/ miércoles 27 de enero de 2021

Clarice Lispector. Aprendiendo a vivir (III)

Vitral

“Me encargo desde niña de una hilera de hormigas: ellas van en fila india cargando con un pedacito de hoja, lo que no impide que cada una, al encontrarse con otra hilera de hormigas que viene en dirección opuesta, pare para decirle algo a las demás”. Yo me encargo del mundo


Esa forma de ver que tienen los niños la vamos perdiendo tristemente conforme nos vamos convirtiendo en adultos. Si tan sólo conserváramos un poco de esa inquietud, de esas preguntas, el mundo humano sería tan diferente, pero no, la realidad es que crecemos y nos volvemos egoístas, soberbios, necios, cerrados, amargados. No todos, afortunadamente, aunque sí muchos, quizá la mayoría. Ya Cristo decía que afortunado aquel que en su interior siguiera siendo como un niño, porque de ellos será el reino de los cielos. No hay que idealizar, pero sí se puede afirmar que los niños ven el mundo de otra forma, más diáfana, menos maleada, y, lo más maravilloso, miran la vida con asombro, y lo manifiestan por medio de sus miles de preguntas: por qué esto, por qué aquello. Preguntas que muchas veces a los adultos nos llegan a cansar y a exasperar, sin comprender que en esas preguntas radican muchos elementos clave para la vida posterior de ellos. De nosotros depende que esas inquietudes tomen forma y florezcan, o que las aplastemos inmisericordemente como producto de nuestras prisas, egoísmo, amargura e inconsciencia.

Démonos un ratito para reflexionar y corregir nuestra conducta, quizá nunca sea tarde. Siempre estamos ocupados, siempre tenemos prisa, siempre estamos en pos de alguna quimera. Quien responde las preguntas de los niños encuentra respuestas para su propia vida. En principio, porque, si es sincero, se da cuenta de que no sabe casi nada, si acaso, puras generalidades y con ellas responde, pero si la niña y el niño siguen preguntando el adulto se da cuenta de que no puede ir más allá, de que no sabe bien a bien muchas cosas.

Entre quienes más se asemejan a la actitud preguntona de los niños están los científicos y los filósofos. Una forma de que los niños no se aburran en la escuela sería motivarlos a plantearse preguntas antes de entrar a cada tema del curso, preguntas relacionadas con los intereses de cada uno, y por lo tanto significativas. Los pedagogos saben muy bien qué importante resulta que los temas abordados sean significativos para los estudiantes. Las preguntas son llaves para entrar al saber y al conocer. Encarar esos cuestionamientos que los niños nos plantean implican nuestro propio desarrollo y despertar.

Cierto, los adultos deben trabajar, hay que atender el sinnúmero de asuntos que implica conducir un hogar con bien, pero tratemos, lo más seguido que se pueda, de escuchar a los niños y niñas, de responderles, de aprender de ellos y con ellos. De esta forma el mundo, seguro, será mucho mejor.

*

“Haber nacido me ha estropeado la salud”.

Antes era perfecto

*

A veces, la literatura se parece a la filosofía, es especulación pura. Entra en terrenos donde nadie sabe a ciencia cierta qué hay, pero el escritor entra de todas maneras, desde el terreno de esta vida concreta, y se aventura por los lugares más insólitos, impredecibles, inciertos. De cualquier forma, el escritor decide jugar con ello, qué se lo impide, en el terreno de la imaginación no hay fronteras, al contrario, puede ser la fuente creativa de lo palpable. ¿Existíamos antes de nacer? Quién lo puede afirmar o negar con toda certeza, es un tema en donde todo es especular, y sin embargo casi todas las culturas y la producción de arte tienen un pie del lado de la muerte, es inspiración y evasión, terror y creación, juego y negación.

Cómo es que un texto tan pequeño puede bordear los terrenos de la metafísica y los de la inquietud eterna de la muerte. No sabemos, no podemos afirmar ni negar nada. En este mini relato, Clarice Lispector nos lleva a planteamientos platónicos: hay otra realidad, la verdadera, y ahí todo es perfecto. Este mundo terrestre no es verdadero, totalmente real, es una sombra del auténtico. En la caverna todo son figuraciones, imágenes, sombras proyectadas del mundo perfecto, el de las ideas. Antes de nacer, de encarnar, eras perfecto, pero al ser parido en este mundo perdiste tal perfección, al nacer perdiste hasta la salud del alma. Todo dicho de manera maestra en menos de una línea por la Diotima brasileña.

No se mal entienda, filosofar no es una vulgar nadería para perder el tiempo en tonterías, filosofar es uno de los dones supremos que la vida ha dado al ser humano, pensar, reflexionar, preguntarse, meditar en un problema, armar una explicación, elaborar un sistema de pensamiento. No en vano se ha dicho que la filosofía es la madre de todas las ciencias.

*

“Como Eva tenía mucha experiencia de la vida y de la muerte, la escuché atentamente mientras me decía que la primera condición para que yo tuviese paz era aceptar las innumerables imperfecciones que tengo, como todo el mundo”.

