/ miércoles 24 de febrero de 2021

Claudia Piñeiro lleva la perspectiva de género a la novela negra

Desde su primer libro, la escritora argentina ha discurrido sobre la violencia de género. Ahora, con “Catedrales” lleva a las páginas temas relacionados con el aborto, el feminicidio y fanatismo, e interrogantes que echan luz sobre la posible participación que instituciones como la familia y la iglesia tienen sobre crímenes que se comenten diariamente contra las mujeres

Cuando Claudia Piñeiro tenía 18 años corría la dictadura militar en Argentina. Esa fue la razón por la que a esa edad tuvo que decantarse por una carrera económica y dejar de lado la sociología, opción que fue sacada de la matrícula por ser considerada “sospechosa” ante los ojos del gobierno. Sin embargo, el amor por las letras y el interés por la sociedad y sus fenómenos siempre estuvieron latentes. Y un buen día, después de ejercer durante una década como contadora, decidió regresar a la página en blanco.

Desde entonces, la escritora ha robustecido la literatura latinoamericana con un sinnúmero de títulos que oscilan entre la narrativa y la dramaturgia, como “El secreto de las rubias” (1991), “Un ladrón entre nosotros” (2004), “Cuánto vale una heladera” (2004) y “Morite, gordo” (2008).

Y en ese camino se ha convertido también en una importante exponente de la novela policiaca, a través de libros como “Las viudas de los jueves” (2005) , “Tuya” (2005), “Elena sabe” (2006) y “Las grietas de Jara” (2009); novela con la que en 2010 fue acreedora al Premio Sor Juana Inés de la Cruz, un galardón que reconoce la excelencia del trabajo literario hecho por mujeres, y que ha sido entregado a otras autoras como Elena Garro, Gioconda Belli y Margo Glantz.

Bajo el sello editorial Alfaguara, el año pasado la autora regresó a las vitrinas con “Catedrales” (2020); una novela negra cuyo argumento se desarrolla en torno al violento asesinato de una joven y la incógnita de quién cometió el feminicidio.

No obstante, la autora va más allá del planteamiento convencional del género policiaco, convirtiendo a la sociedad en otro personaje de la historia, pues para Piñeiro, los crímenes no pueden ser entendidos, antes no se comprendan a las sociedades donde acontecen.

“Me gusta pensar que la sociedad donde se encuentra inscrita (la novela policial), es una protagonista más de la novela, porque no en todas las sociedades se ve el mismo tipo de crimen (…), una sociedad acepta hasta determinados crímenes. Tan solo en Argentina, en la época de la dictadura, hubo 30 mil desaparecidos y un montón de niños apropiados. Quizás en otro país como Suecia o Noruega observen estos crímenes y piensen: “¡qué barbaridad! ¿Cómo una sociedad pudo tolerar que pasara esto?” Y a su vez, nosotros vemos los crímenes que se cometen en Estados Unidos, cuando un tipo agarra un arma y va a un patio de un colegio y mata a todos los chicos: “¡qué barbaridad!” –decimos también– “¿Cómo en un país se pueden vender armas tan libremente?” Entonces, la sociedad –en la novela policial–, es fundamental para entender lo que sucede. Tú no puedes entender un crimen si no entiendes a la sociedad donde se produce, y tampoco terminas de comprender una sociedad si no conoces el tipo de crímenes que ahí se cometen”.

Foto: Cuartoscuro

Desde esta mirada sociológica, es que Piñeiro busca dilucidar la participación que instituciones como la familia y la iglesia tienen en la reproducción de la violencia de género y la violación de los derechos de las mujeres, aseverando que hay una corresponsabilidad social en los crímenes que se comenten contra este sector.

