En un acto de justicia, pero también de oportunidad para el rescate de la concordia serena y de la unidad, el Senado de la República rindió el martes de la semana anterior un homenaje a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, líder moral de la izquierda progresista democrática de México y referente histórico para entender al México de hoy.
Ahí estuvieron los coordinadores parlamentarios de Morena, Ricardo Monreal; de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado; y del PRD, Miguel Ángel Mancera Espinosa; así como senadores de diferentes grupos parlamentarios y otros políticos como Ivonne Ortega Pacheco y José Narro Robles.
Ahí, la presidenta de la Mesa Directiva, Mónica Fernández Balboa recordó que Cuauhtémoc Cárdenas encabezó un proyecto histórico, democrático y popular que ciertamente marcó un parteaguas en la historia política del país, gracias al cual se impulsó la transición hacia estadios auténticos de pluralidad política, unidad y soberanía.
Dante Delgado, coordinador parlamentario de Movimiento Ciudadano subrayó la congruencia de Cuauhtémoc Cárdenas “siempre ha estado a la altura de sus circunstancias”, “entendió que no cualquier victoria es la correcta y que un simple cambio de partidos no necesariamente significa un triunfo para los mexicanos”.
Francisco Labastida Ochoa consideró al homenajeado como uno de los grandes constructores de la democracia mexicana y resaltó su integridad por no ceder nunca ante las tentaciones del poder. “Lamento que no haya sido Presidente, el país estaría mejor”, sentenció.
Cuauhtémoc Cárdenas asentó con sobriedad que los avances en México en materia democrática se deben fundamentalmente al pueblo de México. “Ningún partido o funcionario debe adjudicarse estos cambios de manera individual, porque ha sido un esfuerzo colectivo”, definió.
Y llamó a mantener la lucha por el rescate absoluto de la soberanía nacional, una tarea, dijo, de partidos políticos, grupos y ciudadanos, para tomar decisiones sin interferencias del exterior ni imposiciones, incluso de grupos internos.
Tras el homenaje recordé a Cárdenas Solórzano en el debate previo a las elecciones del 2 de julio del año 2000, con Francisco Labastida y Vicente Fox donde expresó llanamente: “tengo una familia estable, soy un hombre feliz; no tengo rencores…”
Rememoré también su oratoria clara, escueta, vibrante, pero sin gritos ni aderezos retóricos fácilones, que convocaba a las multitudes a un silencio reflexivo y racional durante su campaña electoral de 1988, que derivó en comicios en cuyo conteo “se cayó el sistema” –Bartlett dixit-, sembrando serias dudas entre los electores y abriendo el camino para las justas reformas electorales que vinieron después y que hoy nos rigen.
Lo entrevisté un año después, cuando recorría toda la República convocando a la unidad de la izquierda y a la fundación de un nuevo partido, el PRD.
Amable y adusto, en el camino de Puente de Ixtla, Morelos -donde había iniciado el día con un mitin informativo ante miles de pobladores, bandas de música y danzas de chinelos- a Zacatepec, respondió a todas las interrogantes; en el trayecto no fue difícil confirmar, como ya se había manifestado durante toda su trayectoria política, fue subsecretario federal y gobernador de Michoacán, que entre sus signos no estaban ni la codicia, ni el rencor. Su austeridad era evidente.
Con sólo su hijo Cuauhtémoc de testigo, me habló durante el trayecto de su familia y de lo contento que con ella se sentía; de que vivía de un rancho ganadero donde las cosas se daban bien; de la importancia de un nacionalismo moderado, pero firme y no entreguista, ni neoliberal; de la relación internacional en la que acotó que una relación entre desiguales no puede ser fijada con las mismas reglas para ambas partes.
Rechazó asimismo cualquier intento de privatización, venta o transferencia de Pemex, y urgió a otorgar un respaldo serio y claro a la pequeña y mediana industria, así como a impulsar la tecnología intermedia, la investigación y la producción de bienes de capital.
Después, ya en Zacatepec conoció el ingenio y dialogó con los trabajadores azucareros; luego caminó encabezando una gran marcha de Cuautla hasta Anenecuilco donde rindió homenaje, junto a miles de campesinos a Emiliano Zapata.
“Es muy fuerte, habla poco y sabe de qué habla”, me dijo un campesino que peregrinó a su lado durante todo el trayecto.
Creo que ciertamente Cuauhtémoc Cárdenas, aunque se pueda disentir en algunos temas e incluso en ideología, ha sido clave no sólo en el avance democrático y de la pluralidad en México, sino en la dignificación de la política, basada en la congruencia, la claridad de ideas y de proyecto, la honradez, el testimonio personal, y el amor a la Patria.