/ miércoles 12 de diciembre de 2018

Artesanos dejan sus marcas. Emprendedurismo indígena en la región

Emprendedores provenientes de pueblos originarios crean marcas, etiquetan sus productos, cobran con tarjeta de crédito, crean de talleres y redes de proveeduría para producir, distribuir y vender sus productos a nivel nacional

Los artesanos indígenas se están profesionalizando. Durante el pasado Encuentro de las Culturas Populares y los Pueblos Indígenas en Querétaro se advirtió la presencia, como en otras ediciones, de emprendedores provenientes de pueblos originarios; sin embargo, en esta ocasión, las marcas, el etiquetado, el cobro con tarjeta de crédito, la diversificación de productos, la creación de talleres y de una red de proveeduría fueron la constante entre estos creadores.

Estas características no son casuales, explica Aurelio Sigala Páez, delegado en Querétaro y Guanajuato de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), pues son producto, dijo, del programa de profesionalización del que fueron parte los artesanos presentes en el referido encuentro.

“Con el Tec de Monterrey trabajamos el tema de capacitación. Los artesanos que están aquí, la mayor parte de los de Querétaro, pasaron por un diplomado sobre emprendedurismo, calidad y atención al cliente, etc., y la mayoría de ellos pasan por un proceso de certificación para que todo este bien hecho. Se trata de gente que nunca estuvo en una escuela (de nivel medio superior o superior) y nos dieron un seminario a un nivel muy accesible”, explicó el funcionario federal.

Bajo el nombre Ozamalott, mujeres morelenses materializan y comercian sus creaciones.


En sus marcas…

Uno de los productos más llamativos que se advirtieron en las instalaciones del Centro de las Artes de Querétaro, donde se vivió el encuentro, fue el presentado bajo la marca Xhest’i; se trata de calzado “tipo Converse” intervenido con bordados de diferentes diseños.

Su creador, Christian, es proveniente del municipio de Amealco, y con tan solo 19 años de edad decidió ejecutar su idea, según compartió.

“Acudimos a quienes ya tenían más tiempo en esto (haciendo bordados) y nos andaban enseñando, proceso por proceso, pero ponerlos en tenis fue mi idea, meter el bordado”, aseguró.

Cada par, que se oferta en 950 pesos, puede llevar un día de trabajo. Actualmente, una docena de personas han sido empleadas por Christian para que laboren en su empresa Xhest’i, que tiene capacidad para crear 10 pares por día.

“Solamente la suela la compramos a parte. Tenemos que coserlo (la parte de lona para formar el tenis). Compramos los hilos y (el bordado) lo mandamos a hacer al taller”, precisó el joven empresario.

El amealcense refirió que la concreción del producto, la marca y logotipo se materializaron tras el diplomado que tomó en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), popularmente conocido como Tecnológico de Monterrey, dijo además que establecer un precio, abrir el taller y la cadena productiva y de proveedores se logró también a partir de lo aprendido en este instituto y a través del apoyo del CDI.

El delegado refirió que son las personas menores de 30 años quienes mejor se han adaptado al esquema de emprendedurismo propuesto, “el 40 por ciento (de los proyectos) son de menores de 30 años, y son los más exitosos. Son chavos que se meten al internet, investigan e innovan. Los mayores son más agrícolas”, explicó.

Otros emprendedores se presentaron con marcas como Xochimecatl (prendas veracruzanas), Pedro Martin (prendas de Puebla), Ozamalott (Morelos), Doni ( Querétaro) y Yolopahtli (productos de cera).

El mercado textil es uno de los más socorridos por las personas provenientes de pueblos originarios.


Talleres comunitarios

Alfredo Pizarro López es otro de los jóvenes emprendedores. Él junto a su familia ha conformado un taller con sede en Cuetzalán, Puebla, en el que trabajan alrededor de 15 personas, hermanos y primos, con edades que van de los 17 a los 33 años, “más aparte empleamos a jóvenes de medio tiempo”, cuenta con orgullo.

Blusas tradicionales de la región, guayaberas, vestidos, chalecos y quexquemetls se cuentan entre los principales productos que se elaboran en el taller que tiene 9 años de vida

“Hacemos lo que es el bordado, el telar de cintura y tratamos de innovar sin dejar lo esencial de nuestro origen”, comparte.

Una pieza, que combina la hechura en telar de cintura y adornos con diseños bordados, puede llevar hasta 25 días de elaboración.

“Nuestro trabajo lleva historia, no solo es de bordar, lleva una tradición de nuestra comunidad. Anteriormente, cada mujer de Cuetzalán tejía su propia ropa, ella se los hacían, pero de un momento para acá se fue haciendo más comercial y es una forma de hacer dinero, porque antes la comunidad producía el café, pero eso ya no da dinero, y ahora dependemos de la artesanía”.

Pizarro López asegura además que de la demanda de estas prendas, orilló a los hombres a dejar prejuicios y a entrar a la producción, que antes era solo un oficio femenino.