“Siempre he tenido interés en comprender cómo una sociedad influye en los actos individuales. Me parece que todo lo que tiene que ver con el feminicidio y la violencia de género no lo vamos a solucionar si lo pensamos de manera individual (…) La novela busca discutir sobre ciertos absolutos, en específico, sobre dos grandes instituciones que son la familia y la iglesia; eso no quiere decir que todas las familias no funcionan adecuadamente o que ser religioso esté mal, simplemente que a veces las familias generan ciertas condiciones y la iglesia sin duda también, en las cuales se interpreta que hay que seguir los preceptos que establecen porque ‘son ley’. La iglesia dice determinada cosa y los fieles quieren que eso se cumpla, no solamente quienes están de acuerdo con esas ideas, sino quienes no lo están también. Los movimientos provida no es que digan: yo no voy a abortar, yo no voy a tener educación sexual integral o cualquier otra cosa que ellos quieran decir con respecto a su propia vida, que son muy libres de opinar; sino que quieran instituirlo a todo el mundo como si todos tuviéramos que pensar como ellos, ahí está el grave problema.

“En 2018, cuando se abrió el debate sobre el aborto en Argentina –que terminó en 2020 con la aprobación de la ley– fui con un grupo de escritoras, actrices y periodistas a ver a distintos diputados y senadores para explicarles por qué nos parecía que era fundamental para la salud de las mujeres que se aprobara la ley de aborto legal, seguro y gratuito y, para nuestra sorpresa, la respuesta no fue: ‘yo estoy totalmente en desacuerdo’, sino ‘yo estoy de acuerdo en que es muy importante y que debería existir, pero cuando vuelvo a mi provincia, el obispo me llama y me reta’. O ‘cuando voy a mi pueblo y voy a misa con mis hijos, el cura habla mal de mí delante de todos y de mis hijos’, o ‘no puedo hacer ese voto porque, aunque esté de acuerdo, a mí me votan muchos evangelistas y me van a dejar de votar’. Entonces, la sensación que una tiene después de esas respuestas es que ya ni siquiera se trata de una mal entendida fe religiosa, sino de oportunismo político: ‘me conviene estar bien con la iglesia, me conviene estar bien con el obispo, me conviene estar bien con los evangelistas’. Todo eso produce bastante enojo, porque la moneda que se utiliza para hacer esos intercambios es el cuerpo de las mujeres, eso está presente en la novela”.

Perspectiva de género en la novela negra

Temas como el aborto y la violencia de género siempre han estado presentes en la obra de Piñeiro. Con media sonrisa la autora asegura que son parte de sus obsesiones e “intuyo que en mi primera novela ya está el tema del aborto; en “Las viudas de los jueves” está la violencia de género; en “Elena sabe”, el aborto; en “Una suerte pequeña”, el deseo de no ser madre. Digamos, en casi todas mis novelas estos temas ya estaban presentes. Lo que pasó es que a partir del 2018 hubo posibilidad de participar en un debate público, donde salió a la luz un activismo, una militancia que antes estaba menos expuesta. Pero los temas y la obsesión sobre estos aparecen en mi literatura desde el 2005, que es cuando presenté la primera novela”.

Sin embargo, asevera que de entre todo, lo que más le interesa es conocer y visibilizar el lugar de las mujeres en el mundo: ¿cuál es su lugar?, ¿cómo pelean por los espacios?, ¿cómo los conquistan y las dificultades que han tenido que sortear en ese camino?

A propósito del tema, su interlocutora la interpela sobre el lugar de las mujeres en la novela negra; no solo como autoras, sino también como personajes en las historias: ¿qué tanto ha cambiado?

“Hay grandes ejemplos de escritoras de novela policiaca. Muriel Spark es una de mis preferidas, pero también están Berna González Harbour, Alicia Giménez Bartlett, María Inés Krimer, quienes están pensando en la novela [negra] no solamente desde las cuestiones típicas del género, sino también con la mujer dentro de ese género. Giménez Bartlett, por ejemplo, introduce en su literatura a una detective y en todos los casos que resuelve hay una mirada sobre las violencias que se ejercen contra las mujeres. En la novela policial típica, la mujer era siempre la parte débil, y en estas escritoras no es así. Me parece que lo mismo que nos pasa en el mundo, nos pasa dentro de lo que escribimos, y eso se nota”.

