/ sábado 19 de enero de 2019

Vitaflumen - Niteroi, con N de Niemeyer

Desde la vecina urbe carioca se puede llegar en ferry o en auto a través del impresionante Puente Río-Niterói que cruza los catorce kilómetros que separan estos dos puntos de la bahía

Niteroi es una ciudad brasileña que pertenece al Estado de Río de Janeiro y que cuenta con poco más de seiscientos mil habitantes. Ubicada en la parte más estrecha de la Bahía de Guanabara, cara a cara con la capital del estado, la celebérrima Río de Janeiro, es considerada una de las ciudades con mejor calidad de vida del país. Para muchos, el nombre sonará desconocido, pero para los seguidores del genial (y longevo: vivió 105 años) arquitecto Oscar Niemeyer resultará sin duda una referencia familiar, ya que esta ciudad es la segunda con mayor número de obras del ganador del Premio Pritzker* en 1988, después de Brasilia.

Desde la vecina urbe carioca se puede llegar en ferry o en auto a través del impresionante Puente Río-Niterói que cruza los catorce kilómetros que separan estos dos puntos de la bahía. Si son amantes de la arquitectura, la visita resulta imperdible, casi imperativa y, si no lo son, la recomendación de disponer un día para conocer este lugar es grande, ya que más allá de la arquitectura, Niteroi ofrece playas espectaculares (y menos concurridas que las populares playas de Copacabana o Ipanema), restaurantes de alta cocina y un parque ecológico con las mejores vistas de Río de Janeiro. Estoy segura de que no los defraudará.

Como primera parada recomiendo el complejo arquitectónico Caminho Niemeyer donde encontrarán tres obras del arquitecto brasileño: el Teatro Popular Oscar Niemeyer, el Centro de memoria Roberto Silveira y la Fundación Oscar Niemeyer. La mano del maestro es evidente con sus estructuras curvas y formas orgánicas. A la entrada del complejo se encuentra una oficina de información y la gente que trabaja ahí es amabilísima y estará dispuesta a darles un recorrido y a contarles la historia del lugar.

Posteriormente, vale la pena tomar la avenida Milton Tavares de Souza que bordea la costa hasta llegar al Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi (MAC). El edificio es inconfundible: una estructura fascinante que muchos comparan con un platillo volador y que a mi gusto resume de manera magistral las formas y principios de diseño utilizados por Niemeyer en su prolífica vida como arquitecto. Hay que caminar por la plaza de acceso y no dudar en hacer una visita al interior. En mi caso tuve la suerte de encontrar una réplica de la instalación Riposatevi, montada originalmente en la Trienal de Milán de1964 por otro de los grandes maestros de la arquitectura brasileña: Lucio Costa.

Más adelante, por la misma avenida, encontrarán la Plaza Juscelino Kubitschek, también de Niemeyer. Unos minutos para detenerse a dar un paseo entre este juego de marquesinas, caminar por la playa y admirar la vista del mar de Niteroi resultarán el descanso ideal antes de continuar con la última etapa del paseo: el Parque da Cidade de Niterói. Este parque se encuentra en la parte más alta de la ciudad y para llegar hasta ahí hay que seguir un camino sinuoso y empinado. Al llegar a la cima, la panorámica de la bella Río de Janeiro, al otro lado del mar, los dejará sin aliento. De uno de los dos miradores se revelan los barrios de Flamengo y Botafogo, el famoso Cerro del Corcovado (si tenemos suerte y el cielo está despejado, aparecerá también la distintiva silueta del Cristo que observa la ciudad) y una vista imponente del Pão de Açúcar y su compañero inseparable, el Morro de Urca; y del otro, el lago y la playa de Piratininga.

De postre, recomiendo pasar la tarde en alguna de las playas de este lado de la bahía donde se encuentra la calma entre arena fina y aguas mansas. Ya tendrán oportunidad de regresar al bullicio y a la vida vertiginosa de Río y a sus costas atiborradas de turistas y futuras promesas del futbol.

* El premio Pritzker (Pritzker Prize) es la máxima distinción en arquitectura que se otorga cada año desde 1979. Como dato cultural, el arquitecto mexicano Luis Barragán lo recibió en 1980.

