/ miércoles 26 de febrero de 2020

Contraluz: Cultura

Danza clásica y contemporánea, canto lírico y música con instrumentos como el violín, el piano y el acordeón…

Hace días un pariente me llamó y me dijo “en TV española (TVE) hay un programa que se llama “Prodigios” y que te puede gustar: son niños y adolescentes que muestran sus talentos en distintas áreas como la danza, la música, el canto; lo están pasando ahora…”

Condescendiente, dejé el trabajo que hacía y encendí la pantalla y dediqué buen rato a ver el programa: efectivamente, era bueno, o me gustó. Un presentador acompañado de tres comentaristas llevaba a jovencitos y jovencitas al escenario, aparecía una brevísima entrevista previa con ellos, y después se daban a mostrar sus talentos: danza clásica y contemporánea, canto lírico y música con instrumentos como el violín, el piano y el acordeón…

Ciertamente, como todos los programas de su tipo, se trataba de pequeños con enormes capacidades interpretativas dejando entrever tras ellos, largos tiempos de aprendizaje y disciplina, poblados de densa emoción y carisma.

Lo gocé realmente.

Y también derivé en reflexiones sobre la importancia permanente de lo que conocemos como cultura en las distintas sociedades, y en nuestra sociedad.

Dícese que la forma de vida y las expresiones de una sociedad determinan su cultura.

Y también que la cultura se compone por nuestras costumbres, nuestros códigos, las normas, las tradiciones, la espiritualidad, las tradiciones intelectuales, afectivas y las distintas expresiones artísticas, lo que representa para el ser humano un hecho vital.

El reto de hoy en materia de cultura quizá tenga mucho que ver con las nuevas formas de comunicación, el enriquecimiento que se da con las nuevas tecnologías, y también los retos que éstas presentan.

La llamada que recibí el sábado pasado me recordó viejos tiempos del Querétaro pequeño en el que mediante las escasas posibilidades de comunicación –apenas el teléfono y las visitas personales- se armaban redes de contacto para disfrutar en formas primitivas de comunidad tales o cuales eventos que podían gustarnos, y ser además motivo de tertulias y comentarios posteriores.

“Prodigios”, un programa de TVE. / Foto: Cortesía | Carlos Jiménez E.

La otra cuestión, no desdeñable, era el tiempo de espera que requería aquello que ejercía como medio de comunicación.

La televisión, el radio, el cine y las “caravanas artísticas” tenían tiempos fijos. Había que esperar al domingo, o a l jueves o a cualquier día y en hora determinada para estar atentos a las bocinas o las pantallas para ver o escuchar aquello que nos había causado expectación.

Existía el goce previo, porque ya iba a llegar la hora… De ver el “Teatro Fantástico” de Cachirulo –Enrique Alonso- los domingos, o por radio la “Hora de Cri Cri”; o también en la tele el programa del “Llanero Solitario”, “El Fugitivo” con David Jansen los sábados; o “Dallas”; o “Las Calles de San Francisco” o las vituperadas “24 Horas” de Zabludovsky; o hasta los larguísimos rollos de Raúl Velazco en “Siempre en Domingo”; o también en hora y tiempo preciso, “La Ópera de Bellas Artes” o los partidos de futbol; o las corridas de toros de la Plaza México, los domingos por la tarde.

Eran ejercicios de comunicación muy claros que además sólo estaban disponibles después de “hacer la tarea”; pero sobre todo eran elementos de enorme y larga interacción verbal antes y después de que ocurrieran, mediante la cual en rondas familiares, tertulias vespertinas o tiempo de bares, se alimentaba con fluidez el intercambio y la luminosa esencia de ser y saberse comunidad.

Eran también indudablemente ejercicios que asentaban, para bien o para mal, nuestra idea de identidad, socializando para todos, minorías y mayorías, eso que llamamos cultura.

Y es que cultura es también una vía de expresión que ayuda sustancialmente a identificarnos y a diferenciarnos; y por ello constituye una responsabilidad hacia los demás.