Foto: cortesía

Además, señala que el interés y la presencia de cada vez más escritoras en la novela policiaca ha permitido ampliar los límites estéticos del género.

“Me parece que hay algo de las escritoras mujeres que es muy interesante y es que no se desentienden de las líneas secundarias que tienen que ver con los personajes. Les importa el crimen; lo que sucede con el crimen; lo que sucede con la investigación; pero también les importan las líneas secundarias que tienen que ver con cómo viven estas personas, cómo vive esta detective, cómo vive esta otra persona su ejercicio profesional en un mundo lleno de hombres. Me parece que se amplía un poco el mundo de lo policial, no solamente a la línea principal que es el del asesinato o el crimen, sino también a otras líneas secundarias que son muy interesantes, y que me parece que le dan mucha carnadura al género. También hay una manera diferente de entrarle al género; por ejemplo, en ‘Cometierra’, de Dolores Reyes, una mujer tiene visiones cuando come tierra de donde aparecen cadáveres de mujeres y puede ayudar en las investigaciones y decir qué fue lo que pasó con ellas. Eso es entrar por un lugar totalmente diferente. No es que apareció el cadáver de una mujer muerta y entonces vamos a investigar qué pasó. Arranca por otro lado, es una mezcla de Rulfo con la novela negra”.

Cuando Claudia Piñeiro tenía 18 años corría la dictadura militar en Argentina. Esa fue la razón por la que a esa edad tuvo que decantarse por una carrera económica y dejar de lado la sociología, opción que fue sacada de la matrícula por ser considerada “sospechosa” ante los ojos del gobierno. Sin embargo, el amor por las letras y el interés por la sociedad y sus fenómenos siempre estuvieron latentes. Y un buen día, después de ejercer durante una década como contadora, decidió regresar a la página en blanco.

Desde entonces, la escritora ha robustecido la literatura latinoamericana con un sinnúmero de títulos que oscilan entre la narrativa y la dramaturgia, como “El secreto de las rubias” (1991), “Un ladrón entre nosotros” (2004), “Cuánto vale una heladera” (2004) y “Morite, gordo” (2008).

Y en ese camino se ha convertido también en una importante exponente de la novela policiaca, a través de libros como “Las viudas de los jueves” (2005) , “Tuya” (2005), “Elena sabe” (2006) y “Las grietas de Jara” (2009); novela con la que en 2010 fue acreedora al Premio Sor Juana Inés de la Cruz, un galardón que reconoce la excelencia del trabajo literario hecho por mujeres, y que ha sido entregado a otras autoras como Elena Garro, Gioconda Belli y Margo Glantz.

Bajo el sello editorial Alfaguara, el año pasado la autora regresó a las vitrinas con “Catedrales” (2020); una novela negra cuyo argumento se desarrolla en torno al violento asesinato de una joven y la incógnita de quién cometió el feminicidio.

No obstante, la autora va más allá del planteamiento convencional del género policiaco, convirtiendo a la sociedad en otro personaje de la historia, pues para Piñeiro, los crímenes no pueden ser entendidos, antes no se comprendan a las sociedades donde acontecen.

