Con música de tamborcillo y la Danza de la Xaha; una tradición inspirada en la deidad de la tortuga, a quien los pueblos otomíes del semidesierto danzaban para que lloviera y los manantiales nunca dejaran de alimentar sus milpas, así arrancó la conmemoración por el décimo aniversario de la inscripción en la lista representativa de patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO los “Lugares de memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí chichimecas de Tolimán”, en la que la Peña de Bernal es considera “guardián de un territorio sagrado”.
A la ceremonia asistieron la secretaria de Cultura, Paulina Aguado Romero; los presidentes municipales de Colón y Ezequiel Montes, así como representantes del municipio de Tolimán; del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.
También participó Manuel Suárez Muñoz, quien en 2009 fue el encargado de coordinar el proyecto, para lograr dicho nombramiento.
“No fue fácil, tuvimos que zanjar muchas dificultades” afirmó Suárez, recordando que en el proceso se logró declarar como área natural protegida a 262 hectáreas de la Peña de Bernal.
Para reforzar este nombramiento, Aguado Romero, informó que se trabajó en un Plan de Salvaguarda, mismo que fue presentado en físico durante el acto conmemorativo para su difusión.
El pueblo otomí- chichimeca se encuentra asentado en la zona semidesértica de Querétaro. Su entorno cultural está presidido por el triángulo simbólico conformado por la Peña de Bernal y los cerros del Zamorano y el Frontón. Cada año, los otomíes- chichimecas realizan una peregrinación hacia estas elevaciones consideradas sagradas, para venerar a sus antepasados y reforzar su identidad cultural y comunitaria.
Además poseen todo un calendario de celebraciones cuyos ritos, de acuerdo con la UNESCO, giran en torno al agua, un elemento muy escaso en la zona por ser semidesierto.