Varias familias entorno a la ciudad queretana llegaron a la iglesia de San Isidro para que sus hijos entre ocho y doce años, por medio de la primera comunión, recibieran la eucaristía como primer paso para su vida espiritual, lo cual representó un paso importante para los seres queridos de cada uno de los niños y niñas.
Desde temprana hora en la mañana, las mamás estuvieron acomodando los recatados, sencillos y muy propios vestidos blancos que las niñas portaban mientras los padres acomodaban los corbatines y cinturones de los niños, alineados y sosteniendo sus cirios, mostrándose alegres para entrar al recinto.