/ jueves 15 de abril de 2021

Sopa de letras | El Príncipe Felipe en tierras aztecas

El Príncipe Felipe de Edimburgo y esposo de la Reina Isabel Il, perdió la vida, el pasado viernes a los 99 años de edad. El mundo entero lamentó la muerte de uno de los integrantes de la familia real del Reino Unido y México no fue ajeno al pesar.

Con motivo del fallecimiento, recordamos las ocasiones en que visitó territorio mexicano, en lo que fueron hechos históricos en las relaciones diplomáticas entre los países.

El miércoles 21 de octubre de 1964 llegó solo por 30 minutos, en un avión de turbohélice con los colores azul y rojo de su majestad británica y que tripulaba el mismo desde el aeropuerto internacional de Mérida a la Ciudad de México. Con un traje discreto de color gris a cuadros, tres botones y corte impecable de Savile Row,el duque de Edimburgo descendió rápidamente del avión al llegar, poco después de la una de la tarde al aeropuerto de Mérida, primera escala de una visita a nuestro país que duró nueve días, como lo señaló en su momento y en primera plana el Diario de Yucatán.

En su calidad de “embajador extraordinario”, aceptó la invitación del Presidente Adolfo López Mateos, el royal disfrutó durante su estadía de una presentación especial del ballet folclórico en el Palacio de Bellas Artes, participó en un torneo de polo e incluso portó el traje de Charro. Cuatro años después visto la capital del país con motivo del Juegos Olímpicos México 68.

En otra ocasión, pilotando su propio avión, un bimotor Andover, el Duque de Edimburgo, llegó a la ciudad Blanca un 15 de febrero de 1970 de Cabo Kennedy a la 1:10 pm. Le dieron la bienvenida en el campo aéreo el cónsul inglés de esta ciudad, Alfredo Durón; poco después, en automóvil que se estacionó en la plataforma de los aviones llegó el gobernador Carlos Loret de Mola y lo invitó al Hotel Príncipe Maya, quince días duró su periplo por tierras aztecas.

Un día histórico, para la consolidación de las relaciones entre los dos países.

Fue un 24 de febrero de 1975, que por primera vez, una soberana británica visitó México, la reina de Inglaterra Isabel II y su consorte el príncipe Felipe recorrerán durante seis días el país. Los monarcas fueron recibidos por el presidente Luis Echeverría y la primera dama Esther Zuno de Echeverría en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. La recepción que recibieron en la capital fue apoteósica por el pueblo mexicano. Luego de su recorrido por la ciudad la reina Isabel sostuvo una charla cordial con los periodistas que cubrirían su visita en un salón del hotel Camino Real, lugar donde se hospedaba.

El Príncipe Felipe dijo a los periodistas: “ estoy contento de estar en México vine hace cinco años; recuerdo que en esa época jugué polo, ahora no hay tiempo, esta visita es oficial y el horario está completo”

En su segundo día la pareja real gozó de la versatilidad de la escaramuza en el lienzo Charro del Pedregal de San Ángel.

Posteriormente la familia Echeverría los recibió en su residencia privada de San Jerónimo. La comida de corte nacionalista y populista, fue servida en vajilla de cerámica de Guadalajara, pintada a mano. Las bebidas, vino blanco mexicano, agua de Jamaica y agua natural, en copas de vidrio soplado. El menú: langosta de Baja California en salsa de aguacate, filete Xóchitl aderezado con calabaza, elote, huitlacoche y frijoles, pastel de guayaba y dulces regionales de distintas partes del país. Por la noche la soberana ofreció una cena en la embajada británica al matrimonio Echeverría . La Reina Isabel II lució un espléndido vestido de seda azul turquesa, aderezado con aplicaciones en hilo de oro y en seda color turquesa, sin mangas, además de la tiara que le regaló la reina madre el día que contrajo matrimonio con Felipe.

Con sus exquisitos dotes de anfitriones sirvió como platillo principal: pollitos tiernos rellenos de paté con guarnición de corazones de alcachofas. Un conjunto musical, ejecutó música de autores europeos y estadounidenses. En aquella cena, según se refiere las reseñas publicadas, la comidilla de ese día se centró en los silbidos y las frases de admiración que lanzaron al príncipe en el desfile varias damas de la sociedad civil.

A las 23:50 de la estación Buenavista salió el tren que llevaría a los royal y su comitiva a su siguiente destino Guanajuato.

El recorrido fue en las líneas ferroviarias que trazó el inglés, Mr Pearson, el contratista de don Porfirio Díaz.

A su llegada a Guanajuato la monarca y su consorte hicieron un recorrido al monumento del pípila, algunas de las minas más famosas como la Valenciana, para posteriormente trasladarse al banquete que ofrecería el gobierno del estado en la hacienda de San Gabriel Barrera. Al finalizar tomaron rumbo a Oaxaca.

Ya en la entidad disfrutaron de una exhibición privada en el salón del hotel, donde el Príncipe Felipe realizó varias compras, un dato curioso fue que al ver una mesa de cerámica pidió que se le enviará junto a sus demás compras dando un total de más de 200 mil pesos.

Recorrieron la zona arqueológica de Monte Albán y en el último día en Yucatán estuvieron en Uxmal.

Siempre se mostraron maravillados por los vestigios, incluso dicen, que quería ver el crepúsculo desde Uxmal, pero el astro rey no mostró su rojo de esplendor esa tarde.

Así como don Porfirio y Mr Pearson, fue el Puerto de Veracruz el que los vio marcharse. La soberana estaba feliz como cuando arribó a tierras aztecas el 1 de marzo con su esposo el Príncipe Felipe.

