/ martes 23 de marzo de 2021

Psicología para todos | Patriarcado; lo que ha mantenido la discriminación hacia nosotras

Hace tiempo ya que las mujeres del mundo identificamos con un nombre al sistema que históricamente ha impedido la igualdad y ha seguido manteniendo y justificando la discriminación hacia nosotras: se llama patriarcado y no nació ayer.

Los esfuerzos del feminismo se han orientado a desmontarlo, desde el escritorio y las aulas a la banqueta; desde el templete o megáfono de pueblo en pueblo; desde el libro al volante callejero.

Hoy el pacto patriarcal está colocado como tema estrella, más allá de los espacios de siempre. Qué bueno que suene y resuene; que exista como tópico de reflexión en los distintos modos de comunicación que implantó la pandemia. Aquí estamos. En el esfuerzo por explicar y ejemplificar en qué consiste el hoy famoso y ancestral pacto.

En redes sociales, alguien recordaba que, en el siglo XVII, Sor Juana exportó feminismo desde estas tierras.

En México, una de las primeras mujeres que escribió sobre feminismo fue la guerrerense Laureana Wright, taxqueña, de padre estadounidense y madre mexicana. Desde 1887, hablaba de la necesidad de romper los roles de sometimiento y pugnaba porque la mujer dejara de ser vista como un instrumento.

El siglo XIX mexicano cerró con la presencia de mujeres en las universidades y, la segunda década del XX, fue de reivindicaciones. El sufragio no se consiguió en los años treinta porque Lázaro Cárdenas no se atrevió a romper el pacto, a pesar de haber impulsado a varias mujeres en espacios públicos.

El tema de la violencia doméstica llegó mucho más tarde. El foco había estado en lo público y la fuerza del patriarcado no se había visto en el espacio más íntimo. Los ministros de la Corte rompieron el pacto hasta el siglo XXI cuando reconocieron que podía haber violación entre cónyuges.

Cuando las feministas coreamos “se va a caer” es porque la meta se ve más cercana debido a las conquistas del feminismo que, en cadena intergeneracional y sin fronteras, ha ido eslabonando logros.

Terrible la ignorancia del presidente en no entender el pacto patriarcal ni el uso del ya ‘chole’. Mencionemos sólo algunos casos que justifican el “ya chole”. Como son muchas las provocaciones y muchísimos los provocadores de esa expresión estupenda, desplegaré mi solidaridad con el usuario de aquella, a riesgo de que a la mitad de alguno me diga “ya chole”.

Ya chole de invectivas contra candidaturas irreprochables, que honran al país y enriquecen la política, urgida de pretendientes impolutos que se conviertan en gobernantes ejemplares.

Ya chole de furibundas legiones femeninas reclutadas vaya usted a saber cómo que arremeten contra un gobierno que se distingue (es notorio) por su feminismo militante y que ha eliminado hasta el último vestigio de machismo. Es perceptible la empatía de este gobierno hacia las mujeres. ¿Quién puede hablar, hoy día, de violencia de género? Sólo los ignorantes y los difamadores.

Aquí tomo un respiro y detengo las reivindicaciones del “ya chole”. El lector coincidirá en que esta expresión se justifica en quien la utiliza. En conclusión, el feminismo “es una respuesta crítica integral a la subordinación deliberada y sistemática de las mujeres dentro de un escenario cultural dado”.

Ese es el que estamos desmontando y ahí la llevamos.

Hace tiempo ya que las mujeres del mundo identificamos con un nombre al sistema que históricamente ha impedido la igualdad y ha seguido manteniendo y justificando la discriminación hacia nosotras: se llama patriarcado y no nació ayer.

Los esfuerzos del feminismo se han orientado a desmontarlo, desde el escritorio y las aulas a la banqueta; desde el templete o megáfono de pueblo en pueblo; desde el libro al volante callejero.

Hoy el pacto patriarcal está colocado como tema estrella, más allá de los espacios de siempre. Qué bueno que suene y resuene; que exista como tópico de reflexión en los distintos modos de comunicación que implantó la pandemia. Aquí estamos. En el esfuerzo por explicar y ejemplificar en qué consiste el hoy famoso y ancestral pacto.

En redes sociales, alguien recordaba que, en el siglo XVII, Sor Juana exportó feminismo desde estas tierras.

En México, una de las primeras mujeres que escribió sobre feminismo fue la guerrerense Laureana Wright, taxqueña, de padre estadounidense y madre mexicana. Desde 1887, hablaba de la necesidad de romper los roles de sometimiento y pugnaba porque la mujer dejara de ser vista como un instrumento.

El siglo XIX mexicano cerró con la presencia de mujeres en las universidades y, la segunda década del XX, fue de reivindicaciones. El sufragio no se consiguió en los años treinta porque Lázaro Cárdenas no se atrevió a romper el pacto, a pesar de haber impulsado a varias mujeres en espacios públicos.

El tema de la violencia doméstica llegó mucho más tarde. El foco había estado en lo público y la fuerza del patriarcado no se había visto en el espacio más íntimo. Los ministros de la Corte rompieron el pacto hasta el siglo XXI cuando reconocieron que podía haber violación entre cónyuges.

Cuando las feministas coreamos “se va a caer” es porque la meta se ve más cercana debido a las conquistas del feminismo que, en cadena intergeneracional y sin fronteras, ha ido eslabonando logros.

Terrible la ignorancia del presidente en no entender el pacto patriarcal ni el uso del ya ‘chole’. Mencionemos sólo algunos casos que justifican el “ya chole”. Como son muchas las provocaciones y muchísimos los provocadores de esa expresión estupenda, desplegaré mi solidaridad con el usuario de aquella, a riesgo de que a la mitad de alguno me diga “ya chole”.

Ya chole de invectivas contra candidaturas irreprochables, que honran al país y enriquecen la política, urgida de pretendientes impolutos que se conviertan en gobernantes ejemplares.

Ya chole de furibundas legiones femeninas reclutadas vaya usted a saber cómo que arremeten contra un gobierno que se distingue (es notorio) por su feminismo militante y que ha eliminado hasta el último vestigio de machismo. Es perceptible la empatía de este gobierno hacia las mujeres. ¿Quién puede hablar, hoy día, de violencia de género? Sólo los ignorantes y los difamadores.

Aquí tomo un respiro y detengo las reivindicaciones del “ya chole”. El lector coincidirá en que esta expresión se justifica en quien la utiliza. En conclusión, el feminismo “es una respuesta crítica integral a la subordinación deliberada y sistemática de las mujeres dentro de un escenario cultural dado”.

Ese es el que estamos desmontando y ahí la llevamos.