/ jueves 28 de abril de 2022

Carlota Amalia de Bélgica, una regente imperial

Cartografía del tiempo y la memoria

Yo soy María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina, Princesa de la Nada y del Vacío, Soberana de la Espuma y de los Sueños, Reina de la Quimera y del Olvido, Emperatriz de la Mentira(...)

Fernando del Paso. En: Noticias del Imperio. 1987.


Todo comenzó el 10 de abril de 1864, cuando el Archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo aceptó el trono de México. Una vez que fueron cumplidas ciertos formalismos, tales como la realización de un referéndum y quedar satisfechas las solicitadores financieras y de apoyo militar. Previamente el 3 de octubre de 1863 una "Junta de Notables" le había ofrecido la corona imperial.

Abordar el tema de Carlota en su papel de regente es casi inevitable caer en el lugar común, toda vez que el personaje se ha construido entre tintes de novela de folletín, de leyenda cortesana y del empoderamiento feminista.

En el proceso de analizar el estado de la cuestión, son reiterativas las conclusiones. Pretendo en unas cuantas cuartillas cederle la voz al personaje. Acudir a la visión periférica a través de algunas personas cercanas íntimas o subordinadas con las que tuvo trato directo. En esta inmersión, tal vez podamos abrir nuevas ventanas para bosquejar al personaje mitificado, idealizado y motivo de mofa. El ensayo es para plantearnos nuevas preguntas y explorar áreas inéditas, para desvelar el misterio y melodrama de esa cursilería que arraiga como género estético y forma parte de nuestra cultura.

En la segunda parte una mirada de conjunto nos pondrá en el contexto sociopolítico de la época del llamado Segundo Imperio. El ambiente que prevalecía entre los años de 1863 a 1867 en los espacios y quehacer del arte y la cultura, las ciencias y la tecnología; la política y la economía. Asimismo echaremos un vistazo a la vida cotidiana palaciega a través de las modas, el teatro, la gastronomía y la crónica social.

Vislumbres. La historia, la reconstrucción de la memoria es un proceso dinámico, los retos actuales como la incursión de la mujer en la vida política a través de “cuota de género”; el trabajo infantil; la esclavitud en los campos agrícolas en nuestro país; la reforma educativa; el plebiscito, las consultas ciudadanas, entre otros fueron cuestiones a resolver en la década de los sesenta del siglo decimonono; como lo son hoy mismo.

Narrativas. Dentro de estas convenciones Carlota asumió el cargo de la regencia del Imperio durante los viajes de Maximiliano. Fue el parapeto de intrigas cortesanas y el instrumento negociador o a veces impositivo de los asuntos políticos. Por su forma de pensar y actuar se comentaba en el cotilleo cortesano que la emperatriz era “roja”. -En alusión a su liberalismo y postura radical-.

El cargo de regente se encontraba como figura jurídica en el Decreto publicado en 1865, donde se establecía la “Forma de gobierno" en 18 títulos y 81 artículos. El primero establecía que el gobierno era una monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico. El segundo a la letra dice: “En el caso de la muerte o cualquier otro evento que ponga al Emperador en imposibilidad de continuar con el ejercicio del mando, la Emperatriz, su augusta esposa, se encargará ipso facto, de la Regencia del Imperio.”

“Un horizonte más amplio…” En Miramar Carlota había escrito a la Condesa D'Hulst: “Llevamos ahora una vida muy pacífica, tratando de hacer que la gente nos olvide.” Más tarde consignó: “No sé lo que pasará en el futuro, pero la situación debe retornar a la normalidad y llegaré entonces el día, y no estoy siendo movida sólo por la ambición, cuando el Archiduque juegue otra vez un papel importante en los asuntos mundiales, ya que él nació para gobernar, y posee además todas las cualidades para hacer feliz a la gente.”

En ese estado de cosas discurría la vida de Charlotte y Max, cuando empezaron a voltear los ojos a la corona imperial que ofrecían en México un grupo de “notables” del partido conservador.

Después de leer sobre el exótico país y pedir consejos decidieron embarcarse en la aventura imperial con el apoyo del emperador francés. No sin antes sortear la opinión de la archiduquesa Sofía y de la abuela de Carlota, la ex-reina María Amalia de Francia.

