/ jueves 8 de marzo de 2018

Tierra Adentro - Ni atrás ni adelante, siempre juntos al parejo…

Con admiración y reconocimiento la sociedad en general comienza a valorar parcialmente el desempeño, empuje y empoderamiento de la mujer, sobre todo a partir de sus logros en todas y cada una de las actividades y tareas que realiza a diario.

El mencionado Día Internacional de la Mujer, sobre todo a partir del decir de ellas mismas, no puede ni debe quedar en el simple y “bonito” mensaje de las instituciones gubernamentales que lo etiquetan torpemente casi cual Día de la Madre.

No se trata de un día de fiesta para alagar a la mujer, simplemente por ser mujer (abnegada, madre, esposa, hija, trabajadora, ama de casa, profesionista o simplemente bonita, (etcétera) sino de una fecha triste y lamentable en la historia que nos recuerda la lucha por su derechos y garantías.

Se trata pues de un día que deja un fuerte mensaje de lo mucho que falta por avanzar en esta sociedad, muchas de las veces empeñada en negarles a las mujeres equidad, igualdad o derechos paralelos al hombre.

Como se sabe, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes italianas y judías, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

Sobre este lamentable hecho, se resalta el Día Internacional de la Mujer, no para “hacer fiesta de las flores”, sino más bien para destacar la importancia de encausar políticas públicas y de gobierno que hagan más visible, justa y equitativa la capacidad, labor y desempeño de ese sector de la sociedad.

La falta de equidad, sin lugar a duda, aun en nuestros días merece ser desarraigada de nuestra cultura machista, casi medieval que impide, por ejemplo darles las mismas oportunidades, derechos y salarios.

Pero no sólo eso, detrás del discurso gubernamental, falso a todas luces, sobre la igualdad y equidad de género, se observa y demuestra la continua marginación en la designación o asignación de cargos, por ejempló en los gabinetes de gobierno.

En la región serrana, pese a contar con gobernantes del sector femenil, tampoco se observa una política que valore a la mujer, situación que resulta lamentable porque ni ellas mismas, como mujeres han sabido responder al llamado de equidad e igualdad de oportunidades, ofreciendo un mayor número de funciones en los niveles de dirección, por ejemplo.

En este contexto, escasamente los gobiernos locales y del estado no han atendido ese reclamo social, ofreciendo un mayor número cargos de acuerdo a la justa distribución de oportunidades, triste realidad en nuestros días.

Con admiración y reconocimiento la sociedad en general comienza a valorar parcialmente el desempeño, empuje y empoderamiento de la mujer, sobre todo a partir de sus logros en todas y cada una de las actividades y tareas que realiza a diario.

El mencionado Día Internacional de la Mujer, sobre todo a partir del decir de ellas mismas, no puede ni debe quedar en el simple y “bonito” mensaje de las instituciones gubernamentales que lo etiquetan torpemente casi cual Día de la Madre.

No se trata de un día de fiesta para alagar a la mujer, simplemente por ser mujer (abnegada, madre, esposa, hija, trabajadora, ama de casa, profesionista o simplemente bonita, (etcétera) sino de una fecha triste y lamentable en la historia que nos recuerda la lucha por su derechos y garantías.

Se trata pues de un día que deja un fuerte mensaje de lo mucho que falta por avanzar en esta sociedad, muchas de las veces empeñada en negarles a las mujeres equidad, igualdad o derechos paralelos al hombre.

Como se sabe, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes italianas y judías, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

Sobre este lamentable hecho, se resalta el Día Internacional de la Mujer, no para “hacer fiesta de las flores”, sino más bien para destacar la importancia de encausar políticas públicas y de gobierno que hagan más visible, justa y equitativa la capacidad, labor y desempeño de ese sector de la sociedad.

La falta de equidad, sin lugar a duda, aun en nuestros días merece ser desarraigada de nuestra cultura machista, casi medieval que impide, por ejemplo darles las mismas oportunidades, derechos y salarios.

Pero no sólo eso, detrás del discurso gubernamental, falso a todas luces, sobre la igualdad y equidad de género, se observa y demuestra la continua marginación en la designación o asignación de cargos, por ejempló en los gabinetes de gobierno.

En la región serrana, pese a contar con gobernantes del sector femenil, tampoco se observa una política que valore a la mujer, situación que resulta lamentable porque ni ellas mismas, como mujeres han sabido responder al llamado de equidad e igualdad de oportunidades, ofreciendo un mayor número de funciones en los niveles de dirección, por ejemplo.

En este contexto, escasamente los gobiernos locales y del estado no han atendido ese reclamo social, ofreciendo un mayor número cargos de acuerdo a la justa distribución de oportunidades, triste realidad en nuestros días.