/ miércoles 4 de julio de 2018

Sólo para villamelones

De un tiempo a la fecha, se nos ha dado por pensar que la tauromaquia es afín a los partidos políticos de derecha, y que los de izquierda deben tender a colocarse en una postura “progresista” que más bien se aleje de este espectáculo que los animalistas consideran tan dañino. En España esto es tan evidente que es normal ver a concejales del Partido Popular abogar por los toros, a los del PSOE navegar sin compromisos en las aguas de lo “políticamente correcto”, y a los de Podemos poniéndole piedras y más piedras al mundo del toro.

El extremo llegó hace unos días, cuando precisamente este partido de izquierda, Podemos, decidió emprender una campaña para reforzar su interés en formalizar normas que alejen a los menores de edad de las plazas de toros y de todo aquello que se acerque a este espectáculo centenario. Contra toda lógica de quienes supuestamente caminan del lado de la modernidad, el progreso, los derechos humanos y las causas populares, a los integrantes de este partido les pareció mejor prohibir el derecho a la libertad de los padres en la educación de sus hijos, y de los medios de comunicación a informar, que proponer medidas que apoyaran el desarrollo cultural y el bienestar general de un pueblo.

Así, Podemos llevará al parlamento madrileño una propuesta de ley que pretende prohibir la entrada de menores de edad a espectáculos taurinos y a participar en los mismos o en escuelas de toreo, y también que se trasmitan espectáculos de esta naturaleza en horarios “de protección del menor”. Prohibir y más prohibir.

El caso, seguramente no contemplado por estos “progresistas” e imaginativos legisladores es que en la promoción utilizan la fotografía de un niño vestido de torero con el estoque enfilado a ejecutar la suerte suprema. Lo hicieron alterando el recato mínimo que deberían tener para esa población, la infantil que dicen proteger, y aún más grave, sin la autorización del niño de la foto.

Y resulta que ese niño de la imagen es, nada menos, que Michelito Lagravere, el torero mexicano que, como sabemos, empezó muy jovencito en esta profesión y que hoy ya tiene veinte años de alternativa.

El torero yucateco ya anunció, vía Twitter, que tomará acciones legales en contra de Podemos, y en esa empresa no hay más que desearle un triunfo, pues sería simplemente lo justo.

Yo, mientras tanto, me sigo preguntando porqué habría que asociar una tendencia política con los toros. ¿Acaso no pueden existir derechistas que sean, a la par, animalistas? ¿Acaso no se puede ser de izquierda y, al mismo tiempo, aficionado a los toros? Pareciera como si esta nueva generación de políticos, además de pretender prohibirlo todo, desearía encasillarlo todo. Y el toreo, como la vida, no se puede entender sin libertad.

De un tiempo a la fecha, se nos ha dado por pensar que la tauromaquia es afín a los partidos políticos de derecha, y que los de izquierda deben tender a colocarse en una postura “progresista” que más bien se aleje de este espectáculo que los animalistas consideran tan dañino. En España esto es tan evidente que es normal ver a concejales del Partido Popular abogar por los toros, a los del PSOE navegar sin compromisos en las aguas de lo “políticamente correcto”, y a los de Podemos poniéndole piedras y más piedras al mundo del toro.

El extremo llegó hace unos días, cuando precisamente este partido de izquierda, Podemos, decidió emprender una campaña para reforzar su interés en formalizar normas que alejen a los menores de edad de las plazas de toros y de todo aquello que se acerque a este espectáculo centenario. Contra toda lógica de quienes supuestamente caminan del lado de la modernidad, el progreso, los derechos humanos y las causas populares, a los integrantes de este partido les pareció mejor prohibir el derecho a la libertad de los padres en la educación de sus hijos, y de los medios de comunicación a informar, que proponer medidas que apoyaran el desarrollo cultural y el bienestar general de un pueblo.

Así, Podemos llevará al parlamento madrileño una propuesta de ley que pretende prohibir la entrada de menores de edad a espectáculos taurinos y a participar en los mismos o en escuelas de toreo, y también que se trasmitan espectáculos de esta naturaleza en horarios “de protección del menor”. Prohibir y más prohibir.

El caso, seguramente no contemplado por estos “progresistas” e imaginativos legisladores es que en la promoción utilizan la fotografía de un niño vestido de torero con el estoque enfilado a ejecutar la suerte suprema. Lo hicieron alterando el recato mínimo que deberían tener para esa población, la infantil que dicen proteger, y aún más grave, sin la autorización del niño de la foto.

Y resulta que ese niño de la imagen es, nada menos, que Michelito Lagravere, el torero mexicano que, como sabemos, empezó muy jovencito en esta profesión y que hoy ya tiene veinte años de alternativa.

El torero yucateco ya anunció, vía Twitter, que tomará acciones legales en contra de Podemos, y en esa empresa no hay más que desearle un triunfo, pues sería simplemente lo justo.

Yo, mientras tanto, me sigo preguntando porqué habría que asociar una tendencia política con los toros. ¿Acaso no pueden existir derechistas que sean, a la par, animalistas? ¿Acaso no se puede ser de izquierda y, al mismo tiempo, aficionado a los toros? Pareciera como si esta nueva generación de políticos, además de pretender prohibirlo todo, desearía encasillarlo todo. Y el toreo, como la vida, no se puede entender sin libertad.