/ miércoles 19 de diciembre de 2018

Sólo para villamelones

Cuando el fanatismo y la falta de argumentos raya en lo absurdo, suceden cosas como ésta. Y lo más lamentable es que tonterías así están sucediendo con demasiada frecuencia.

Aunque se ha dado a conocer formalmente hasta estos días, desde el verano pasado, los responsables del Parque Warner, en Madrid, decidieron retirar una de las estatuas que adornan este espacio de entretenimiento, ubicado en la comunidad madrileña de San Martín de la Vega: la del Bugs Bunny torero.

El popular personaje de dibujos animados de esa prestigiada firma, la Warner Bros, fundada en California en 1923, toreó alguna vez en su vida caricaturesca; lo hizo con la gracia que le caracterizó siempre y sin algún prejuicio establecido. Tan exitoso fue aquel episodio, que en el parque temático madrileño lucía con su traje de luces, con montera en la cabeza y capote en la mano, sobre la atlética figura de un fiero toro.

Pues la quitaron ante las presiones de los antitaurinos, para regocijo del partido político Podemos, que en su cuenta de Twitter divulgó el hecho, aduciendo que no era coherente que se hiciera una apología de “una tradición bárbara y sangrienta”.

A esos extremos ridículos estamos llegando: Al de considerar a una acción de un personaje tan blanco como el famoso conejo, algo indigno de estar representado en una escultura “apológica”.

Al paso que vamos, Silvestre, el simpático gato de la misma compañía, será acusado de maltrato para con el pobre de Piolín, y se sostendrá que el Coyote hace apología de la violencia al tratar de atrapar, con tanta insistencia y con quién sabe qué maléficos fines, al Correcaminos. Ya no quiero imaginar lo que sucederá con Elmer y su siempre presta proclividad a ejercer la “insostenible, bárbara y sangrienta” actividad de la caza.

En el Parque Warner se puede apreciar la cuarta torre más alta de caída de agua, representaciones de espacios emblemáticos, como la sala de redacción donde trabajaba Clark Kent; locaciones del viejo oeste, la fachada de la Loca Academia de Policía, albercas, restaurantes, tienda temática, toboganes, el automóvil de Pedro Picapiedra, y alguna fuente coronada con Bugs Bunny regando.

Pero Bugs Bunny torero no. Su estatua fue retirada con todo y fiero toro, y sólo ha quedado la base para alguna otra opción.

Cuando el fanatismo y la falta de argumentos raya en lo absurdo, suceden cosas como ésta. Y lo más lamentable es que tonterías así están sucediendo con demasiada frecuencia.

Aunque se ha dado a conocer formalmente hasta estos días, desde el verano pasado, los responsables del Parque Warner, en Madrid, decidieron retirar una de las estatuas que adornan este espacio de entretenimiento, ubicado en la comunidad madrileña de San Martín de la Vega: la del Bugs Bunny torero.

El popular personaje de dibujos animados de esa prestigiada firma, la Warner Bros, fundada en California en 1923, toreó alguna vez en su vida caricaturesca; lo hizo con la gracia que le caracterizó siempre y sin algún prejuicio establecido. Tan exitoso fue aquel episodio, que en el parque temático madrileño lucía con su traje de luces, con montera en la cabeza y capote en la mano, sobre la atlética figura de un fiero toro.

Pues la quitaron ante las presiones de los antitaurinos, para regocijo del partido político Podemos, que en su cuenta de Twitter divulgó el hecho, aduciendo que no era coherente que se hiciera una apología de “una tradición bárbara y sangrienta”.

A esos extremos ridículos estamos llegando: Al de considerar a una acción de un personaje tan blanco como el famoso conejo, algo indigno de estar representado en una escultura “apológica”.

Al paso que vamos, Silvestre, el simpático gato de la misma compañía, será acusado de maltrato para con el pobre de Piolín, y se sostendrá que el Coyote hace apología de la violencia al tratar de atrapar, con tanta insistencia y con quién sabe qué maléficos fines, al Correcaminos. Ya no quiero imaginar lo que sucederá con Elmer y su siempre presta proclividad a ejercer la “insostenible, bárbara y sangrienta” actividad de la caza.

En el Parque Warner se puede apreciar la cuarta torre más alta de caída de agua, representaciones de espacios emblemáticos, como la sala de redacción donde trabajaba Clark Kent; locaciones del viejo oeste, la fachada de la Loca Academia de Policía, albercas, restaurantes, tienda temática, toboganes, el automóvil de Pedro Picapiedra, y alguna fuente coronada con Bugs Bunny regando.

Pero Bugs Bunny torero no. Su estatua fue retirada con todo y fiero toro, y sólo ha quedado la base para alguna otra opción.