“Anteriormente era mal visto (que un hombre tejiera o bordara), pero esto nos lo inculcó mi mamá. Cuando éramos pequeños, mi mamá tejía para apoyar a mí papa en el sustento de la familia, pero nos empezamos a meter en esto, ya era una necesidad y lo veíamos como una forma de ganarse la vida”, sostiene.

En la actualidad, hombres y mujeres por igual desarrollan esta actividad en la comunidad.

Los precios de los productos que genera este taller van de los 80 a los 2,500 pesos.

Mayré Isabel Pedraza Ramírez es otra de las emprendedoras cuyo éxito se ha materializado en un taller. En él, a diferencia del primer caso expuesto, solo son mujeres quienes trabajan.

“El taller lo utilizamos para el teñido y luego nos llevamos el material a nuestras casas para concluir las prendas. Tenemos una tienda en comunidad y salimos a expos y ferias, nos salimos a vender”, puntualiza la originaria de Hueyapan, Morelos.

Alrededor de unas 15 mujeres son quienes trabajan junto a Pedraza Ramírez, ellas, con la técnica de tejido en gancho y telar de cintura crean rebozos, quexquemetls, gabanes, morrales, carteras y gorros. Sus prendas, por la cantidad de tiempo y dedicación que llevan, pueden llegar a costar hasta 25 mil pesos, detalla la artesana.

La empresa Xhest’i tiene capacidad para producir 10 pares de tenis al día.


Universitarios

Sin embargo, no todos los apoyos para indígenas se quedan en el rubro artesanal, muchos de ellos optan por profesionalizarse y acudir a centros educativos para conseguir estudios universitarios que les permitan emplearse en otras áreas.

Aurelio Sigala Páez dijo tener registro de alrededor de 200 indígenas que actualmente cursan algún semestre de licenciatura. De Amealco, Tolimán y Cadereyta provienen principalmente estos jóvenes que aspiran a culminar sus estudios a nivel superior, agregó el delegado.

“Tenemos un programa de becas para el nivel superior, en el que tenemos 120 jóvenes becados, pero sobrepasa los 200 (el número de indígenas universitarios) en un censo que hicimos con la UAQ y otras instituciones, como el Instituto Tecnológico de Querétaro”, explicó.

De acuerdo a la información proporcionada por el delegado de la CDI en la región son dos las carreras que son más constantemente elegidas por los jóvenes de pueblos originarios: Derecho y Desarrollo Comunitario, “esto se ve particularmente en Amealco, en donde está el campus de la UAQ, que oferta Derecho”, apuntó.

Este programa de impulso a indígenas para que cursen estudios universitarios lleva dos años de ejecución, tiempo en el que no han registrado ninguna deserción de los participantes y en donde la equidad de género corresponde a la proporción total de la población en el estado, 48.7% hombres contra 51.27 de mujeres.


Los artesanos indígenas se están profesionalizando. Durante el pasado Encuentro de las Culturas Populares y los Pueblos Indígenas en Querétaro se advirtió la presencia, como en otras ediciones, de emprendedores provenientes de pueblos originarios; sin embargo, en esta ocasión, las marcas, el etiquetado, el cobro con tarjeta de crédito, la diversificación de productos, la creación de talleres y de una red de proveeduría fueron la constante entre estos creadores.

Estas características no son casuales, explica Aurelio Sigala Páez, delegado en Querétaro y Guanajuato de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), pues son producto, dijo, del programa de profesionalización del que fueron parte los artesanos presentes en el referido encuentro.

“Con el Tec de Monterrey trabajamos el tema de capacitación. Los artesanos que están aquí, la mayor parte de los de Querétaro, pasaron por un diplomado sobre emprendedurismo, calidad y atención al cliente, etc., y la mayoría de ellos pasan por un proceso de certificación para que todo este bien hecho. Se trata de gente que nunca estuvo en una escuela (de nivel medio superior o superior) y nos dieron un seminario a un nivel muy accesible”, explicó el funcionario federal.

Bajo el nombre Ozamalott, mujeres morelenses materializan y comercian sus creaciones.


En sus marcas…

Uno de los productos más llamativos que se advirtieron en las instalaciones del Centro de las Artes de Querétaro, donde se vivió el encuentro, fue el presentado bajo la marca Xhest’i; se trata de calzado “tipo Converse” intervenido con bordados de diferentes diseños.

Su creador, Christian, es proveniente del municipio de Amealco, y con tan solo 19 años de edad decidió ejecutar su idea, según compartió.

“Acudimos a quienes ya tenían más tiempo en esto (haciendo bordados) y nos andaban enseñando, proceso por proceso, pero ponerlos en tenis fue mi idea, meter el bordado”, aseguró.

Cada par, que se oferta en 950 pesos, puede llevar un día de trabajo. Actualmente, una docena de personas han sido empleadas por Christian para que laboren en su empresa Xhest’i, que tiene capacidad para crear 10 pares por día.

“Solamente la suela la compramos a parte. Tenemos que coserlo (la parte de lona para formar el tenis). Compramos los hilos y (el bordado) lo mandamos a hacer al taller”, precisó el joven empresario.