———————————-

Texto y fotografías de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.

Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.

www.vitaflumen.com

Instagram: @Vita_Flumen / Facebook: @VitaFlumen1

Niteroi es una ciudad brasileña que pertenece al Estado de Río de Janeiro y que cuenta con poco más de seiscientos mil habitantes. Ubicada en la parte más estrecha de la Bahía de Guanabara, cara a cara con la capital del estado, la celebérrima Río de Janeiro, es considerada una de las ciudades con mejor calidad de vida del país. Para muchos, el nombre sonará desconocido, pero para los seguidores del genial (y longevo: vivió 105 años) arquitecto Oscar Niemeyer resultará sin duda una referencia familiar, ya que esta ciudad es la segunda con mayor número de obras del ganador del Premio Pritzker* en 1988, después de Brasilia.

Desde la vecina urbe carioca se puede llegar en ferry o en auto a través del impresionante Puente Río-Niterói que cruza los catorce kilómetros que separan estos dos puntos de la bahía. Si son amantes de la arquitectura, la visita resulta imperdible, casi imperativa y, si no lo son, la recomendación de disponer un día para conocer este lugar es grande, ya que más allá de la arquitectura, Niteroi ofrece playas espectaculares (y menos concurridas que las populares playas de Copacabana o Ipanema), restaurantes de alta cocina y un parque ecológico con las mejores vistas de Río de Janeiro. Estoy segura de que no los defraudará.

Como primera parada recomiendo el complejo arquitectónico Caminho Niemeyer donde encontrarán tres obras del arquitecto brasileño: el Teatro Popular Oscar Niemeyer, el Centro de memoria Roberto Silveira y la Fundación Oscar Niemeyer. La mano del maestro es evidente con sus estructuras curvas y formas orgánicas. A la entrada del complejo se encuentra una oficina de información y la gente que trabaja ahí es amabilísima y estará dispuesta a darles un recorrido y a contarles la historia del lugar.

Posteriormente, vale la pena tomar la avenida Milton Tavares de Souza que bordea la costa hasta llegar al Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi (MAC). El edificio es inconfundible: una estructura fascinante que muchos comparan con un platillo volador y que a mi gusto resume de manera magistral las formas y principios de diseño utilizados por Niemeyer en su prolífica vida como arquitecto. Hay que caminar por la plaza de acceso y no dudar en hacer una visita al interior. En mi caso tuve la suerte de encontrar una réplica de la instalación Riposatevi, montada originalmente en la Trienal de Milán de1964 por otro de los grandes maestros de la arquitectura brasileña: Lucio Costa.

Más adelante, por la misma avenida, encontrarán la Plaza Juscelino Kubitschek, también de Niemeyer. Unos minutos para detenerse a dar un paseo entre este juego de marquesinas, caminar por la playa y admirar la vista del mar de Niteroi resultarán el descanso ideal antes de continuar con la última etapa del paseo: el Parque da Cidade de Niterói. Este parque se encuentra en la parte más alta de la ciudad y para llegar hasta ahí hay que seguir un camino sinuoso y empinado. Al llegar a la cima, la panorámica de la bella Río de Janeiro, al otro lado del mar, los dejará sin aliento. De uno de los dos miradores se revelan los barrios de Flamengo y Botafogo, el famoso Cerro del Corcovado (si tenemos suerte y el cielo está despejado, aparecerá también la distintiva silueta del Cristo que observa la ciudad) y una vista imponente del Pão de Açúcar y su compañero inseparable, el Morro de Urca; y del otro, el lago y la playa de Piratininga.

De postre, recomiendo pasar la tarde en alguna de las playas de este lado de la bahía donde se encuentra la calma entre arena fina y aguas mansas. Ya tendrán oportunidad de regresar al bullicio y a la vida vertiginosa de Río y a sus costas atiborradas de turistas y futuras promesas del futbol.

* El premio Pritzker (Pritzker Prize) es la máxima distinción en arquitectura que se otorga cada año desde 1979. Como dato cultural, el arquitecto mexicano Luis Barragán lo recibió en 1980.

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Texto y fotografías de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.

Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.

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