Carlota escribió a su abuela: "Soy la última persona en querer un trono. Como recordarás, una vez pude tener uno (Se refiere al rey de Portugal) cuando tenía diecisiete años, el cual rechacé por estar más interesada en otras cosas, pero hay mucha diferencia entre ir en busca de un trono y en tomarse uno mismo la gran responsabilidad de rechazar uno, particularmente cuando uno siente en sí mismo, la habilidad y posibilidad de llevar a cabo una empresa de tanto mérito. Hacer eso sería oponerse uno mismo a su propia conciencia y fallar en su deber ante Dios. Cuando uno siente que está llamado a reinar, aparece entonces una vocación, como cualquier vocación religiosa... Mucha gente me acusa de ambiciosa... pero lo único que quiero es proporcionar un bien al mundo y necesito un horizonte más amplio del que tengo actualmente".

“Los asesinarán”. En Inglaterra la reina Victoria trató de disuadir del sueño imperial a Carlota y Maximiliano: les dijo: “¡los asesinarán! “Posteriormente en Viena Francisco José pone como condición de ayuda la renuncia de Maximiliano a sus derechos al trono. Carlota actúa tratando de moderar. No hay resultados positivos y una vez en Miramar convence a Max de firmar los papeles de renuncia e inmediatamente después acepta el trono mexicano el 10 de abril de 1864. La Novara llegó a México el 28 de mayo de 1864 y a la mañana siguiente Maximiliano y Carlota se introdujeron al agreste paisaje atravesando pueblos y ciudades semiderruidas.

La condesa Paula de Kolonitz acompañó a Maximiliano y Carlota como parte de su séquito. Escribió en sus memorias publicadas como Un viaje a México en 1864. "Nadie se movía en el puerto, el nuevo soberano de México estaba frente a su propio imperio, pero sus súbditos se habían escondido. Nadie lo recibía". En la tarde del 7 de junio llegaron a Cholula en donde se había congregado una multitud de indígenas para presenciar una ceremonia en que se coronó de flores a los emperadores. Como era su cumpleaños número veinticuatro, Carlota donó siete mil pesos para reedificar el albergue para indigentes.

“En traje de rancheros”. El 12 de junio Maximiliano y Carlota hicieron su entrada solemne en la Ciudad de México en un lujoso carruaje y se les dio un ostentoso recibimiento. El viejo Palacio de los Virreyes y sede de la presidencia nacional fue la primera residencia de la pareja imperial. Más tarde escogió el Castillo de Chapultepec como alojamiento denominándola castillo de Mira Valle. Por su mandato fue trazado el camino para la ciudad conocido entonces como "Paseo de la Emperatriz". O de los “emperadores”. -Hoy Paseo de la Reforma-. Maximiliano comenzó a seguir sus inclinaciones liberales. Rivera escribe en sus Anales del Segundo Imperio que Maximiliano y Carlota pasearon por las calles de México a caballo, “con el traje de los rancheros mexicanos ricos, hecho que a los republicanos hizo reír y a los monarquitas ponerse las manos en el rostro”.

Desencanto y engaño. Durante los primeros meses Maximiliano y Carlota descubrieron la realidad. Las cajas con muestras de adhesión que recibieron en Miramar eran falsas en la mayoría. Carlota escribe en su Diario: "Apenas en los meses que llevamos aquí hemos vivido un día tranquilo. Nadie está contento con nosotros. Los conservadores, que nos apoyaron antes, encuentran ahora muy liberal a Maximiliano, mientras que los liberales le llaman tirano, pasándose en masa a las huestes de Juárez. Los franceses promueven disgustos diarios porque estiman que el Emperador hace una política demasiado nacional y no tiene en cuenta los intereses de Francia. El nuncio también se ha disgustado con nosotros y nos amenaza con una ruptura con la Santa Sede si no damos inmediata satisfacción a las pretensiones del clero mexicano". Los nobles que les animaron a ir ahora también les exigen. Otros muchos , que en Miramar nos ilusionaron con el país, no sólo no nos han acompañado, prefiriendo la vida placentera de Europa a esta barahúnda , sino que, encontrando que es poco para ellos el haberles devuelto las inmensas tierras que la República les confiscó, reclaman ahora cuantiosas indemnizaciones." Y termina reconociendo que les han engañado llevándoles a un avispero "Nos prometieron que encontraríamos la paz a nuestra llegada, pero nada más lejos de la realidad".