“Me gusta pensar que la sociedad donde se encuentra inscrita (la novela policial), es una protagonista más de la novela, porque no en todas las sociedades se ve el mismo tipo de crimen (…), una sociedad acepta hasta determinados crímenes. Tan solo en Argentina, en la época de la dictadura, hubo 30 mil desaparecidos y un montón de niños apropiados. Quizás en otro país como Suecia o Noruega observen estos crímenes y piensen: “¡qué barbaridad! ¿Cómo una sociedad pudo tolerar que pasara esto?” Y a su vez, nosotros vemos los crímenes que se cometen en Estados Unidos, cuando un tipo agarra un arma y va a un patio de un colegio y mata a todos los chicos: “¡qué barbaridad!” –decimos también– “¿Cómo en un país se pueden vender armas tan libremente?” Entonces, la sociedad –en la novela policial–, es fundamental para entender lo que sucede. Tú no puedes entender un crimen si no entiendes a la sociedad donde se produce, y tampoco terminas de comprender una sociedad si no conoces el tipo de crímenes que ahí se cometen”.

Foto: Cuartoscuro

Desde esta mirada sociológica, es que Piñeiro busca dilucidar la participación que instituciones como la familia y la iglesia tienen en la reproducción de la violencia de género y la violación de los derechos de las mujeres, aseverando que hay una corresponsabilidad social en los crímenes que se comenten contra este sector.

“Siempre he tenido interés en comprender cómo una sociedad influye en los actos individuales. Me parece que todo lo que tiene que ver con el feminicidio y la violencia de género no lo vamos a solucionar si lo pensamos de manera individual (…) La novela busca discutir sobre ciertos absolutos, en específico, sobre dos grandes instituciones que son la familia y la iglesia; eso no quiere decir que todas las familias no funcionan adecuadamente o que ser religioso esté mal, simplemente que a veces las familias generan ciertas condiciones y la iglesia sin duda también, en las cuales se interpreta que hay que seguir los preceptos que establecen porque ‘son ley’. La iglesia dice determinada cosa y los fieles quieren que eso se cumpla, no solamente quienes están de acuerdo con esas ideas, sino quienes no lo están también. Los movimientos provida no es que digan: yo no voy a abortar, yo no voy a tener educación sexual integral o cualquier otra cosa que ellos quieran decir con respecto a su propia vida, que son muy libres de opinar; sino que quieran instituirlo a todo el mundo como si todos tuviéramos que pensar como ellos, ahí está el grave problema.

“En 2018, cuando se abrió el debate sobre el aborto en Argentina –que terminó en 2020 con la aprobación de la ley– fui con un grupo de escritoras, actrices y periodistas a ver a distintos diputados y senadores para explicarles por qué nos parecía que era fundamental para la salud de las mujeres que se aprobara la ley de aborto legal, seguro y gratuito y, para nuestra sorpresa, la respuesta no fue: ‘yo estoy totalmente en desacuerdo’, sino ‘yo estoy de acuerdo en que es muy importante y que debería existir, pero cuando vuelvo a mi provincia, el obispo me llama y me reta’. O ‘cuando voy a mi pueblo y voy a misa con mis hijos, el cura habla mal de mí delante de todos y de mis hijos’, o ‘no puedo hacer ese voto porque, aunque esté de acuerdo, a mí me votan muchos evangelistas y me van a dejar de votar’. Entonces, la sensación que una tiene después de esas respuestas es que ya ni siquiera se trata de una mal entendida fe religiosa, sino de oportunismo político: ‘me conviene estar bien con la iglesia, me conviene estar bien con el obispo, me conviene estar bien con los evangelistas’. Todo eso produce bastante enojo, porque la moneda que se utiliza para hacer esos intercambios es el cuerpo de las mujeres, eso está presente en la novela”.

Perspectiva de género en la novela negra

Temas como el aborto y la violencia de género siempre han estado presentes en la obra de Piñeiro. Con media sonrisa la autora asegura que son parte de sus obsesiones e “intuyo que en mi primera novela ya está el tema del aborto; en “Las viudas de los jueves” está la violencia de género; en “Elena sabe”, el aborto; en “Una suerte pequeña”, el deseo de no ser madre. Digamos, en casi todas mis novelas estos temas ya estaban presentes. Lo que pasó es que a partir del 2018 hubo posibilidad de participar en un debate público, donde salió a la luz un activismo, una militancia que antes estaba menos expuesta. Pero los temas y la obsesión sobre estos aparecen en mi literatura desde el 2005, que es cuando presenté la primera novela”.

