/ jueves 29 de julio de 2021

Sopa de letras | ¡¡Que arda la Llama!!

El runrún comenzó a escucharse en la inauguración de los XIX, Juegos Olímpicos de la Era Moderna, el 12 de octubre de 1968 en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, se preguntaban ¿quién iba a encender el pebetero olímpico? ¡ Sería una mujer!.

Con solo 20 años, la atleta mexicana Enriqueta Basilio, la “Diosa voladora “ entró por la puerta de maratón, dio una vuelta por la primera pista de tartán en unos Juegos Olímpicos ante una estremecedora ovación, con su ascenso por los 95 escalones hasta llegar al pebetero. Queta saludó a los cuatro puntos cardinales y con ardiente pasión prendió la llama con lo que se convirtió en la primera mujer en tener este privilegio en la historia de la máxima justa.

Confesó en diversas entrevistas que su principal objetivo al portarla fue darle fuerza a todas la mujeres de México y del mundo por que se respetarían sus derechos humanos, convirtiéndose en un icono deportivo, educativo, cultural y social; que con ardiente pasión defendió los derechos de las mujeres en todo el planeta durante toda su vida. Y nuevamente la Vallista como en 1968, encendió el pebetero para celebrar los 50 años de los JO en México acompañados de los medallistas y seleccionados formando los aros olímpicos en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Lamentablemente a los 71 años en el 2019, perdió la vida y la venció en su última carrera el mal de Párkinson. Se apagó la llama.

53 años después, hace unos días en la inauguración de Tokio 2020, fue una intimista y sobria ceremonia. Mística contra la pandemia, el COI y Japón se esforzaron por enfatizar un mensaje de unidad y esperanza en el planeta. Tras el desfile de los 205 países participantes, llegó el momento, culminante cuando la tenista local Naomi Osaka encendió el pebetero en una estructura que simulaba el monte Fuji mientras sonaba el bolero de Ravel.

Osaka, la icónica tenista que impactó de un costado al otro lado del mundo. Tenía un mensaje a través de sus redes sociales, en dirección al millón de seguidores que la acompañan en Twittear expresó. “Aún estoy tratando de entender lo que acaba de pasar. Sin duda este es el mayor logro deportivo y el máximo honor que tendré en toda mi vida. No tengo palabras para describir lo que siento ahora, pero estoy llena de agradecimiento y gratitud.” así como Queta, se convierte en la segunda mujer y primera tenista en encender el pebetero en unos Juegos Olímpicos. Marcando por dónde van los tiempos 23 años de deportista mediática y con una resonancia extraordinaria en los canales que seducen a las nuevas generaciones y las inmantan hacia las pantallas de sus celulares. Osaka, un fenómeno que parece no tener freno, crece como tótem japonés y comercial, deportivo y social y con ardiente pasión encendió el pebetero. Sayonara.

El runrún comenzó a escucharse en la inauguración de los XIX, Juegos Olímpicos de la Era Moderna, el 12 de octubre de 1968 en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, se preguntaban ¿quién iba a encender el pebetero olímpico? ¡ Sería una mujer!.

Con solo 20 años, la atleta mexicana Enriqueta Basilio, la “Diosa voladora “ entró por la puerta de maratón, dio una vuelta por la primera pista de tartán en unos Juegos Olímpicos ante una estremecedora ovación, con su ascenso por los 95 escalones hasta llegar al pebetero. Queta saludó a los cuatro puntos cardinales y con ardiente pasión prendió la llama con lo que se convirtió en la primera mujer en tener este privilegio en la historia de la máxima justa.

Confesó en diversas entrevistas que su principal objetivo al portarla fue darle fuerza a todas la mujeres de México y del mundo por que se respetarían sus derechos humanos, convirtiéndose en un icono deportivo, educativo, cultural y social; que con ardiente pasión defendió los derechos de las mujeres en todo el planeta durante toda su vida. Y nuevamente la Vallista como en 1968, encendió el pebetero para celebrar los 50 años de los JO en México acompañados de los medallistas y seleccionados formando los aros olímpicos en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. Lamentablemente a los 71 años en el 2019, perdió la vida y la venció en su última carrera el mal de Párkinson. Se apagó la llama.

53 años después, hace unos días en la inauguración de Tokio 2020, fue una intimista y sobria ceremonia. Mística contra la pandemia, el COI y Japón se esforzaron por enfatizar un mensaje de unidad y esperanza en el planeta. Tras el desfile de los 205 países participantes, llegó el momento, culminante cuando la tenista local Naomi Osaka encendió el pebetero en una estructura que simulaba el monte Fuji mientras sonaba el bolero de Ravel.

Osaka, la icónica tenista que impactó de un costado al otro lado del mundo. Tenía un mensaje a través de sus redes sociales, en dirección al millón de seguidores que la acompañan en Twittear expresó. “Aún estoy tratando de entender lo que acaba de pasar. Sin duda este es el mayor logro deportivo y el máximo honor que tendré en toda mi vida. No tengo palabras para describir lo que siento ahora, pero estoy llena de agradecimiento y gratitud.” así como Queta, se convierte en la segunda mujer y primera tenista en encender el pebetero en unos Juegos Olímpicos. Marcando por dónde van los tiempos 23 años de deportista mediática y con una resonancia extraordinaria en los canales que seducen a las nuevas generaciones y las inmantan hacia las pantallas de sus celulares. Osaka, un fenómeno que parece no tener freno, crece como tótem japonés y comercial, deportivo y social y con ardiente pasión encendió el pebetero. Sayonara.