/ jueves 28 de abril de 2022

Sopa de letras | Leonor Ortiz Monasterio


Mi primer encuentro con la célebre historiadora mexicana y doctora fue en el verano de 1989 cuando era Directora del Archivo General de la Nación en el antiguo Palacio de Lecumberri.

Fui por los salvoconductos que me entregó para acreditarme como investigador del Archivo Secreto Vaticano. Al final del breve diálogo, me dijo, con una sonrisa, “ le deseo mucho éxito pero sobre todo goce y disfrute la vida” descendiente del canciller y diplomático mexicano José Ma. Ortiz Monasterio, fue hija del reconocido cirujano plástico Fernando Ortiz Monasterio. Ella era una dama, inteligente, culta, amante de la belleza, el arte y la historia.

Recientemente en el corazón de San Ángel, en la ciudad de México abrió sus puertas al público la que fuera residencia de Leonor y su esposo Bernardo. Para crear un espacio para una de las bibliotecas privadas de Edmundo O Gorman uno de los personajes claves en la investigación y documentación en la historia de México. La casa está construida para albergar una gran colección de arte.

Leonor fue la discípula consentida del irresistible, mefistofélico e inteligentísimo don Edmudo, le tenía tanto aprecio que le heredó su biblioteca y archivo. Colaboró con el Presidente Zedillo en los pinos, al finalizar su mandato el matrimonio se estableció en un departamento en Madrid.

Desde sus balcones se veía el Jardín Botánico, ahí recibía “a la crema de la intelectualidad” como dice el “chotis” de Madrid de Agustin Lara, y también de la política, la banca, la empresa y aun de la aristocracia. Fundó la revista “Letras libres”, pequeña empresa mexicana en España, una “pica en flandes”.

En 2006 celebró en grande con Enrique Krauze el quinto aniversario, ese año regresaría a México. Su vida siempre fue deslumbrante, viajó a los rincones más recónditos del mundo.

Nunca olvidó su misión de servir a la sociedad civil con la entrega y el desinterés que le caracterizaba, presidió el Patronato de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, APAC. Prácticamente salvó a la institución que pasaba por una crisis y la hizo crecer, de pronto, el destino le dio un golpe, la noticia de su súbita enfermedad un cáncer. A pesar de todo siguió radiante y estoica, siguió atenta al mundo y a su mundo. Seguir era su valientísimo designio.

Dos años antes tuve oportunidad de dialogar por última vez en su casa rodeados de la biblioteca de Don Edmundo y de hermosas piezas de arte romano. Leonor vio de frente la muerte. Al final de la emotiva conversación me dijo, “recuerda lo que le dije en el archivo”, me sonrió,”goce y disfrute la vida porque parece ser que ya estoy en la recta final, estoy muy en paz y disfrutando mucho la vida”.

Falleció el 26 de febrero de 2019. Esta casa, actualmente está manejada por México Sotheby's International Realty es parte fundamental de la esencia de la historia y el arte, del México intelectual y cultural.



Mi primer encuentro con la célebre historiadora mexicana y doctora fue en el verano de 1989 cuando era Directora del Archivo General de la Nación en el antiguo Palacio de Lecumberri.

Fui por los salvoconductos que me entregó para acreditarme como investigador del Archivo Secreto Vaticano. Al final del breve diálogo, me dijo, con una sonrisa, “ le deseo mucho éxito pero sobre todo goce y disfrute la vida” descendiente del canciller y diplomático mexicano José Ma. Ortiz Monasterio, fue hija del reconocido cirujano plástico Fernando Ortiz Monasterio. Ella era una dama, inteligente, culta, amante de la belleza, el arte y la historia.

Recientemente en el corazón de San Ángel, en la ciudad de México abrió sus puertas al público la que fuera residencia de Leonor y su esposo Bernardo. Para crear un espacio para una de las bibliotecas privadas de Edmundo O Gorman uno de los personajes claves en la investigación y documentación en la historia de México. La casa está construida para albergar una gran colección de arte.

Leonor fue la discípula consentida del irresistible, mefistofélico e inteligentísimo don Edmudo, le tenía tanto aprecio que le heredó su biblioteca y archivo. Colaboró con el Presidente Zedillo en los pinos, al finalizar su mandato el matrimonio se estableció en un departamento en Madrid.

Desde sus balcones se veía el Jardín Botánico, ahí recibía “a la crema de la intelectualidad” como dice el “chotis” de Madrid de Agustin Lara, y también de la política, la banca, la empresa y aun de la aristocracia. Fundó la revista “Letras libres”, pequeña empresa mexicana en España, una “pica en flandes”.

En 2006 celebró en grande con Enrique Krauze el quinto aniversario, ese año regresaría a México. Su vida siempre fue deslumbrante, viajó a los rincones más recónditos del mundo.

Nunca olvidó su misión de servir a la sociedad civil con la entrega y el desinterés que le caracterizaba, presidió el Patronato de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, APAC. Prácticamente salvó a la institución que pasaba por una crisis y la hizo crecer, de pronto, el destino le dio un golpe, la noticia de su súbita enfermedad un cáncer. A pesar de todo siguió radiante y estoica, siguió atenta al mundo y a su mundo. Seguir era su valientísimo designio.

Dos años antes tuve oportunidad de dialogar por última vez en su casa rodeados de la biblioteca de Don Edmundo y de hermosas piezas de arte romano. Leonor vio de frente la muerte. Al final de la emotiva conversación me dijo, “recuerda lo que le dije en el archivo”, me sonrió,”goce y disfrute la vida porque parece ser que ya estoy en la recta final, estoy muy en paz y disfrutando mucho la vida”.

Falleció el 26 de febrero de 2019. Esta casa, actualmente está manejada por México Sotheby's International Realty es parte fundamental de la esencia de la historia y el arte, del México intelectual y cultural.