/ miércoles 25 de noviembre de 2020

Sólo para Villamelones

Se dice que un día entró a la oficina de don Emilio Azcárraga Vidaurreta, allá en las instalaciones de la famosa W, para venderle zapatos, y que habló tanto que el magnate de la comunicación, que no le compró la mercancía, acabó por enviarle, el domingo siguiente, a narrar la corrida de toros. Se dice también que nunca antes había asistido a un festejo taurino. Y se dice que todo esto lo contaba él mismo.

El caso es que Francisco Rubiales Calvo, ya con el apodo de Paco Malgesto, utilizado por primera ocasión en una publicación de “Multitudes”, se convirtió en uno de los más solvente y míticos cronistas taurinos, por la espontaneidad de su charla y la facilidad con la que describía las características de los bureles, de los ternos de los toreros y de los pases que le daban forma a las faenas.

Como con Pepe Alameda, con Malgesto, muchos radioescuchas se hicieron aficionados a la fiesta brava gracias a aquella voz que solía empezar a cautivar con la frase icónica de “pero oiga usted”.

Rubiales fue un hombre forjado en la necesidad y el trabajo, pues quedó huérfano a los nueve años, y se tuvo que ganar la vida, allá en el barrio de La Merced de la Ciudad de México, su tierra natal, con solo la primaria terminada y trabajando de mozo de tlapalería, antes, claro está, de convertirse en vendedor de zapatos.

Aquellos difíciles inicios de vida no le impidieron manejar el lenguaje con maestría y convertirse en un connotado locutor y animador, pionero de la televisión en México, además de periodista y escritor, disciplina esta última en la que sobresale su trabajo con el libro “Armillita, maestro de maestros: 100 años de dinastía taurina”.

Controvertido en la vida real, sobre todo por su matrimonio y posterior divorcio de Flor Silvestre, el popular presentador tuvo en total cuatro hijos, dos con la cantante, otra con Guillermina Peñaloza, y otra más con Estela de Alba.

Maestro de la voz, de la palabra, de la magia de describir lo que acontecía en un ruedo, Paco Malgesto es uno de los cronistas más importantes del siglo XX, y, sin duda, un maestro para varias generaciones de taurinos hoy ya veteranos.

Se dice que un día entró a la oficina de don Emilio Azcárraga Vidaurreta, allá en las instalaciones de la famosa W, para venderle zapatos, y que habló tanto que el magnate de la comunicación, que no le compró la mercancía, acabó por enviarle, el domingo siguiente, a narrar la corrida de toros. Se dice también que nunca antes había asistido a un festejo taurino. Y se dice que todo esto lo contaba él mismo.

El caso es que Francisco Rubiales Calvo, ya con el apodo de Paco Malgesto, utilizado por primera ocasión en una publicación de “Multitudes”, se convirtió en uno de los más solvente y míticos cronistas taurinos, por la espontaneidad de su charla y la facilidad con la que describía las características de los bureles, de los ternos de los toreros y de los pases que le daban forma a las faenas.

Como con Pepe Alameda, con Malgesto, muchos radioescuchas se hicieron aficionados a la fiesta brava gracias a aquella voz que solía empezar a cautivar con la frase icónica de “pero oiga usted”.

Rubiales fue un hombre forjado en la necesidad y el trabajo, pues quedó huérfano a los nueve años, y se tuvo que ganar la vida, allá en el barrio de La Merced de la Ciudad de México, su tierra natal, con solo la primaria terminada y trabajando de mozo de tlapalería, antes, claro está, de convertirse en vendedor de zapatos.

Aquellos difíciles inicios de vida no le impidieron manejar el lenguaje con maestría y convertirse en un connotado locutor y animador, pionero de la televisión en México, además de periodista y escritor, disciplina esta última en la que sobresale su trabajo con el libro “Armillita, maestro de maestros: 100 años de dinastía taurina”.

Controvertido en la vida real, sobre todo por su matrimonio y posterior divorcio de Flor Silvestre, el popular presentador tuvo en total cuatro hijos, dos con la cantante, otra con Guillermina Peñaloza, y otra más con Estela de Alba.

Maestro de la voz, de la palabra, de la magia de describir lo que acontecía en un ruedo, Paco Malgesto es uno de los cronistas más importantes del siglo XX, y, sin duda, un maestro para varias generaciones de taurinos hoy ya veteranos.