El amealcense refirió que la concreción del producto, la marca y logotipo se materializaron tras el diplomado que tomó en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), popularmente conocido como Tecnológico de Monterrey, dijo además que establecer un precio, abrir el taller y la cadena productiva y de proveedores se logró también a partir de lo aprendido en este instituto y a través del apoyo del CDI.

El delegado refirió que son las personas menores de 30 años quienes mejor se han adaptado al esquema de emprendedurismo propuesto, “el 40 por ciento (de los proyectos) son de menores de 30 años, y son los más exitosos. Son chavos que se meten al internet, investigan e innovan. Los mayores son más agrícolas”, explicó.

Otros emprendedores se presentaron con marcas como Xochimecatl (prendas veracruzanas), Pedro Martin (prendas de Puebla), Ozamalott (Morelos), Doni ( Querétaro) y Yolopahtli (productos de cera).

El mercado textil es uno de los más socorridos por las personas provenientes de pueblos originarios.


Talleres comunitarios

Alfredo Pizarro López es otro de los jóvenes emprendedores. Él junto a su familia ha conformado un taller con sede en Cuetzalán, Puebla, en el que trabajan alrededor de 15 personas, hermanos y primos, con edades que van de los 17 a los 33 años, “más aparte empleamos a jóvenes de medio tiempo”, cuenta con orgullo.

Blusas tradicionales de la región, guayaberas, vestidos, chalecos y quexquemetls se cuentan entre los principales productos que se elaboran en el taller que tiene 9 años de vida

“Hacemos lo que es el bordado, el telar de cintura y tratamos de innovar sin dejar lo esencial de nuestro origen”, comparte.

Una pieza, que combina la hechura en telar de cintura y adornos con diseños bordados, puede llevar hasta 25 días de elaboración.

“Nuestro trabajo lleva historia, no solo es de bordar, lleva una tradición de nuestra comunidad. Anteriormente, cada mujer de Cuetzalán tejía su propia ropa, ella se los hacían, pero de un momento para acá se fue haciendo más comercial y es una forma de hacer dinero, porque antes la comunidad producía el café, pero eso ya no da dinero, y ahora dependemos de la artesanía”.

Pizarro López asegura además que de la demanda de estas prendas, orilló a los hombres a dejar prejuicios y a entrar a la producción, que antes era solo un oficio femenino.

“Anteriormente era mal visto (que un hombre tejiera o bordara), pero esto nos lo inculcó mi mamá. Cuando éramos pequeños, mi mamá tejía para apoyar a mí papa en el sustento de la familia, pero nos empezamos a meter en esto, ya era una necesidad y lo veíamos como una forma de ganarse la vida”, sostiene.

En la actualidad, hombres y mujeres por igual desarrollan esta actividad en la comunidad.

Los precios de los productos que genera este taller van de los 80 a los 2,500 pesos.

Mayré Isabel Pedraza Ramírez es otra de las emprendedoras cuyo éxito se ha materializado en un taller. En él, a diferencia del primer caso expuesto, solo son mujeres quienes trabajan.

“El taller lo utilizamos para el teñido y luego nos llevamos el material a nuestras casas para concluir las prendas. Tenemos una tienda en comunidad y salimos a expos y ferias, nos salimos a vender”, puntualiza la originaria de Hueyapan, Morelos.

Alrededor de unas 15 mujeres son quienes trabajan junto a Pedraza Ramírez, ellas, con la técnica de tejido en gancho y telar de cintura crean rebozos, quexquemetls, gabanes, morrales, carteras y gorros. Sus prendas, por la cantidad de tiempo y dedicación que llevan, pueden llegar a costar hasta 25 mil pesos, detalla la artesana.

La empresa Xhest’i tiene capacidad para producir 10 pares de tenis al día.


Universitarios

Sin embargo, no todos los apoyos para indígenas se quedan en el rubro artesanal, muchos de ellos optan por profesionalizarse y acudir a centros educativos para conseguir estudios universitarios que les permitan emplearse en otras áreas.

Aurelio Sigala Páez dijo tener registro de alrededor de 200 indígenas que actualmente cursan algún semestre de licenciatura. De Amealco, Tolimán y Cadereyta provienen principalmente estos jóvenes que aspiran a culminar sus estudios a nivel superior, agregó el delegado.

“Tenemos un programa de becas para el nivel superior, en el que tenemos 120 jóvenes becados, pero sobrepasa los 200 (el número de indígenas universitarios) en un censo que hicimos con la UAQ y otras instituciones, como el Instituto Tecnológico de Querétaro”, explicó.

De acuerdo a la información proporcionada por el delegado de la CDI en la región son dos las carreras que son más constantemente elegidas por los jóvenes de pueblos originarios: Derecho y Desarrollo Comunitario, “esto se ve particularmente en Amealco, en donde está el campus de la UAQ, que oferta Derecho”, apuntó.

Este programa de impulso a indígenas para que cursen estudios universitarios lleva dos años de ejecución, tiempo en el que no han registrado ninguna deserción de los participantes y en donde la equidad de género corresponde a la proporción total de la población en el estado, 48.7% hombres contra 51.27 de mujeres.


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