/ lunes 21 de septiembre de 2020

Arte que incluye

Clases de ballet para niñas y niños con discapacidad

Yeshlem Soto Espinosa da clases de ballet a niñas y niños con síndrome de down, autismo, ceguera y con problemas motrices. Convencida de que este arte refuerza cualquier tipo de terapia, busca ampliar su propuesta a otros espacios, en aras de hacer efectivo el derecho cultural a la educación artística de esta población.

“Hacer las cosas con pasión dejando un pedazo de ti, de tu corazón, en tu trabajo. Eso es lo que significa Meraki”, dice la bailarina y gestora cultural sobre esta palabra en griego que eligió para nombrar a su iniciativa. A través de ella busca aproximar a sus alumnos a un método alterno terapéutico y de integración social, fundamentado en la técnica básica de la danza clásica.

En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO, la joven de 26 años platica que desde los seis años nació su interés por el ballet, un arte que con el tiempo, se convirtió en parte fundamental de su vida.

Tras egresar de la carrera en Artes Escénicas, con línea terminal en Ballet Clásico, de la Universidad Autónoma de Querétaro, Yeshlem decidió continuar con su formación, estudiando la maestría en Gestión y Dirección de Proyectos Artísticos y Culturales, convencida de que además de estar en los escenarios, quería compartir su pasión con otras niñas y niños.

Un día a una de sus clases llegó una pequeña niña con síndrome de down. Con el paso del tiempo, la docente recuerda que pudo notar cómo la pequeña pasaba de la introversión a la extroversión, mostrando un significativo avance no solo en sus relaciones interpersonales, sino también en sus otras terapias.

Sorprendida por el impacto de la técnica dancística en el desarrollo psicosocial de la pequeña, Yeshlem decidió profundizar más en los atributos del ballet y dirigir su proyecto de maestría hacia ese tema.

Como parte del proyecto “hice una investigación. A través de ella encontré que en Querétaro no existía ninguna institución (de ballet) especializada en esta población. Hay muchas academias de danza y en muchas de ellas se puede aprender ballet clásico y yo creo que si padres de familia se acercan para inscribir a sus hijos (con alguna discapacidad), yo creo que no les negarían el acceso. Sin embargo, estos espacios buscan la profesionalización de los bailarines y ese no es mi caso. Yo no busco hacer que mis niños sean profesionales en esta rama artística, lo que busco es su integración social”, detalla, agregando que su idea a largo plazo es abrir una academia centrada en esta población, en la que también se ofrezca a las y los niños atención psicológica y nutricional, así como sesiones de fisioterapia.

Método alterno

Con música de piano, que recuerda a varias películas animadas de Walt Disney, Yeshlem guía a pequeños de entre 3 y 7 años en las diferentes secuencias de estiramientos; en los ejercicios de piso y de barra, así como en las famosas diagonales del ballet. Y con ayuda de aros y pelotas de colores, la docente adentra a sus pequeños bailarines en aspectos relacionados con la coordinación, musicalidad, expresión, elasticidad y fuerza.

“Uno de los más grandes retos es atender a diferentes tipos de discapacidad física en un solo grupo. Ahí si tengo que ingeniármelas para adaptar un ejercicio tanto para el niño que tiene problemas visuales y auditivos, como para el que está en silla de ruedas…eso es lo más complicado”, comparte la docente, señalando que en las sesiones son imprescindibles las dinámicas de integración grupal y la implementación de personajes, a través de los cuales las y los pequeños puedan externar sus emociones “sin sentirse vulnerables”.

A través del Centro de Atención Múltiple “Mis primeros Pasos”, actualmente Yeshlem atiende a niñas y niños de bajos recursos, provenientes de diferentes puntos de la ciudad. Por la pandemia de Covid-19, y la imposibilidad de la familias de continuar con las sesiones en la virtualidad por falta de internet y/o computadoras, la docente tuvo que interrumpir las sesiones en marzo; sin embargo, en las redes mantiene vigente la campaña “Viste un bailarín”. Una iniciativa que busca recabar recursos para la compra de uniformes para sus estudiantes.

“El objetivo es apoyar económicamente a los alumnos con la compra de sus uniformes. Cualquier persona, negocio o empresa puede apoyar. A quienes se sumen yo les presentaré más adelante un informe de cómo va avanzado el estudiante beneficiado durante su proceso artístico”, asevera.

