/ miércoles 12 de mayo de 2021

Sólo para villamelones | El regreso de los toreros

El regreso de los toreros es algo común. Regresar del retiro, o de una pausa forzada, para volver a gozar de la adrenalina de pararse frente a una res brava. Incluso, Conchita Cintrón escribió el mítico libro “Por qué vuelven los toreros”.

De hecho, el volver es algo común en el mundo del toro: vuelven los toreros como tales, pero también como ganaderos, como empresarios o como apoderados, tratando de llenar ese vacío que la ausencia del toro les provoca en el alma, en una eterna búsqueda de esas sensaciones que, en su momento, les llenaron el tiempo y la vida.

De nuestras grandes figuras de antaño regresaron casi todos. Lo hizo Manolo Martínez, y también Eloy Cavazos, en más de una ocasión; lo hicieron Camino y Litri, aunque sólo fuese para apadrinar a sus hijos; lo hizo igualmente Curro Rivera, dicen que acosado por la necesidad no sólo de alimentar el alma.

Y otros regresan sin haberse ido, tan sólo maltratados por el desdén de las empresas, incluso por años. Aquí quizá uno de los ejemplos más significativos haya sido la de Rodolfo Rodríguez, “El Pana”, que catapultó su carrera, llena de sequías, justo en la tarde de su anunciado retiro.

Jorge Gutiérrez, fiel a su palabra de no volver, no lo hizo más que en una ocasión, significativa e ineludible: la del festival en apoyo a la familia de un amigo fallecido, y lo hizo de tal forma y contundencia, que acabó saliendo a hombros tras una bella faena de dos orejas.

Quien cargó a Jorge en esa fecha especial, y quien también resultó triunfador, fue Alejandro Talavante, quien años después anunciaría su retiro voluntario, y luego su interés en regresar en tiempos acosados por la pandemia.

Y es que vivir sin el embrujo del toro, sin las sensaciones de pasarse por la taleguilla a un animal bravo, sin el mundo de luces, de sombras, de sangre y de sol que conlleva la Fiesta, es un pasaje difícil de sobrellevar para quienes lo han vivido. Después de sufrir los efectos del veneno del toreo, para mantenerse lejos de ese mundo se requiere acaso más valentía que para estar en él.

El regreso de los toreros es algo común. Regresar del retiro, o de una pausa forzada, para volver a gozar de la adrenalina de pararse frente a una res brava. Incluso, Conchita Cintrón escribió el mítico libro “Por qué vuelven los toreros”.

De hecho, el volver es algo común en el mundo del toro: vuelven los toreros como tales, pero también como ganaderos, como empresarios o como apoderados, tratando de llenar ese vacío que la ausencia del toro les provoca en el alma, en una eterna búsqueda de esas sensaciones que, en su momento, les llenaron el tiempo y la vida.

De nuestras grandes figuras de antaño regresaron casi todos. Lo hizo Manolo Martínez, y también Eloy Cavazos, en más de una ocasión; lo hicieron Camino y Litri, aunque sólo fuese para apadrinar a sus hijos; lo hizo igualmente Curro Rivera, dicen que acosado por la necesidad no sólo de alimentar el alma.

Y otros regresan sin haberse ido, tan sólo maltratados por el desdén de las empresas, incluso por años. Aquí quizá uno de los ejemplos más significativos haya sido la de Rodolfo Rodríguez, “El Pana”, que catapultó su carrera, llena de sequías, justo en la tarde de su anunciado retiro.

Jorge Gutiérrez, fiel a su palabra de no volver, no lo hizo más que en una ocasión, significativa e ineludible: la del festival en apoyo a la familia de un amigo fallecido, y lo hizo de tal forma y contundencia, que acabó saliendo a hombros tras una bella faena de dos orejas.

Quien cargó a Jorge en esa fecha especial, y quien también resultó triunfador, fue Alejandro Talavante, quien años después anunciaría su retiro voluntario, y luego su interés en regresar en tiempos acosados por la pandemia.

Y es que vivir sin el embrujo del toro, sin las sensaciones de pasarse por la taleguilla a un animal bravo, sin el mundo de luces, de sombras, de sangre y de sol que conlleva la Fiesta, es un pasaje difícil de sobrellevar para quienes lo han vivido. Después de sufrir los efectos del veneno del toreo, para mantenerse lejos de ese mundo se requiere acaso más valentía que para estar en él.