Análisis de médium

*

No es que nazcas enfermo, no es que antes de nacer fueras perfecto. Es que al aparecer en este mundo estás sujeto a todo lo que existe antes que tú, a un contexto avasallante que te va moldeando combinado con tu herencia genética. De niño eres víctima, cuando creces eres absolutamente responsable de lo que te hayas convertido. El juego de muchos es rehuir esa responsabilidad y siempre culpar a los demás, siempre son los otros, nunca ellos. Pero hay caminos para superar todos esos traumas, y uno de ellos es la aceptación de lo que eres, la comprensión, la mirada autocrítica como una vía para la transformación personal. Un segundo nacimiento, pero éste decidido ya con claridad y plena conciencia.


https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

“Me encargo desde niña de una hilera de hormigas: ellas van en fila india cargando con un pedacito de hoja, lo que no impide que cada una, al encontrarse con otra hilera de hormigas que viene en dirección opuesta, pare para decirle algo a las demás”. Yo me encargo del mundo


Esa forma de ver que tienen los niños la vamos perdiendo tristemente conforme nos vamos convirtiendo en adultos. Si tan sólo conserváramos un poco de esa inquietud, de esas preguntas, el mundo humano sería tan diferente, pero no, la realidad es que crecemos y nos volvemos egoístas, soberbios, necios, cerrados, amargados. No todos, afortunadamente, aunque sí muchos, quizá la mayoría. Ya Cristo decía que afortunado aquel que en su interior siguiera siendo como un niño, porque de ellos será el reino de los cielos. No hay que idealizar, pero sí se puede afirmar que los niños ven el mundo de otra forma, más diáfana, menos maleada, y, lo más maravilloso, miran la vida con asombro, y lo manifiestan por medio de sus miles de preguntas: por qué esto, por qué aquello. Preguntas que muchas veces a los adultos nos llegan a cansar y a exasperar, sin comprender que en esas preguntas radican muchos elementos clave para la vida posterior de ellos. De nosotros depende que esas inquietudes tomen forma y florezcan, o que las aplastemos inmisericordemente como producto de nuestras prisas, egoísmo, amargura e inconsciencia.

Démonos un ratito para reflexionar y corregir nuestra conducta, quizá nunca sea tarde. Siempre estamos ocupados, siempre tenemos prisa, siempre estamos en pos de alguna quimera. Quien responde las preguntas de los niños encuentra respuestas para su propia vida. En principio, porque, si es sincero, se da cuenta de que no sabe casi nada, si acaso, puras generalidades y con ellas responde, pero si la niña y el niño siguen preguntando el adulto se da cuenta de que no puede ir más allá, de que no sabe bien a bien muchas cosas.

Entre quienes más se asemejan a la actitud preguntona de los niños están los científicos y los filósofos. Una forma de que los niños no se aburran en la escuela sería motivarlos a plantearse preguntas antes de entrar a cada tema del curso, preguntas relacionadas con los intereses de cada uno, y por lo tanto significativas. Los pedagogos saben muy bien qué importante resulta que los temas abordados sean significativos para los estudiantes. Las preguntas son llaves para entrar al saber y al conocer. Encarar esos cuestionamientos que los niños nos plantean implican nuestro propio desarrollo y despertar.

Cierto, los adultos deben trabajar, hay que atender el sinnúmero de asuntos que implica conducir un hogar con bien, pero tratemos, lo más seguido que se pueda, de escuchar a los niños y niñas, de responderles, de aprender de ellos y con ellos. De esta forma el mundo, seguro, será mucho mejor.

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“Haber nacido me ha estropeado la salud”.

Antes era perfecto

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A veces, la literatura se parece a la filosofía, es especulación pura. Entra en terrenos donde nadie sabe a ciencia cierta qué hay, pero el escritor entra de todas maneras, desde el terreno de esta vida concreta, y se aventura por los lugares más insólitos, impredecibles, inciertos. De cualquier forma, el escritor decide jugar con ello, qué se lo impide, en el terreno de la imaginación no hay fronteras, al contrario, puede ser la fuente creativa de lo palpable. ¿Existíamos antes de nacer? Quién lo puede afirmar o negar con toda certeza, es un tema en donde todo es especular, y sin embargo casi todas las culturas y la producción de arte tienen un pie del lado de la muerte, es inspiración y evasión, terror y creación, juego y negación.

Cómo es que un texto tan pequeño puede bordear los terrenos de la metafísica y los de la inquietud eterna de la muerte. No sabemos, no podemos afirmar ni negar nada. En este mini relato, Clarice Lispector nos lleva a planteamientos platónicos: hay otra realidad, la verdadera, y ahí todo es perfecto. Este mundo terrestre no es verdadero, totalmente real, es una sombra del auténtico. En la caverna todo son figuraciones, imágenes, sombras proyectadas del mundo perfecto, el de las ideas. Antes de nacer, de encarnar, eras perfecto, pero al ser parido en este mundo perdiste tal perfección, al nacer perdiste hasta la salud del alma. Todo dicho de manera maestra en menos de una línea por la Diotima brasileña.

No se mal entienda, filosofar no es una vulgar nadería para perder el tiempo en tonterías, filosofar es uno de los dones supremos que la vida ha dado al ser humano, pensar, reflexionar, preguntarse, meditar en un problema, armar una explicación, elaborar un sistema de pensamiento. No en vano se ha dicho que la filosofía es la madre de todas las ciencias.

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“Como Eva tenía mucha experiencia de la vida y de la muerte, la escuché atentamente mientras me decía que la primera condición para que yo tuviese paz era aceptar las innumerables imperfecciones que tengo, como todo el mundo”.

Análisis de médium

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No es que nazcas enfermo, no es que antes de nacer fueras perfecto. Es que al aparecer en este mundo estás sujeto a todo lo que existe antes que tú, a un contexto avasallante que te va moldeando combinado con tu herencia genética. De niño eres víctima, cuando creces eres absolutamente responsable de lo que te hayas convertido. El juego de muchos es rehuir esa responsabilidad y siempre culpar a los demás, siempre son los otros, nunca ellos. Pero hay caminos para superar todos esos traumas, y uno de ellos es la aceptación de lo que eres, la comprensión, la mirada autocrítica como una vía para la transformación personal. Un segundo nacimiento, pero éste decidido ya con claridad y plena conciencia.


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