/ miércoles 16 de octubre de 2019

Valor-es Educación

Construir el proyecto de educación superior que necesita México: el campo laboral


Es momento de construir, de unir esfuerzos y hacer alianzas por la educación superior pública de nuestro país. La crisis que vivimos hoy en las Universidades Públicas, particularmente en las Autónomas (UPES), nos ha llevado al límite. Entre recortes presupuestales, asignación insuficiente recursos y, lamentablemente, manejos inadecuados por parte de algunas Universidades, las UPES hoy debemos pugnar por enderezar el barco y dejar de navegar a la deriva. Ello significa que todos los actores políticos y educativos debemos sentarnos a definir ¿Qué esperamos de la educación superior para nuestro país? Y ahí, en donde fijemos las metas, deberá también ponerse el presupuesto.

Hay que reconocer el papel de la educación en el desarrollo de nuestro país. De acuerdo a la OCDE, el 77% de los mexicanos entre 25 y 34 años no cuenta con estudios de educación superior, lo que significa el 82.6% para personas entre 25 y 64 años, mayor al promedio de la OCDE (63%). Hoy por hoy, sólo el 17% de las personas entre 25 y 64 años de edad cuentan con un título universitario; cifra muy inferior a la media de los países que conforman a la OCDE (37%) y a los países de América Latina (23%). De forma similar, el 80.7% de los jóvenes egresados en México logran encontrar empleo, por debajo del promedio de los países de la OCDE (84.1%); el 14.5% de los egresados en México no participa en el mercado laboral, contra el 10.7% promedio para países de la OCDE. Lo anterior pone en clara desventaja a nuestros jóvenes profesionistas.

En México el empleo informal aumentó del 26% en 2010 al 27% en 2017, mientras que el empleo en ocupaciones que no requieren título universitario aumentó del 44% al 46% en dicho periodo. Los campos de estudio más frecuentes son derecho y administración de empresas (35.1%), ingeniería, industria y construcción (24.4%), salud y bienestar (10.1%) y con proporciones más bajas se encuentran las ciencias naturales, matemáticas y estadística, junto con las tecnologías de la información y la comunicación (3.1% y 1.9%, respectivamente).

Resulta indispensable proyectar al México de los próximos 50 años ¿Qué tipo de sociedad queremos? ¿Qué tipo de conocimiento necesitamos para dar respuesta a las demandas de un mundo globalizado y ser un país competitivo? Es necesario valorar las competencias laborales de nuestros jóvenes profesionistas y definir qué tipo de programas educativos requiere nuestro país. La generación de conocimiento, ciencia, arte y tecnología es indispensable para garantizar el crecimiento económico y social, por ello es prioritario definir el rumbo de la educación superior. Plantear las metas a corto, mediano y largo plazo, que permitan lograr los objetivos requiere del trabajo conjunto.

El pasado 9 de octubre las Universidades protestamos pacíficamente a través de un paro de labores. No se trata de un chantaje, se trata de una llamada de atención. El presupuesto 2020 está por definirse y deberá considerar un plan objetivo y no solo la obligación del Estado (federación y gobierno estatal) de otorgar un presupuesto sin rumbo. Nuestro compromiso ineludible como Universidades es utilizar dicho recurso con responsabilidad y transparencia. De ello depende el futuro de México.

Construir el proyecto de educación superior que necesita México: el campo laboral


Es momento de construir, de unir esfuerzos y hacer alianzas por la educación superior pública de nuestro país. La crisis que vivimos hoy en las Universidades Públicas, particularmente en las Autónomas (UPES), nos ha llevado al límite. Entre recortes presupuestales, asignación insuficiente recursos y, lamentablemente, manejos inadecuados por parte de algunas Universidades, las UPES hoy debemos pugnar por enderezar el barco y dejar de navegar a la deriva. Ello significa que todos los actores políticos y educativos debemos sentarnos a definir ¿Qué esperamos de la educación superior para nuestro país? Y ahí, en donde fijemos las metas, deberá también ponerse el presupuesto.

Hay que reconocer el papel de la educación en el desarrollo de nuestro país. De acuerdo a la OCDE, el 77% de los mexicanos entre 25 y 34 años no cuenta con estudios de educación superior, lo que significa el 82.6% para personas entre 25 y 64 años, mayor al promedio de la OCDE (63%). Hoy por hoy, sólo el 17% de las personas entre 25 y 64 años de edad cuentan con un título universitario; cifra muy inferior a la media de los países que conforman a la OCDE (37%) y a los países de América Latina (23%). De forma similar, el 80.7% de los jóvenes egresados en México logran encontrar empleo, por debajo del promedio de los países de la OCDE (84.1%); el 14.5% de los egresados en México no participa en el mercado laboral, contra el 10.7% promedio para países de la OCDE. Lo anterior pone en clara desventaja a nuestros jóvenes profesionistas.

En México el empleo informal aumentó del 26% en 2010 al 27% en 2017, mientras que el empleo en ocupaciones que no requieren título universitario aumentó del 44% al 46% en dicho periodo. Los campos de estudio más frecuentes son derecho y administración de empresas (35.1%), ingeniería, industria y construcción (24.4%), salud y bienestar (10.1%) y con proporciones más bajas se encuentran las ciencias naturales, matemáticas y estadística, junto con las tecnologías de la información y la comunicación (3.1% y 1.9%, respectivamente).

Resulta indispensable proyectar al México de los próximos 50 años ¿Qué tipo de sociedad queremos? ¿Qué tipo de conocimiento necesitamos para dar respuesta a las demandas de un mundo globalizado y ser un país competitivo? Es necesario valorar las competencias laborales de nuestros jóvenes profesionistas y definir qué tipo de programas educativos requiere nuestro país. La generación de conocimiento, ciencia, arte y tecnología es indispensable para garantizar el crecimiento económico y social, por ello es prioritario definir el rumbo de la educación superior. Plantear las metas a corto, mediano y largo plazo, que permitan lograr los objetivos requiere del trabajo conjunto.

El pasado 9 de octubre las Universidades protestamos pacíficamente a través de un paro de labores. No se trata de un chantaje, se trata de una llamada de atención. El presupuesto 2020 está por definirse y deberá considerar un plan objetivo y no solo la obligación del Estado (federación y gobierno estatal) de otorgar un presupuesto sin rumbo. Nuestro compromiso ineludible como Universidades es utilizar dicho recurso con responsabilidad y transparencia. De ello depende el futuro de México.

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