En la próxima entrega continuaremos con esta relatoría.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan.

Abril de MMXIX

Yo soy María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina, Princesa de la Nada y del Vacío, Soberana de la Espuma y de los Sueños, Reina de la Quimera y del Olvido, Emperatriz de la Mentira(...)

Fernando del Paso. En: Noticias del Imperio. 1987.


Todo comenzó el 10 de abril de 1864, cuando el Archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo aceptó el trono de México. Una vez que fueron cumplidas ciertos formalismos, tales como la realización de un referéndum y quedar satisfechas las solicitadores financieras y de apoyo militar. Previamente el 3 de octubre de 1863 una "Junta de Notables" le había ofrecido la corona imperial.

Abordar el tema de Carlota en su papel de regente es casi inevitable caer en el lugar común, toda vez que el personaje se ha construido entre tintes de novela de folletín, de leyenda cortesana y del empoderamiento feminista.

En el proceso de analizar el estado de la cuestión, son reiterativas las conclusiones. Pretendo en unas cuantas cuartillas cederle la voz al personaje. Acudir a la visión periférica a través de algunas personas cercanas íntimas o subordinadas con las que tuvo trato directo. En esta inmersión, tal vez podamos abrir nuevas ventanas para bosquejar al personaje mitificado, idealizado y motivo de mofa. El ensayo es para plantearnos nuevas preguntas y explorar áreas inéditas, para desvelar el misterio y melodrama de esa cursilería que arraiga como género estético y forma parte de nuestra cultura.

En la segunda parte una mirada de conjunto nos pondrá en el contexto sociopolítico de la época del llamado Segundo Imperio. El ambiente que prevalecía entre los años de 1863 a 1867 en los espacios y quehacer del arte y la cultura, las ciencias y la tecnología; la política y la economía. Asimismo echaremos un vistazo a la vida cotidiana palaciega a través de las modas, el teatro, la gastronomía y la crónica social.

Vislumbres. La historia, la reconstrucción de la memoria es un proceso dinámico, los retos actuales como la incursión de la mujer en la vida política a través de “cuota de género”; el trabajo infantil; la esclavitud en los campos agrícolas en nuestro país; la reforma educativa; el plebiscito, las consultas ciudadanas, entre otros fueron cuestiones a resolver en la década de los sesenta del siglo decimonono; como lo son hoy mismo.

Narrativas. Dentro de estas convenciones Carlota asumió el cargo de la regencia del Imperio durante los viajes de Maximiliano. Fue el parapeto de intrigas cortesanas y el instrumento negociador o a veces impositivo de los asuntos políticos. Por su forma de pensar y actuar se comentaba en el cotilleo cortesano que la emperatriz era “roja”. -En alusión a su liberalismo y postura radical-.

El cargo de regente se encontraba como figura jurídica en el Decreto publicado en 1865, donde se establecía la “Forma de gobierno" en 18 títulos y 81 artículos. El primero establecía que el gobierno era una monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico. El segundo a la letra dice: “En el caso de la muerte o cualquier otro evento que ponga al Emperador en imposibilidad de continuar con el ejercicio del mando, la Emperatriz, su augusta esposa, se encargará ipso facto, de la Regencia del Imperio.”

“Un horizonte más amplio…” En Miramar Carlota había escrito a la Condesa D'Hulst: “Llevamos ahora una vida muy pacífica, tratando de hacer que la gente nos olvide.” Más tarde consignó: “No sé lo que pasará en el futuro, pero la situación debe retornar a la normalidad y llegaré entonces el día, y no estoy siendo movida sólo por la ambición, cuando el Archiduque juegue otra vez un papel importante en los asuntos mundiales, ya que él nació para gobernar, y posee además todas las cualidades para hacer feliz a la gente.”

En ese estado de cosas discurría la vida de Charlotte y Max, cuando empezaron a voltear los ojos a la corona imperial que ofrecían en México un grupo de “notables” del partido conservador.

Después de leer sobre el exótico país y pedir consejos decidieron embarcarse en la aventura imperial con el apoyo del emperador francés. No sin antes sortear la opinión de la archiduquesa Sofía y de la abuela de Carlota, la ex-reina María Amalia de Francia.

