/ miércoles 12 de diciembre de 2018

Sólo para villamelones

¿Qué tanto sirve la televisión a la Tauromaquia? ¿Qué tanto las trasmisiones televisivas de las corridas ayudan a formar afición en tiempos, como los actuales, de zozobra?

En lo personal no me atrevería a contradecir que la televisión crea afición, ayuda a que la Fiesta se mantenga viva, colabora a la difusión del espectáculo. No podría ser de otra manera, si consideramos que pertenezco a esa generación de taurinos que se formaron viendo las corridas de la Plaza México por televisión, en aquellos tiempos en que ésta era en blanco y negro, y don Pepe Alameda dictaba cátedra tras los micrófonos.

Recuerdo con especial nostalgia aquellas tardes de domingo, con el televisor mostrando lo que acontecía en la plaza, al lado del abuelo Francisco que no se perdía ninguna de las trasmisiones. Ahí, frente al televisor Admiral, aprendí, como tantos otros en aquellos tiempos, a amar esta expresión artística, tan incomprendida en la actualidad.

Aunque habría que matizar un tanto la contundencia de la respuesta a las preguntas del inicio. Efectivamente la televisión puede ayudar a crear afición, a educar a los interesados en el llamado “Arte de Cúchares”, siempre y cuando exista detrás alguien capaz de hacerse cargo de esa formación de digna manera.

Lo digo porque últimamente no me resulta tan aleccionador, tan formador, lo que escucho en los micrófonos de las trasmisiones televisivas de la “temporada grande”; hay en estas expresiones verbales un mundo de diferencia con aquello que escuchábamos en la voz del gran Alameda. A veces incluso, cuando no alcanza a aleccionar, una mala narración puede mal formar a quienes se están acercando al toreo.

Añádale a eso la pésima dirección de cámaras de las mencionadas trasmisiones, más atenta a detalles sin importancia que a lo que realmente importa. Para ilustrar esto, tan sólo basta citar el ejemplo de que jamás, ni por equivocación, se les ocurrirá hacer un “close up” de las estocadas, para que los aficionados televidentes descubran las características con las que se concretó la suerte suprema.

Todo esto viene a colación por el hecho de que no habrá trasmisión televisiva de la corrida que este miércoles 12 de diciembre se llevará a cabo en la Plaza México. Con una precisión: No habrá trasmisión para nuestro país, pero sí se podrá ver en España. Se dice que esto es el resultado de una solicitud expresa de Morante de la Puebla, aunque como suele suceder en el medio, todo está oculto al conocimiento de quienes están más allá del nimio círculo de los organizadores.

Entre una cosa y otra, entre las posturas de las figuras llegadas de fuera a la espera de los duendes y las malas trasmisiones, sale perdiendo el aficionado, y aquellos que pudieran llegar a serlo y a quienes debería tratárseles con mayor respeto y cuidado.

¿Qué tanto sirve la televisión a la Tauromaquia? ¿Qué tanto las trasmisiones televisivas de las corridas ayudan a formar afición en tiempos, como los actuales, de zozobra?

En lo personal no me atrevería a contradecir que la televisión crea afición, ayuda a que la Fiesta se mantenga viva, colabora a la difusión del espectáculo. No podría ser de otra manera, si consideramos que pertenezco a esa generación de taurinos que se formaron viendo las corridas de la Plaza México por televisión, en aquellos tiempos en que ésta era en blanco y negro, y don Pepe Alameda dictaba cátedra tras los micrófonos.

Recuerdo con especial nostalgia aquellas tardes de domingo, con el televisor mostrando lo que acontecía en la plaza, al lado del abuelo Francisco que no se perdía ninguna de las trasmisiones. Ahí, frente al televisor Admiral, aprendí, como tantos otros en aquellos tiempos, a amar esta expresión artística, tan incomprendida en la actualidad.

Aunque habría que matizar un tanto la contundencia de la respuesta a las preguntas del inicio. Efectivamente la televisión puede ayudar a crear afición, a educar a los interesados en el llamado “Arte de Cúchares”, siempre y cuando exista detrás alguien capaz de hacerse cargo de esa formación de digna manera.

Lo digo porque últimamente no me resulta tan aleccionador, tan formador, lo que escucho en los micrófonos de las trasmisiones televisivas de la “temporada grande”; hay en estas expresiones verbales un mundo de diferencia con aquello que escuchábamos en la voz del gran Alameda. A veces incluso, cuando no alcanza a aleccionar, una mala narración puede mal formar a quienes se están acercando al toreo.

Añádale a eso la pésima dirección de cámaras de las mencionadas trasmisiones, más atenta a detalles sin importancia que a lo que realmente importa. Para ilustrar esto, tan sólo basta citar el ejemplo de que jamás, ni por equivocación, se les ocurrirá hacer un “close up” de las estocadas, para que los aficionados televidentes descubran las características con las que se concretó la suerte suprema.

Todo esto viene a colación por el hecho de que no habrá trasmisión televisiva de la corrida que este miércoles 12 de diciembre se llevará a cabo en la Plaza México. Con una precisión: No habrá trasmisión para nuestro país, pero sí se podrá ver en España. Se dice que esto es el resultado de una solicitud expresa de Morante de la Puebla, aunque como suele suceder en el medio, todo está oculto al conocimiento de quienes están más allá del nimio círculo de los organizadores.

Entre una cosa y otra, entre las posturas de las figuras llegadas de fuera a la espera de los duendes y las malas trasmisiones, sale perdiendo el aficionado, y aquellos que pudieran llegar a serlo y a quienes debería tratárseles con mayor respeto y cuidado.