Sin embargo, asevera que de entre todo, lo que más le interesa es conocer y visibilizar el lugar de las mujeres en el mundo: ¿cuál es su lugar?, ¿cómo pelean por los espacios?, ¿cómo los conquistan y las dificultades que han tenido que sortear en ese camino?

A propósito del tema, su interlocutora la interpela sobre el lugar de las mujeres en la novela negra; no solo como autoras, sino también como personajes en las historias: ¿qué tanto ha cambiado?

“Hay grandes ejemplos de escritoras de novela policiaca. Muriel Spark es una de mis preferidas, pero también están Berna González Harbour, Alicia Giménez Bartlett, María Inés Krimer, quienes están pensando en la novela [negra] no solamente desde las cuestiones típicas del género, sino también con la mujer dentro de ese género. Giménez Bartlett, por ejemplo, introduce en su literatura a una detective y en todos los casos que resuelve hay una mirada sobre las violencias que se ejercen contra las mujeres. En la novela policial típica, la mujer era siempre la parte débil, y en estas escritoras no es así. Me parece que lo mismo que nos pasa en el mundo, nos pasa dentro de lo que escribimos, y eso se nota”.

Foto: cortesía

Además, señala que el interés y la presencia de cada vez más escritoras en la novela policiaca ha permitido ampliar los límites estéticos del género.

“Me parece que hay algo de las escritoras mujeres que es muy interesante y es que no se desentienden de las líneas secundarias que tienen que ver con los personajes. Les importa el crimen; lo que sucede con el crimen; lo que sucede con la investigación; pero también les importan las líneas secundarias que tienen que ver con cómo viven estas personas, cómo vive esta detective, cómo vive esta otra persona su ejercicio profesional en un mundo lleno de hombres. Me parece que se amplía un poco el mundo de lo policial, no solamente a la línea principal que es el del asesinato o el crimen, sino también a otras líneas secundarias que son muy interesantes, y que me parece que le dan mucha carnadura al género. También hay una manera diferente de entrarle al género; por ejemplo, en ‘Cometierra’, de Dolores Reyes, una mujer tiene visiones cuando come tierra de donde aparecen cadáveres de mujeres y puede ayudar en las investigaciones y decir qué fue lo que pasó con ellas. Eso es entrar por un lugar totalmente diferente. No es que apareció el cadáver de una mujer muerta y entonces vamos a investigar qué pasó. Arranca por otro lado, es una mezcla de Rulfo con la novela negra”.

Finanzas

Inauguran programa de incubación en el Centro de Innovación y Tecnología Creativa

Angel Ventures México destacó la importancia del programa que tendrá una duración de cinco meses en los que la empresas recibirám orientación en modelos de negocios

Finanzas

Anuncian mil nuevos empleos para Cadereyta

La empresa Prettl informó que instalará su quinta planta en la entidad

Finanzas

Incrementan empleos 9% en sector construcción

Hasta marzo se registran 65 mil empleos formales, la meta es que lleguen a los 70 mil este año, señala la CMIC

Elecciones 2024

Tendrá "Felifer" mitad de mujeres en su Gabinete

Anuncia Centro de Empoderamiento de las Mujeres donde podrán tener más oportunidades

Elecciones 2024

Promete "Chepe" Guerrero vialidades de Corregidora en buen estado

Explicó que ante el crecimiento del municipio es necesario que crezcan las vialidades al mismo ritmo, por lo que deben actualizarse y darles un mantenimiento

Gossip

Los Temerarios, la agrupación que marcó a miles de parejas queretanas

Los queretanos reciben al grupo que marcó a toda una generación el próximo 27 de abril que llegan con su gira del adiós "Hasta Siempre"