Para más información sobre esta iniciativa y el proyecto Meraki, se podrán consultar todos los detalles en la cuenta oficial de facebook @merakiballet

Yeshlem Soto Espinosa da clases de ballet a niñas y niños con síndrome de down, autismo, ceguera y con problemas motrices. Convencida de que este arte refuerza cualquier tipo de terapia, busca ampliar su propuesta a otros espacios, en aras de hacer efectivo el derecho cultural a la educación artística de esta población.

“Hacer las cosas con pasión dejando un pedazo de ti, de tu corazón, en tu trabajo. Eso es lo que significa Meraki”, dice la bailarina y gestora cultural sobre esta palabra en griego que eligió para nombrar a su iniciativa. A través de ella busca aproximar a sus alumnos a un método alterno terapéutico y de integración social, fundamentado en la técnica básica de la danza clásica.

En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO, la joven de 26 años platica que desde los seis años nació su interés por el ballet, un arte que con el tiempo, se convirtió en parte fundamental de su vida.

Tras egresar de la carrera en Artes Escénicas, con línea terminal en Ballet Clásico, de la Universidad Autónoma de Querétaro, Yeshlem decidió continuar con su formación, estudiando la maestría en Gestión y Dirección de Proyectos Artísticos y Culturales, convencida de que además de estar en los escenarios, quería compartir su pasión con otras niñas y niños.

Un día a una de sus clases llegó una pequeña niña con síndrome de down. Con el paso del tiempo, la docente recuerda que pudo notar cómo la pequeña pasaba de la introversión a la extroversión, mostrando un significativo avance no solo en sus relaciones interpersonales, sino también en sus otras terapias.

Sorprendida por el impacto de la técnica dancística en el desarrollo psicosocial de la pequeña, Yeshlem decidió profundizar más en los atributos del ballet y dirigir su proyecto de maestría hacia ese tema.

Como parte del proyecto “hice una investigación. A través de ella encontré que en Querétaro no existía ninguna institución (de ballet) especializada en esta población. Hay muchas academias de danza y en muchas de ellas se puede aprender ballet clásico y yo creo que si padres de familia se acercan para inscribir a sus hijos (con alguna discapacidad), yo creo que no les negarían el acceso. Sin embargo, estos espacios buscan la profesionalización de los bailarines y ese no es mi caso. Yo no busco hacer que mis niños sean profesionales en esta rama artística, lo que busco es su integración social”, detalla, agregando que su idea a largo plazo es abrir una academia centrada en esta población, en la que también se ofrezca a las y los niños atención psicológica y nutricional, así como sesiones de fisioterapia.

Método alterno

Con música de piano, que recuerda a varias películas animadas de Walt Disney, Yeshlem guía a pequeños de entre 3 y 7 años en las diferentes secuencias de estiramientos; en los ejercicios de piso y de barra, así como en las famosas diagonales del ballet. Y con ayuda de aros y pelotas de colores, la docente adentra a sus pequeños bailarines en aspectos relacionados con la coordinación, musicalidad, expresión, elasticidad y fuerza.

“Uno de los más grandes retos es atender a diferentes tipos de discapacidad física en un solo grupo. Ahí si tengo que ingeniármelas para adaptar un ejercicio tanto para el niño que tiene problemas visuales y auditivos, como para el que está en silla de ruedas…eso es lo más complicado”, comparte la docente, señalando que en las sesiones son imprescindibles las dinámicas de integración grupal y la implementación de personajes, a través de los cuales las y los pequeños puedan externar sus emociones “sin sentirse vulnerables”.

A través del Centro de Atención Múltiple “Mis primeros Pasos”, actualmente Yeshlem atiende a niñas y niños de bajos recursos, provenientes de diferentes puntos de la ciudad. Por la pandemia de Covid-19, y la imposibilidad de la familias de continuar con las sesiones en la virtualidad por falta de internet y/o computadoras, la docente tuvo que interrumpir las sesiones en marzo; sin embargo, en las redes mantiene vigente la campaña “Viste un bailarín”. Una iniciativa que busca recabar recursos para la compra de uniformes para sus estudiantes.

“El objetivo es apoyar económicamente a los alumnos con la compra de sus uniformes. Cualquier persona, negocio o empresa puede apoyar. A quienes se sumen yo les presentaré más adelante un informe de cómo va avanzado el estudiante beneficiado durante su proceso artístico”, asevera.

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