El Príncipe Felipe de Edimburgo y esposo de la Reina Isabel Il, perdió la vida, el pasado viernes a los 99 años de edad. El mundo entero lamentó la muerte de uno de los integrantes de la familia real del Reino Unido y México no fue ajeno al pesar.

Con motivo del fallecimiento, recordamos las ocasiones en que visitó territorio mexicano, en lo que fueron hechos históricos en las relaciones diplomáticas entre los países.

El miércoles 21 de octubre de 1964 llegó solo por 30 minutos, en un avión de turbohélice con los colores azul y rojo de su majestad británica y que tripulaba el mismo desde el aeropuerto internacional de Mérida a la Ciudad de México. Con un traje discreto de color gris a cuadros, tres botones y corte impecable de Savile Row,el duque de Edimburgo descendió rápidamente del avión al llegar, poco después de la una de la tarde al aeropuerto de Mérida, primera escala de una visita a nuestro país que duró nueve días, como lo señaló en su momento y en primera plana el Diario de Yucatán.

En su calidad de “embajador extraordinario”, aceptó la invitación del Presidente Adolfo López Mateos, el royal disfrutó durante su estadía de una presentación especial del ballet folclórico en el Palacio de Bellas Artes, participó en un torneo de polo e incluso portó el traje de Charro. Cuatro años después visto la capital del país con motivo del Juegos Olímpicos México 68.

En otra ocasión, pilotando su propio avión, un bimotor Andover, el Duque de Edimburgo, llegó a la ciudad Blanca un 15 de febrero de 1970 de Cabo Kennedy a la 1:10 pm. Le dieron la bienvenida en el campo aéreo el cónsul inglés de esta ciudad, Alfredo Durón; poco después, en automóvil que se estacionó en la plataforma de los aviones llegó el gobernador Carlos Loret de Mola y lo invitó al Hotel Príncipe Maya, quince días duró su periplo por tierras aztecas.

Un día histórico, para la consolidación de las relaciones entre los dos países.

Fue un 24 de febrero de 1975, que por primera vez, una soberana británica visitó México, la reina de Inglaterra Isabel II y su consorte el príncipe Felipe recorrerán durante seis días el país. Los monarcas fueron recibidos por el presidente Luis Echeverría y la primera dama Esther Zuno de Echeverría en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez. La recepción que recibieron en la capital fue apoteósica por el pueblo mexicano. Luego de su recorrido por la ciudad la reina Isabel sostuvo una charla cordial con los periodistas que cubrirían su visita en un salón del hotel Camino Real, lugar donde se hospedaba.

El Príncipe Felipe dijo a los periodistas: “ estoy contento de estar en México vine hace cinco años; recuerdo que en esa época jugué polo, ahora no hay tiempo, esta visita es oficial y el horario está completo”

En su segundo día la pareja real gozó de la versatilidad de la escaramuza en el lienzo Charro del Pedregal de San Ángel.

Posteriormente la familia Echeverría los recibió en su residencia privada de San Jerónimo. La comida de corte nacionalista y populista, fue servida en vajilla de cerámica de Guadalajara, pintada a mano. Las bebidas, vino blanco mexicano, agua de Jamaica y agua natural, en copas de vidrio soplado. El menú: langosta de Baja California en salsa de aguacate, filete Xóchitl aderezado con calabaza, elote, huitlacoche y frijoles, pastel de guayaba y dulces regionales de distintas partes del país. Por la noche la soberana ofreció una cena en la embajada británica al matrimonio Echeverría . La Reina Isabel II lució un espléndido vestido de seda azul turquesa, aderezado con aplicaciones en hilo de oro y en seda color turquesa, sin mangas, además de la tiara que le regaló la reina madre el día que contrajo matrimonio con Felipe.

Con sus exquisitos dotes de anfitriones sirvió como platillo principal: pollitos tiernos rellenos de paté con guarnición de corazones de alcachofas. Un conjunto musical, ejecutó música de autores europeos y estadounidenses. En aquella cena, según se refiere las reseñas publicadas, la comidilla de ese día se centró en los silbidos y las frases de admiración que lanzaron al príncipe en el desfile varias damas de la sociedad civil.

A las 23:50 de la estación Buenavista salió el tren que llevaría a los royal y su comitiva a su siguiente destino Guanajuato.

El recorrido fue en las líneas ferroviarias que trazó el inglés, Mr Pearson, el contratista de don Porfirio Díaz.

A su llegada a Guanajuato la monarca y su consorte hicieron un recorrido al monumento del pípila, algunas de las minas más famosas como la Valenciana, para posteriormente trasladarse al banquete que ofrecería el gobierno del estado en la hacienda de San Gabriel Barrera. Al finalizar tomaron rumbo a Oaxaca.

Ya en la entidad disfrutaron de una exhibición privada en el salón del hotel, donde el Príncipe Felipe realizó varias compras, un dato curioso fue que al ver una mesa de cerámica pidió que se le enviará junto a sus demás compras dando un total de más de 200 mil pesos.

Recorrieron la zona arqueológica de Monte Albán y en el último día en Yucatán estuvieron en Uxmal.

Siempre se mostraron maravillados por los vestigios, incluso dicen, que quería ver el crepúsculo desde Uxmal, pero el astro rey no mostró su rojo de esplendor esa tarde.

Así como don Porfirio y Mr Pearson, fue el Puerto de Veracruz el que los vio marcharse. La soberana estaba feliz como cuando arribó a tierras aztecas el 1 de marzo con su esposo el Príncipe Felipe.