/ sábado 10 de noviembre de 2018

Vitaflumen: A propósito de ritos

Para disfrutar y despedir los últimos días de sol y calor, no hay otro mejor que una escapada en la naturaleza

« Me fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera vida para no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido. » *

Me llegan imágenes de las primeras nevadas en Quebec y no puedo evitar recrear en mi mente lo que esto quiere decir. Desde hace un par de semanas la gente empezó a realizar la parafernalia propia de cada otoño: sacar del armario las sandalias, las faldas cortas, los shorts y los vestiditos ligeros, y reemplazarlos por botas con interior de lana de borrego, abrigos y ropa térmica. Los muebles de terraza volverán a su lugar en la bodega y las parrillas o barbecues serán limpiadas por última vez en el año para pasar los siguientes cinco o seis meses cubiertos por una funda que poco a poco quedará sepultada en la nieve. El verano ha terminado y el otoño pasa tan rápido que de un día a otro le decimos adiós así, con este ritual.

Y a propósito de ritos, para disfrutar y despedir los últimos días de sol y calor, no hay otro mejor que una escapada en la naturaleza. Desconectarnos del mundo y conectarnos con lo más básico de la vida, como sugiere el gran filósofo y escritor Henry David Thoreau en su libro Walden. Y uno de mis lugares favoritos para ello es la región de Charlevoix, en la provincia de Quebec.

Ubicada en la ribera norte del San Lorenzo, esta zona es una de las más pintorescas y diversas de esta provincia canadiense. En temporada estival nos ofrece cultura, gastronomía y paraísos naturales con vistas espectaculares a lo largo de sus carreteras panorámicas que bordean el río. Ahí también podremos encontrar rinconcitos perfectos para recrear nuestro propio Walden y dedicarnos a “sustraer el jugo de la vida”.

« ¡Sencillez, sencillez, sencillez! Os digo que vuestros asuntos sean dos o tres y no cien mil; en lugar de un millón, contad media docena y llevad las cuentas con la uña del pulgar»*

Un pequeño chalet a la orilla del río es el escenario ideal para nuestros días de retiro en absoluta sencillez. Por las mañanas, antes de que salga el sol, nos alistaremos para salir a caminar al bosque en busca de setas. Volveremos a la hora del desayuno cargados de ellas y con el estómago listo después de la excursión y de nuestro trabajo de recolección. Tras los alimentos, un rato de descanso y luego un paseo a lo largo de la ribera. Antes de salir, prepararemos un refrigerio. Sin prisas ni urgencias, bordearemos el Saint-Laurent. No hay que olvidar los binoculares: si tenemos suerte, lograremos avistar algunas belugas. El almuerzo será anunciado por la locomotora del tren de Charlevoix que va de Beauport a La Malbaie. Comeremos nuestro lunch entre las rocas, acompañados de un libro, antes de emprender el regreso. Más tarde, habrá espacio para una salida en kayak que terminará a tiempo para preparar la cena. Las setas nos esperan. Vendrá la sobremesa y enseguida más caminata. Esta vez será hacia alguna de las playas donde llegaremos a presenciar la puesta de sol. Regresaremos a casa al anochecer para sentarnos bajo las estrellas hasta que la sirena de algún barco nos saque de nuestras ensoñaciones y nos recuerde que es momento de dormir. Dormiremos cansados, en paz, rodeados de silencio profundo. Nos sentiremos plenos.

« Conforme simplificáramos nuestra vida, las leyes del universo parecerían menos complejas y la soledad ya no sería soledad, ni pobreza la pobreza, ni debilidad la debilidad. Si habéis construido castillos en el aire, vuestra obra no tiene por qué perderse: están donde deben estar. Ahora hay que poner los cimientos debajo. »*


* fragmentos del libro Walden, de Henry David Thoreau.



———————————-

Texto y fotografías de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.

Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.

www.vitaflumen.com

Instagram: @Vita_Flumen / Facebook: @VitaFlumen1

« Me fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera vida para no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido. » *

Me llegan imágenes de las primeras nevadas en Quebec y no puedo evitar recrear en mi mente lo que esto quiere decir. Desde hace un par de semanas la gente empezó a realizar la parafernalia propia de cada otoño: sacar del armario las sandalias, las faldas cortas, los shorts y los vestiditos ligeros, y reemplazarlos por botas con interior de lana de borrego, abrigos y ropa térmica. Los muebles de terraza volverán a su lugar en la bodega y las parrillas o barbecues serán limpiadas por última vez en el año para pasar los siguientes cinco o seis meses cubiertos por una funda que poco a poco quedará sepultada en la nieve. El verano ha terminado y el otoño pasa tan rápido que de un día a otro le decimos adiós así, con este ritual.

Y a propósito de ritos, para disfrutar y despedir los últimos días de sol y calor, no hay otro mejor que una escapada en la naturaleza. Desconectarnos del mundo y conectarnos con lo más básico de la vida, como sugiere el gran filósofo y escritor Henry David Thoreau en su libro Walden. Y uno de mis lugares favoritos para ello es la región de Charlevoix, en la provincia de Quebec.

Ubicada en la ribera norte del San Lorenzo, esta zona es una de las más pintorescas y diversas de esta provincia canadiense. En temporada estival nos ofrece cultura, gastronomía y paraísos naturales con vistas espectaculares a lo largo de sus carreteras panorámicas que bordean el río. Ahí también podremos encontrar rinconcitos perfectos para recrear nuestro propio Walden y dedicarnos a “sustraer el jugo de la vida”.

« ¡Sencillez, sencillez, sencillez! Os digo que vuestros asuntos sean dos o tres y no cien mil; en lugar de un millón, contad media docena y llevad las cuentas con la uña del pulgar»*

Un pequeño chalet a la orilla del río es el escenario ideal para nuestros días de retiro en absoluta sencillez. Por las mañanas, antes de que salga el sol, nos alistaremos para salir a caminar al bosque en busca de setas. Volveremos a la hora del desayuno cargados de ellas y con el estómago listo después de la excursión y de nuestro trabajo de recolección. Tras los alimentos, un rato de descanso y luego un paseo a lo largo de la ribera. Antes de salir, prepararemos un refrigerio. Sin prisas ni urgencias, bordearemos el Saint-Laurent. No hay que olvidar los binoculares: si tenemos suerte, lograremos avistar algunas belugas. El almuerzo será anunciado por la locomotora del tren de Charlevoix que va de Beauport a La Malbaie. Comeremos nuestro lunch entre las rocas, acompañados de un libro, antes de emprender el regreso. Más tarde, habrá espacio para una salida en kayak que terminará a tiempo para preparar la cena. Las setas nos esperan. Vendrá la sobremesa y enseguida más caminata. Esta vez será hacia alguna de las playas donde llegaremos a presenciar la puesta de sol. Regresaremos a casa al anochecer para sentarnos bajo las estrellas hasta que la sirena de algún barco nos saque de nuestras ensoñaciones y nos recuerde que es momento de dormir. Dormiremos cansados, en paz, rodeados de silencio profundo. Nos sentiremos plenos.

« Conforme simplificáramos nuestra vida, las leyes del universo parecerían menos complejas y la soledad ya no sería soledad, ni pobreza la pobreza, ni debilidad la debilidad. Si habéis construido castillos en el aire, vuestra obra no tiene por qué perderse: están donde deben estar. Ahora hay que poner los cimientos debajo. »*


* fragmentos del libro Walden, de Henry David Thoreau.



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Texto y fotografías de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.

Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.

www.vitaflumen.com

Instagram: @Vita_Flumen / Facebook: @VitaFlumen1

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