Carlota escribió a su abuela: "Soy la última persona en querer un trono. Como recordarás, una vez pude tener uno (Se refiere al rey de Portugal) cuando tenía diecisiete años, el cual rechacé por estar más interesada en otras cosas, pero hay mucha diferencia entre ir en busca de un trono y en tomarse uno mismo la gran responsabilidad de rechazar uno, particularmente cuando uno siente en sí mismo, la habilidad y posibilidad de llevar a cabo una empresa de tanto mérito. Hacer eso sería oponerse uno mismo a su propia conciencia y fallar en su deber ante Dios. Cuando uno siente que está llamado a reinar, aparece entonces una vocación, como cualquier vocación religiosa... Mucha gente me acusa de ambiciosa... pero lo único que quiero es proporcionar un bien al mundo y necesito un horizonte más amplio del que tengo actualmente".

“Los asesinarán”. En Inglaterra la reina Victoria trató de disuadir del sueño imperial a Carlota y Maximiliano: les dijo: “¡los asesinarán! “Posteriormente en Viena Francisco José pone como condición de ayuda la renuncia de Maximiliano a sus derechos al trono. Carlota actúa tratando de moderar. No hay resultados positivos y una vez en Miramar convence a Max de firmar los papeles de renuncia e inmediatamente después acepta el trono mexicano el 10 de abril de 1864. La Novara llegó a México el 28 de mayo de 1864 y a la mañana siguiente Maximiliano y Carlota se introdujeron al agreste paisaje atravesando pueblos y ciudades semiderruidas.

La condesa Paula de Kolonitz acompañó a Maximiliano y Carlota como parte de su séquito. Escribió en sus memorias publicadas como Un viaje a México en 1864. "Nadie se movía en el puerto, el nuevo soberano de México estaba frente a su propio imperio, pero sus súbditos se habían escondido. Nadie lo recibía". En la tarde del 7 de junio llegaron a Cholula en donde se había congregado una multitud de indígenas para presenciar una ceremonia en que se coronó de flores a los emperadores. Como era su cumpleaños número veinticuatro, Carlota donó siete mil pesos para reedificar el albergue para indigentes.

“En traje de rancheros”. El 12 de junio Maximiliano y Carlota hicieron su entrada solemne en la Ciudad de México en un lujoso carruaje y se les dio un ostentoso recibimiento. El viejo Palacio de los Virreyes y sede de la presidencia nacional fue la primera residencia de la pareja imperial. Más tarde escogió el Castillo de Chapultepec como alojamiento denominándola castillo de Mira Valle. Por su mandato fue trazado el camino para la ciudad conocido entonces como "Paseo de la Emperatriz". O de los “emperadores”. -Hoy Paseo de la Reforma-. Maximiliano comenzó a seguir sus inclinaciones liberales. Rivera escribe en sus Anales del Segundo Imperio que Maximiliano y Carlota pasearon por las calles de México a caballo, “con el traje de los rancheros mexicanos ricos, hecho que a los republicanos hizo reír y a los monarquitas ponerse las manos en el rostro”.

Desencanto y engaño. Durante los primeros meses Maximiliano y Carlota descubrieron la realidad. Las cajas con muestras de adhesión que recibieron en Miramar eran falsas en la mayoría. Carlota escribe en su Diario: "Apenas en los meses que llevamos aquí hemos vivido un día tranquilo. Nadie está contento con nosotros. Los conservadores, que nos apoyaron antes, encuentran ahora muy liberal a Maximiliano, mientras que los liberales le llaman tirano, pasándose en masa a las huestes de Juárez. Los franceses promueven disgustos diarios porque estiman que el Emperador hace una política demasiado nacional y no tiene en cuenta los intereses de Francia. El nuncio también se ha disgustado con nosotros y nos amenaza con una ruptura con la Santa Sede si no damos inmediata satisfacción a las pretensiones del clero mexicano". Los nobles que les animaron a ir ahora también les exigen. Otros muchos , que en Miramar nos ilusionaron con el país, no sólo no nos han acompañado, prefiriendo la vida placentera de Europa a esta barahúnda , sino que, encontrando que es poco para ellos el haberles devuelto las inmensas tierras que la República les confiscó, reclaman ahora cuantiosas indemnizaciones." Y termina reconociendo que les han engañado llevándoles a un avispero "Nos prometieron que encontraríamos la paz a nuestra llegada, pero nada más lejos de la realidad".

En la próxima entrega continuaremos con esta relatoría.


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