/ miércoles 11 de noviembre de 2020

Sólo para villamelones | Tauroespectáculos y San Juan

Si hay una empresa taurina que se ha distinguido, a últimas fechas, por su pasión y pulcritud, por su entusiasmo y sus deseos de hacer las cosas bien, ha sido Tauro Espectáculos. No se ha conformado con la organización de festejos taurinos, sino que ha dirigido sus mejores esfuerzos a las novilladas, que tan poca atención han tenido en nuestro país, y ha tomado las riendas de carreras tanto de matadores como de novilleros. Los ejemplos de este trabajo saltan a la vista si se decide echar un vistazo al panorama taurino nacional de los últimos años.

Pues resulta que ahora, tras estos meses de destructiva inactividad en el mundo del toro, Tauro Espectáculos decidió echar un paso adelante y anunció la organización de un serial novilleril en el pequeño ruedo de Campo Bravo, en San Juan del Río; lo hizo asumiendo todos los riesgos y haciendo todas las inversiones que caracterizan a quienes encabezan esta empresa. Los cuatro festejos se desarrollarían en el coso mencionado el 7 y 21 de noviembre, y el 5 y 19 de diciembre.

Realizaron, con tiempo, todos los trámites administrativos necesarios; recibieron en Campo Bravo a los representantes de Protección Civil y cuidaron de acatar todas sus disposiciones; trasladaron toda la gradería que antes habían utilizado en El Salitre hasta el feudo de los Gómez en San Juan; contrataron a los novilleros y a las cuadrillas correspondientes; montaron un protocolo sanitario que incluyó la compra de mil cubrebocas, los filtros correspondientes y los procesos de ingreso y salida del lugar. Todo a sabiendas de que no resultaría, ni con mucho, un negocio, pues, acatando las disposiciones de la autoridad en la materia, sólo podrían recibir a 156 espectadores por novillada (en el resto del número autorizado se contempló a los 44 trabadores que, capacitados para la ocasión, se harían cargo de la organización).

A ello habría que sumar la ilusión de los jóvenes novilleros ante una oportunidad invaluable en un año marcado por la inactividad, la posibilidad de los ganaderos de, al fin, poder vender algo de su producción de ganado bravo, y el esfuerzo de los banderilleros y picadores que, atendiendo a los difíciles tiempos que corren, abrieron el espacio para más de sus agremiados, en un intento por brindar una oportunidad de trabajo a quienes han estado parados por meses.

El día anterior al primer festejo, el Municipio de San Juan del Río, a través de la Dirección de Inspección de su Secretaría de Finanzas, y mediante el oficio 1586, le recomendó a Tauro Espectáculos no dar el serial de novilladas ya anunciado y promocionado, con los gastos que también se generan en esa materia, atendiendo a las medidas sanitarias y por considerarlo un evento de gran riesgo. Todo después de semanas de trámites, del pago de los derechos correspondientes, y, como ya se dijo, de la atención a los representantes de Protección Civil, que dispusieron el aforo. Sí, un día antes.

Triste, muy triste, episodio en una novela de desesperanza y desesperación de un sector del que vive, o intenta hacerlo, mucha gente. Patético retrato de una administración municipal incapaz de mirar más allá de su calendario político casero. Póngale usted, estimado lector, los calificativos que desee a la forma en la que actuó la autoridad municipal de San Juan del Río. Los míos son impublicables.

Si hay una empresa taurina que se ha distinguido, a últimas fechas, por su pasión y pulcritud, por su entusiasmo y sus deseos de hacer las cosas bien, ha sido Tauro Espectáculos. No se ha conformado con la organización de festejos taurinos, sino que ha dirigido sus mejores esfuerzos a las novilladas, que tan poca atención han tenido en nuestro país, y ha tomado las riendas de carreras tanto de matadores como de novilleros. Los ejemplos de este trabajo saltan a la vista si se decide echar un vistazo al panorama taurino nacional de los últimos años.

Pues resulta que ahora, tras estos meses de destructiva inactividad en el mundo del toro, Tauro Espectáculos decidió echar un paso adelante y anunció la organización de un serial novilleril en el pequeño ruedo de Campo Bravo, en San Juan del Río; lo hizo asumiendo todos los riesgos y haciendo todas las inversiones que caracterizan a quienes encabezan esta empresa. Los cuatro festejos se desarrollarían en el coso mencionado el 7 y 21 de noviembre, y el 5 y 19 de diciembre.

Realizaron, con tiempo, todos los trámites administrativos necesarios; recibieron en Campo Bravo a los representantes de Protección Civil y cuidaron de acatar todas sus disposiciones; trasladaron toda la gradería que antes habían utilizado en El Salitre hasta el feudo de los Gómez en San Juan; contrataron a los novilleros y a las cuadrillas correspondientes; montaron un protocolo sanitario que incluyó la compra de mil cubrebocas, los filtros correspondientes y los procesos de ingreso y salida del lugar. Todo a sabiendas de que no resultaría, ni con mucho, un negocio, pues, acatando las disposiciones de la autoridad en la materia, sólo podrían recibir a 156 espectadores por novillada (en el resto del número autorizado se contempló a los 44 trabadores que, capacitados para la ocasión, se harían cargo de la organización).

A ello habría que sumar la ilusión de los jóvenes novilleros ante una oportunidad invaluable en un año marcado por la inactividad, la posibilidad de los ganaderos de, al fin, poder vender algo de su producción de ganado bravo, y el esfuerzo de los banderilleros y picadores que, atendiendo a los difíciles tiempos que corren, abrieron el espacio para más de sus agremiados, en un intento por brindar una oportunidad de trabajo a quienes han estado parados por meses.

El día anterior al primer festejo, el Municipio de San Juan del Río, a través de la Dirección de Inspección de su Secretaría de Finanzas, y mediante el oficio 1586, le recomendó a Tauro Espectáculos no dar el serial de novilladas ya anunciado y promocionado, con los gastos que también se generan en esa materia, atendiendo a las medidas sanitarias y por considerarlo un evento de gran riesgo. Todo después de semanas de trámites, del pago de los derechos correspondientes, y, como ya se dijo, de la atención a los representantes de Protección Civil, que dispusieron el aforo. Sí, un día antes.

Triste, muy triste, episodio en una novela de desesperanza y desesperación de un sector del que vive, o intenta hacerlo, mucha gente. Patético retrato de una administración municipal incapaz de mirar más allá de su calendario político casero. Póngale usted, estimado lector, los calificativos que desee a la forma en la que actuó la autoridad municipal de San Juan del Río. Los míos son impublicables.