/ martes 8 de diciembre de 2020

Psicología para todos|A un año de que se detectó el virus en el mundo

PRIMERA PARTE

Tuve el virus que ha afectado a más de 59 millones de personas en el mundo y a más de 1 millón en México: el Covid-9. Desde el 17 de noviembre del 2019, algo ha cambiado en la vida de todos los habitantes del planeta, se llama pandemia. De pronto mujeres y hombres, niños y abuelos, jóvenes y padres, familias enteras, viven sin abrazos, sin besos, andamos con las caras cubiertas como antes solo lo hacían los rufianes, ahora es el uniforme de la humanidad, como quien vuelve de un país de fantasía a uno de opresión. Donde las noches largas llegaban con urgencia esperando mañana fuera otro día. Días y noches nos alcanzan sin rumbo. Hay una palabra que abarca todo: La incertidumbre que el coronavirus obliga.

En 15 días de aislamiento tuve tiempo para creer que pensaba y de manera arbitraria y subjetiva escribí estas notas. Éste país está dividido -según yo- en tres: los que tienen miedo, los que tienen rabia y los que tenemos miedo y rabia. Casi la misma razón por la que tenemos miedo en el país: inseguridad, un mal manejo de la pandemia y del sector salud así como de la economía, es por esas razones por la que tenemos rabia.

Nos deshacemos de dolor y rabia si perdemos un ser querido por la inseguridad o por falta o mala atención médica, tenemos miedo de la palabra muerte y eso nos hace sentirnos no libres, encerrados y los delincuentes sueltos y eso nos da rabia. Al igual ver que el mundo no entiende que el enemigo no son: China o Rusia o Estados Unidos o las Coreas Ni a nivel nacional los diferentes colores de partidos. El enemigo real son los microbios.

Bueno, ahora todo mundo se preocupa por todo mundo, Parece ser que así vivimos. Padecí 15 días con la enfermedad; honestamente nunca pensé que me fuera a dar; llevo una alimentación casi sana, hago muchísimo ejercicio, me lavo las manos frecuentemente y desde que apareció el primer caso en México, el pasado 27 de febrero, estuve bastante aislada en casa, solo saliendo a correr con cubreboca, dar consulta por zoom y unas pocas presentes, salí a apoyar causas por derechos de la mujer con todas las precauciones. Sin embargo, algo falló y mi prueba Covid-19 salió positiva.

Al igual que millones de personas, me obsesioné con este virus. Desde muy al principio del año leí que era necesario tener un oxímetro y oxígeno en casa y monitorearse; al inicio de la primavera oí que había un cocktail “milagroso” que curaba de la enfermedad, ivermectina, azitromicina e hidroxicloroquina, pero con el paso del tiempo, la investigación médica ha encontrado que realmente no tienen efecto alguno y por lo cual es absolutamente desaconsejable administrarlo si no hay síntomas. Me dieron eso y me inyectaron otras cosas y vitaminas. Mi caso fue grave y si temí morir, me negué a ser hospitalizada. No recomiendo automedicarse.

Ver las calles más repletas de gente, ya muchos sin cubre bocas, y locales que dicen estar al 30% de ocupación, pero que no lo parecen. Más que juzgar, entiendo el hartazgo y la necesidad de trabajar. Dicen los economistas que en el mundo los asiáticos ya recuperaron las pérdidas económicas de los primeros tres meses y han rebasado los resultados del año inmediato. Cabe aclarar que no en todos esos países son demócratas, liberales y sociales. Son autoritarios. Las democracias respetuosas de las libertades se han mostrado ineficientes. Dando paso a gobiernos populistas sean de derechas o izquierdas, que polarizan, nada resuelven y tensan las relaciones entre la sociedad. Este maldito virus gordo te aísla de la gente querida. Te despoja del placer, del goce del sabor de los alimentos. En casos fatales el virus no te permite estar con tus seres queridos.

PRIMERA PARTE

Tuve el virus que ha afectado a más de 59 millones de personas en el mundo y a más de 1 millón en México: el Covid-9. Desde el 17 de noviembre del 2019, algo ha cambiado en la vida de todos los habitantes del planeta, se llama pandemia. De pronto mujeres y hombres, niños y abuelos, jóvenes y padres, familias enteras, viven sin abrazos, sin besos, andamos con las caras cubiertas como antes solo lo hacían los rufianes, ahora es el uniforme de la humanidad, como quien vuelve de un país de fantasía a uno de opresión. Donde las noches largas llegaban con urgencia esperando mañana fuera otro día. Días y noches nos alcanzan sin rumbo. Hay una palabra que abarca todo: La incertidumbre que el coronavirus obliga.

En 15 días de aislamiento tuve tiempo para creer que pensaba y de manera arbitraria y subjetiva escribí estas notas. Éste país está dividido -según yo- en tres: los que tienen miedo, los que tienen rabia y los que tenemos miedo y rabia. Casi la misma razón por la que tenemos miedo en el país: inseguridad, un mal manejo de la pandemia y del sector salud así como de la economía, es por esas razones por la que tenemos rabia.

Nos deshacemos de dolor y rabia si perdemos un ser querido por la inseguridad o por falta o mala atención médica, tenemos miedo de la palabra muerte y eso nos hace sentirnos no libres, encerrados y los delincuentes sueltos y eso nos da rabia. Al igual ver que el mundo no entiende que el enemigo no son: China o Rusia o Estados Unidos o las Coreas Ni a nivel nacional los diferentes colores de partidos. El enemigo real son los microbios.

Bueno, ahora todo mundo se preocupa por todo mundo, Parece ser que así vivimos. Padecí 15 días con la enfermedad; honestamente nunca pensé que me fuera a dar; llevo una alimentación casi sana, hago muchísimo ejercicio, me lavo las manos frecuentemente y desde que apareció el primer caso en México, el pasado 27 de febrero, estuve bastante aislada en casa, solo saliendo a correr con cubreboca, dar consulta por zoom y unas pocas presentes, salí a apoyar causas por derechos de la mujer con todas las precauciones. Sin embargo, algo falló y mi prueba Covid-19 salió positiva.

Al igual que millones de personas, me obsesioné con este virus. Desde muy al principio del año leí que era necesario tener un oxímetro y oxígeno en casa y monitorearse; al inicio de la primavera oí que había un cocktail “milagroso” que curaba de la enfermedad, ivermectina, azitromicina e hidroxicloroquina, pero con el paso del tiempo, la investigación médica ha encontrado que realmente no tienen efecto alguno y por lo cual es absolutamente desaconsejable administrarlo si no hay síntomas. Me dieron eso y me inyectaron otras cosas y vitaminas. Mi caso fue grave y si temí morir, me negué a ser hospitalizada. No recomiendo automedicarse.

Ver las calles más repletas de gente, ya muchos sin cubre bocas, y locales que dicen estar al 30% de ocupación, pero que no lo parecen. Más que juzgar, entiendo el hartazgo y la necesidad de trabajar. Dicen los economistas que en el mundo los asiáticos ya recuperaron las pérdidas económicas de los primeros tres meses y han rebasado los resultados del año inmediato. Cabe aclarar que no en todos esos países son demócratas, liberales y sociales. Son autoritarios. Las democracias respetuosas de las libertades se han mostrado ineficientes. Dando paso a gobiernos populistas sean de derechas o izquierdas, que polarizan, nada resuelven y tensan las relaciones entre la sociedad. Este maldito virus gordo te aísla de la gente querida. Te despoja del placer, del goce del sabor de los alimentos. En casos fatales el virus no te permite estar con tus seres queridos.