/ miércoles 3 de abril de 2019

Sólo para villamelones

Apenas el pasado domingo, el joven Miguel Aguilar tomó parte en una novillada con picadores. Lo hizo en el ruedo donde solía entrenar antes de marchar a prepararse profesionalmente a España: el de la tradicional plaza hidrocálida de San Marcos, en su tierra natal.

Miguel ha tenido un par de exitosas temporadas en España, donde el pasado año triunfó en el certamen “Destino a la Glorieta”, y apenas hace unos días consiguió el “zapato de plata”, un reconocimiento que ya antes habían obtenido otros novilleros mexicanos, en Arnedo.

Su carrera, aún corta, ha conseguido despertar la ilusión de los aficionados, pues Aguilar forma parte de una camada de jóvenes novilleros que hacen vislumbrar un panorama alentador para el futuro de la fiesta nacional. Tan corta es la trayectoria del hermano de Mario Aguilar que apenas se presentó de luces en el 2016, unos meses antes de alistarse en el CITAR, el Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento, de Fuentelencina.

Admirador de Alejandro Talavante, el segundo hijo varón de la familia Aguilar asegura que la triste e inesperada muerte de su hermano Mario, en junio pasado, lo ha cambiado para bien, y ha relatado, a pregunta expresa, la anécdota de cuándo fue enterado, en España, de la trágica noticia. Le preguntaron si quería regresar a México, para estar con su familia en esos difíciles momentos, pero prefirió quedarse allá para seguir preparándose en la profesión que le mostró, tiempo atrás, su hermano. “Mi lugar estaba ahí”, ha dicho sobre ese momento, “en busca de mis sueños”.

La labor taurina de Miguel ha sido sobresaliente en tierras europeas, sumando más de cincuenta festejos sin caballos y cortando otras tantas orejas, además de un rabo, pero sobre todo, ha conseguido reconocimiento de enorme valor, como el más reciente en Arnedo, en La Rioja, con el que concluyó brillantemente la primera etapa de su caminar taurino.

En Aguascalientes el pasado domingo, Aguilar cortó dos orejas, una a cada uno de sus novillos, y se ganó la oportunidad de volver a ser anunciado en la temporada novilleril de ese coso que tanto significó para él en sus comienzos como torero. Quienes lo vieron hablan de su decisión, de sus buenas maneras, y de esa posibilidad de verlo, en unos años, convertido en figura del toreo.

El camino aún es largo, pero los pasos, en su caso, parecen seguros y certeros. Habrá que desear que los toros lo respeten y que la vida le brinde esa luz que un día, cruelmente, le negó a su hermano mayor.

Apenas el pasado domingo, el joven Miguel Aguilar tomó parte en una novillada con picadores. Lo hizo en el ruedo donde solía entrenar antes de marchar a prepararse profesionalmente a España: el de la tradicional plaza hidrocálida de San Marcos, en su tierra natal.

Miguel ha tenido un par de exitosas temporadas en España, donde el pasado año triunfó en el certamen “Destino a la Glorieta”, y apenas hace unos días consiguió el “zapato de plata”, un reconocimiento que ya antes habían obtenido otros novilleros mexicanos, en Arnedo.

Su carrera, aún corta, ha conseguido despertar la ilusión de los aficionados, pues Aguilar forma parte de una camada de jóvenes novilleros que hacen vislumbrar un panorama alentador para el futuro de la fiesta nacional. Tan corta es la trayectoria del hermano de Mario Aguilar que apenas se presentó de luces en el 2016, unos meses antes de alistarse en el CITAR, el Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento, de Fuentelencina.

Admirador de Alejandro Talavante, el segundo hijo varón de la familia Aguilar asegura que la triste e inesperada muerte de su hermano Mario, en junio pasado, lo ha cambiado para bien, y ha relatado, a pregunta expresa, la anécdota de cuándo fue enterado, en España, de la trágica noticia. Le preguntaron si quería regresar a México, para estar con su familia en esos difíciles momentos, pero prefirió quedarse allá para seguir preparándose en la profesión que le mostró, tiempo atrás, su hermano. “Mi lugar estaba ahí”, ha dicho sobre ese momento, “en busca de mis sueños”.

La labor taurina de Miguel ha sido sobresaliente en tierras europeas, sumando más de cincuenta festejos sin caballos y cortando otras tantas orejas, además de un rabo, pero sobre todo, ha conseguido reconocimiento de enorme valor, como el más reciente en Arnedo, en La Rioja, con el que concluyó brillantemente la primera etapa de su caminar taurino.

En Aguascalientes el pasado domingo, Aguilar cortó dos orejas, una a cada uno de sus novillos, y se ganó la oportunidad de volver a ser anunciado en la temporada novilleril de ese coso que tanto significó para él en sus comienzos como torero. Quienes lo vieron hablan de su decisión, de sus buenas maneras, y de esa posibilidad de verlo, en unos años, convertido en figura del toreo.

El camino aún es largo, pero los pasos, en su caso, parecen seguros y certeros. Habrá que desear que los toros lo respeten y que la vida le brinde esa luz que un día, cruelmente, le negó a su hermano mayor.