Uno de los personajes más distinguidos en Bernal, municipio de Ezequiel Montes sin duda fue don Anastasio Barrera Solano, quien partió a la casa del padre el pasado 28 de septiembre, dejando un profundo vacío entre sus hijos Rosalía y Carlos, así como familiares y amigos que estuvieron con él hasta su último suspiro.
Uno de esos amigos entrañables es Edgardo Cabrera quien compartió una sentida reseña de lo que fue la vida de don Tacho, como lo llamaban cariñosamente sus allegados.
Anastacio Barrera Solano vio la luz un 8 de abril en 1937, en la Villa de San Sebastián Bernal, en tiempos de la segunda pre guerra mundial del año de 1945; hijo de Isidro Barrera y Gregoria Solano, quien era pariente directa del reconocido fotógrafo del cine mexicano de la Época de Oro, Rosalío Solano.
En su semblanza, Edgardo recuerda a don Tacho, como uno de los personajes que dejan huella, por tanto apoyo y beneficio que llevó a su terruño y su gente a quien siempre estaba dispuesto a tender una mano a quien más lo necesitaba.
“Fue un hombre honrado a carta cabal, de los que hay muy, muy pocos, de fé inquebrantable y de los amigos verdaderos”, refiere Cabrera, quien menciona que en su quehacer político fue delegado municipal y tesorero de muchas organizaciones, “y nunca le faltó un peso o un centavo en sus meticulosos informes”, refirió.
Desde pequeño, don Tacho fue una persona de noble corazón y gustoso del trabajo; a los 10 años, para ayudar a su madre, comenzó a trabajar en una fábrica de cal cercana a Bernal. A pesar de ser un niño, llevaba agua a los trabajadores y al poco tiempo ya era parte de ellos. Con un sombrero para mitigar el intenso sol, esbozado con un paliacate para proteger las vías respiratorias por tanto polvo que había en el lugar, su trabajo consistía en acarrear la piedra caliza en una carretilla, para luego tirarla a la garganta de los hornos, que con temperaturas muy altas producían la cal.
Años después, consiguió un trabajo como separador de lana de borrego, después hilador y con gran perseverancia se convirtió en hábil tejedor en los telares de don Conchito Rincón (QEPD), quien fue su maestro y el de muchos otros de los artesanos de lana.
Con el paso del tiempo el joven Tachó logra ser un experto en el telar y gracias a la constancia y sus ganas de salir adelante logró tener su propio telar de cobijas, jorongos, tapetes, ruanas y chalecos, consiguiendo por la calidad de sus artesanías éxito en su empresa por décadas, donde estuvo al frente hasta poco antes de su partida.
Don Tacho enviudó hace algunos años de quien fuera su compañera de vida, doña Rosalía Trejo Tovar, le sobreviven sus hijos Rosalía y Carlos a quien antes de partir mencionó: “estoy contento por ver muy unidos a mis hijos”.
Para Edgardo Cabrera así como para muchos bernalences y queretanos que tuvieron la fortuna de conocerlo es un gran golpe su partida, recordándolo por la gran calidad de ser humano que siempre lo distinguió.
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“Fue y seguirá siendo mi amigo por siempre, seguro estoy que ya está en paz y con Dios estará reunido”, mencionó Edgardo Cabrera.
