximo, siempre en perfeccionamiento y evolución, para así cumplir el sentido de la existencia. Lo externo puede producir, circunstancias agradables o desagradables, pero la respuesta que demos a esa circunstancia depende solo de nosotros.

El único libre albedrio, es la decisión de que hacemos con lo que nos pasa. Te hundes o creces. “No es posible enderezar la voluntad del hombre, mientras su entendimiento permanezca torcido”, Sócrates.

Aristóteles habló del potencial que todo ser humano tiene desde que nace, y señaló que es su responsabilidad, actualizarlo. Es decir, convertir la potencia en acto. Todos tenemos grandeza dentro de nosotros y es nuestra responsabilidad, convertir la potencia en acto.

Para esto es necesario, recorrer las etapas de la educación, del conocimiento propio y son tres: El sentido de la verdad, El sentido de la fe y El sentido de la misión de vida.

En la primera hay que acercarse vacío a cualquier clase de conocimiento; la verdad es renuncia y desapego, eso es la verdad, la renuncia a nuestros sueños, expectativas y juicios previos pues las expectativas nos condicionan. Marco Polo decía nada es lo que es porque nadie sabe cómo son realmente las cosas, pues las cosas adoptan siempre la forma de nuestros deseos. La verdad es solo un punto de partida, conocerse a sí mismo, equivale a conocer la verdad de la propia vida, es decir saber que no se sabe nada. La verdad, es el conocimiento de la sabiduría, y de la verdad estamos hechos de la madera de los sueños y autoengaños.

Siempre se puede acudir al área noética o espiritual, esa área siempre que existe dentro de nosotros. En las peores crisis, o en los mayores triunfos, hay que acudir a esa vocecita interna, donde nos damos cuenta de que somos nada, pero también de la fuerza interna que todos tenemos. La segunda etapa que es la fe, reconocer primero que nada sabemos y precisamente por estar vacíos podemos aspirar a saberlo todo.

El reto de conocernos a nosotros mismos, auto conocernos es ampliar nuestra consciencia. La fe es la avanzada en el entendimiento, en la conquista de lo desconocido.

La fe tiene una extraordinaria importancia psicoterapéutica, es la fe en la fortaleza interior. Es el descubrimiento de nuestra evolución espiritual; así nos atrevemos a ser, lo que vamos descubriendo que somos. En el proceso de autoconocimiento, hemos de encontrar nuestro sentido de vida, que es la tercera etapa de crecimiento.

Solo viniendo de dentro, de nuestro potencial, de nuestra verdad, siendo auténticos actuaremos para nuestro propio crecimiento. Encontrando nuestra misión.

Si no te conoces, no puedes ser auténtico, sino reconoces lo que hay dentro de ti, no hay fortaleza real, solo lo que viene dentro de ti, te permite evolucionar.

Quien dispone de un por que, para vivir, siempre encontrara el cómo. Nietzsche.

Martha Beatriz Kuri González

La vida a través de sus formas tiene como consigna, actualizar el potencial que cada uno trae consigo alcanzando el punto máximo, siempre en perfeccionamiento y evolución, para así cumplir el sentido de la existencia. Lo externo puede producir, circunstancias agradables o desagradables, pero la respuesta que demos a esa circunstancia depende solo de nosotros.

El único libre albedrio, es la decisión de que hacemos con lo que nos pasa. Te hundes o creces. “No es posible enderezar la voluntad del hombre, mientras su entendimiento permanezca torcido”, Sócrates.

Aristóteles habló del potencial que todo ser humano tiene desde que nace, y señaló que es su responsabilidad, actualizarlo. Es decir, convertir la potencia en acto. Todos tenemos grandeza dentro de nosotros y es nuestra responsabilidad, convertir la potencia en acto.

Para esto es necesario, recorrer las etapas de la educación, del conocimiento propio y son tres: El sentido de la verdad, El sentido de la fe y El sentido de la misión de vida.

En la primera hay que acercarse vacío a cualquier clase de conocimiento; la verdad es renuncia y desapego, eso es la verdad, la renuncia a nuestros sueños, expectativas y juicios previos pues las expectativas nos condicionan. Marco Polo decía nada es lo que es porque nadie sabe cómo son realmente las cosas, pues las cosas adoptan siempre la forma de nuestros deseos. La verdad es solo un punto de partida, conocerse a sí mismo, equivale a conocer la verdad de la propia vida, es decir saber que no se sabe nada. La verdad, es el conocimiento de la sabiduría, y de la verdad estamos hechos de la madera de los sueños y autoengaños.

Siempre se puede acudir al área noética o espiritual, esa área siempre que existe dentro de nosotros. En las peores crisis, o en los mayores triunfos, hay que acudir a esa vocecita interna, donde nos damos cuenta de que somos nada, pero también de la fuerza interna que todos tenemos. La segunda etapa que es la fe, reconocer primero que nada sabemos y precisamente por estar vacíos podemos aspirar a saberlo todo.

El reto de conocernos a nosotros mismos, auto conocernos es ampliar nuestra consciencia. La fe es la avanzada en el entendimiento, en la conquista de lo desconocido.

La fe tiene una extraordinaria importancia psicoterapéutica, es la fe en la fortaleza interior. Es el descubrimiento de nuestra evolución espiritual; así nos atrevemos a ser, lo que vamos descubriendo que somos. En el proceso de autoconocimiento, hemos de encontrar nuestro sentido de vida, que es la tercera etapa de crecimiento.

Solo viniendo de dentro, de nuestro potencial, de nuestra verdad, siendo auténticos actuaremos para nuestro propio crecimiento. Encontrando nuestra misión.

Si no te conoces, no puedes ser auténtico, sino reconoces lo que hay dentro de ti, no hay fortaleza real, solo lo que viene dentro de ti, te permite evolucionar.

Quien dispone de un por que, para vivir, siempre encontrara el cómo. Nietzsche.

Martha Beatriz Kuri González