/ miércoles 28 de julio de 2021

Sólo para villamelones | Nuevo triunfo de Fonseca

El de Isaac Fonseca es un nombre que ha sido repetido en esta columna muchas veces. Y lo ha sido no solamente por lo que ha demostrado en los ruedos del mundo, que ha sido mucho, sino también por su espíritu indomable, su afición a toda prueba, y la pasión que le ha impreso a su todavía corta, pero brillante, trayectoria.

El pretexto ahora, para volver a hablar del joven novillero michoacano es su más reciente triunfo, en Cadalso de los Vidrios, al llevarse la final del circuito de novilladas de la comunidad de Madrid, y al hacerlo con agallas, con el corazón por delante, a pesar de haber sufrido varias volteretas y un percance durante su actuación, que le obligó a recibir el reconocimiento en juego con la boca ensangrentada. En total, tres orejas cortadas a ley.

Isaac es uno de esos toreros que no ha tenido un camino fácil, pero que una y otra vez, ha ido demostrando su valía y sus ganas de convertirse en figura, no solo en su tierra natal, sino también en España, donde les ha dado batalla contundente a los novilleros ibéricos.

Iba a torear en Madrid, en el coso de Las Ventas, el año pasado, en un festejo que representaba mucho para él y para quienes lo apoderan, pero la pandemia arruinó la posibilidad de la novillada y lo obligó a detener su prometedor camino por aquellas tierras de atrás del Atlántico. Desde entonces, siguió trabajando incansablemente en el campo, a la espera de una oportunidad que tendría que venir tarde o temprano.

El nuevo logro de Fonseca refresca en el recuerdo y el ánimo de los espectadores taurinos la lucha incansable del novillero, desde que en su país de origen se abrió paso en muy diversas plazas, incluida la de Juriquilla, en Querétaro, y luego en España, al inicio en festejos sin picadores, y con ellos después.

Aquí contó siempre con el consejo y la guía del matador Jacobo Hernández, quien lo acompañó en el campo y en las plazas, desde un callejón que sirvió de palestra para aconsejarlo, no sólo sobre lo que hay que aprenderle a los bureles durante la lidia, sino también, y quizá de manera más importante, sobre lo que representa ser torero fuera de las ruedos. Por ello, Isaac no parece haber perdido el piso, ni la brújula, del camino.

En España lo ha arropado Carlos Aragón Cancela, en cuya casa ha vivido, incluso en épocas de dura pandemia, el novillero moreliano, y es él quien le está manejando su carrera en aquellos lares, siempre con una visión a futuro, de caminar lento pero con paso seguro.

Leía una crónica de lo acontecido en la final del circuito madrileño novilleril, donde se asentaba que Isaac Fonseca parecía estar dispuesto a dar la vida por un sueño. Y sí, eso es cada tarde, cada oportunidad. El sueño, aún a la distancia, tiene cada vez más probabilidades de hacerse realidad. Que así sea.

El de Isaac Fonseca es un nombre que ha sido repetido en esta columna muchas veces. Y lo ha sido no solamente por lo que ha demostrado en los ruedos del mundo, que ha sido mucho, sino también por su espíritu indomable, su afición a toda prueba, y la pasión que le ha impreso a su todavía corta, pero brillante, trayectoria.

El pretexto ahora, para volver a hablar del joven novillero michoacano es su más reciente triunfo, en Cadalso de los Vidrios, al llevarse la final del circuito de novilladas de la comunidad de Madrid, y al hacerlo con agallas, con el corazón por delante, a pesar de haber sufrido varias volteretas y un percance durante su actuación, que le obligó a recibir el reconocimiento en juego con la boca ensangrentada. En total, tres orejas cortadas a ley.

Isaac es uno de esos toreros que no ha tenido un camino fácil, pero que una y otra vez, ha ido demostrando su valía y sus ganas de convertirse en figura, no solo en su tierra natal, sino también en España, donde les ha dado batalla contundente a los novilleros ibéricos.

Iba a torear en Madrid, en el coso de Las Ventas, el año pasado, en un festejo que representaba mucho para él y para quienes lo apoderan, pero la pandemia arruinó la posibilidad de la novillada y lo obligó a detener su prometedor camino por aquellas tierras de atrás del Atlántico. Desde entonces, siguió trabajando incansablemente en el campo, a la espera de una oportunidad que tendría que venir tarde o temprano.

El nuevo logro de Fonseca refresca en el recuerdo y el ánimo de los espectadores taurinos la lucha incansable del novillero, desde que en su país de origen se abrió paso en muy diversas plazas, incluida la de Juriquilla, en Querétaro, y luego en España, al inicio en festejos sin picadores, y con ellos después.

Aquí contó siempre con el consejo y la guía del matador Jacobo Hernández, quien lo acompañó en el campo y en las plazas, desde un callejón que sirvió de palestra para aconsejarlo, no sólo sobre lo que hay que aprenderle a los bureles durante la lidia, sino también, y quizá de manera más importante, sobre lo que representa ser torero fuera de las ruedos. Por ello, Isaac no parece haber perdido el piso, ni la brújula, del camino.

En España lo ha arropado Carlos Aragón Cancela, en cuya casa ha vivido, incluso en épocas de dura pandemia, el novillero moreliano, y es él quien le está manejando su carrera en aquellos lares, siempre con una visión a futuro, de caminar lento pero con paso seguro.

Leía una crónica de lo acontecido en la final del circuito madrileño novilleril, donde se asentaba que Isaac Fonseca parecía estar dispuesto a dar la vida por un sueño. Y sí, eso es cada tarde, cada oportunidad. El sueño, aún a la distancia, tiene cada vez más probabilidades de hacerse realidad. Que así sea.