Muchos queretanos aún recuerdan los famosos "Condes", un pan con masa hojaldrada y azúcar glass arriba, que al dorarse con el calor de horno queda con un café doradito espectacular, los "Polvorones blancos", las "Calabazas", un "Bollo" con masa de concha relleno de crema pastelera y espolvoreado de azúcar glass; estos deliciosos panes son típicos de la panadería más antigua de Querétaro, "La Vienesa" quien se tiene registro que fue fundada en 1919 según lo refiere su actual dueño don Álvaro Pacheco quien recuerda que su padre la compró en 1943, cuando después de una mala racha económica, un conocido le ofreció la panadería por tres mil pesos, dinero que tuvo que conseguir para poder obtener lo que hasta hoy es un negocio familiar.
El lugar según cuenta en señor Pacheco tuvo su auge entre los 60 y casi para inicios del 2000 donde hacían una buena producción del delicioso pan que tiene sus dos sucursales la de Juárez que siempre ha sido expendio y la de Guerrero que es donde están los hornos, donde se encuentra el primero eléctrico que data de 1964, el cual era de procedencia española y era tan sofisticado que la misma empresa tuvo que enviar desde Europa a quien hiciera la instalación. Lo que llamó mucha la atención a los clientes asiduos.
Recientemente aún lado de la sucursal Juárez pusieron una cafetería donde los desayunos eran deliciosos pero por desgracia en pandemia tuvieron que cerrar.
Recordar estos lugares emblemáticos que para muchos marcaron su niñez, como lo plática Rosa Sánchez "a mi papá le encantaba el pan de La Vienesa y todas las tardes acudíamos a comprarlo, caminábamos desde Niños Héroes para ir por las Calabazas, Condes y Conchas que disfrutamos con café con leche que nos hacía mi mamá", así lo relató contenta.
Para Rodolfo Samperio las visitas a La Vienesa, lo transporta a una costumbre familiar, dijo: "somos ocho hermanos y cuando éramos chiquillos nuestro premio por portarnos era un pan de ahí".
Cuenta que su premio era ir a comprar pan, y su mamá solo se llevaba a los dos hijos mejor portados y la vuelta consistía en disfrutarlos en el Jardín Obregón, donde en familia disfrutaban la velada.