Humanismo es fomentar el aspecto cultural de las personas. Uno de los derechos fundamentales es el derecho que tiene el hombre a la cultura, a la cultura básica, a la formación profesional, a las cumbres culturales y a la satisfacción que produce la belleza experimentada en común.

David Janssen, protagonista de la serie estelar “El Fugitivo”. / Foto: Cortesía | Carlos Jiménez E.

La cultura nos da identidad y es por eso que el estado debe garantizar la socialización de la cultura y el acceso de la mayorías y minorías a ella.

El gran reto de hoy en materia de cultura quizá sea encontrar las vías necesarias para no desbaratar su condición de gozo y de respetuosa expresión comunitaria.

La cultura que no se recomienda y no se comparte, no es tal.

Por ello me alegró la recomendación recibida, el gesto llano de alguien que se tomó la molestia de llamarme por creer que algo me gustaría, la comunicación simple y humanista de ser familia, de ser pueblo.

En Querétaro, por fortuna, hay cultura y sus expresiones se multiplican y enriquecen en prácticamente todos los ámbitos.

Quizá no seamos muy conscientes pero en nuestra tierra persisten las formas que nos dan identidad, se avanza en el derecho a la cultura, se multiplican las expresiones artísticas y se reconoce mediante la acción organizada, la importancia de la cultura como elemento vital que hace comunidad.

Hace días un pariente me llamó y me dijo “en TV española (TVE) hay un programa que se llama “Prodigios” y que te puede gustar: son niños y adolescentes que muestran sus talentos en distintas áreas como la danza, la música, el canto; lo están pasando ahora…”

Condescendiente, dejé el trabajo que hacía y encendí la pantalla y dediqué buen rato a ver el programa: efectivamente, era bueno, o me gustó. Un presentador acompañado de tres comentaristas llevaba a jovencitos y jovencitas al escenario, aparecía una brevísima entrevista previa con ellos, y después se daban a mostrar sus talentos: danza clásica y contemporánea, canto lírico y música con instrumentos como el violín, el piano y el acordeón…

Ciertamente, como todos los programas de su tipo, se trataba de pequeños con enormes capacidades interpretativas dejando entrever tras ellos, largos tiempos de aprendizaje y disciplina, poblados de densa emoción y carisma.

Lo gocé realmente.

Y también derivé en reflexiones sobre la importancia permanente de lo que conocemos como cultura en las distintas sociedades, y en nuestra sociedad.

Dícese que la forma de vida y las expresiones de una sociedad determinan su cultura.

Y también que la cultura se compone por nuestras costumbres, nuestros códigos, las normas, las tradiciones, la espiritualidad, las tradiciones intelectuales, afectivas y las distintas expresiones artísticas, lo que representa para el ser humano un hecho vital.

El reto de hoy en materia de cultura quizá tenga mucho que ver con las nuevas formas de comunicación, el enriquecimiento que se da con las nuevas tecnologías, y también los retos que éstas presentan.

La llamada que recibí el sábado pasado me recordó viejos tiempos del Querétaro pequeño en el que mediante las escasas posibilidades de comunicación –apenas el teléfono y las visitas personales- se armaban redes de contacto para disfrutar en formas primitivas de comunidad tales o cuales eventos que podían gustarnos, y ser además motivo de tertulias y comentarios posteriores.

“Prodigios”, un programa de TVE. / Foto: Cortesía | Carlos Jiménez E.

La otra cuestión, no desdeñable, era el tiempo de espera que requería aquello que ejercía como medio de comunicación.

La televisión, el radio, el cine y las “caravanas artísticas” tenían tiempos fijos. Había que esperar al domingo, o a l jueves o a cualquier día y en hora determinada para estar atentos a las bocinas o las pantallas para ver o escuchar aquello que nos había causado expectación.

Existía el goce previo, porque ya iba a llegar la hora… De ver el “Teatro Fantástico” de Cachirulo –Enrique Alonso- los domingos, o por radio la “Hora de Cri Cri”; o también en la tele el programa del “Llanero Solitario”, “El Fugitivo” con David Jansen los sábados; o “Dallas”; o “Las Calles de San Francisco” o las vituperadas “24 Horas” de Zabludovsky; o hasta los larguísimos rollos de Raúl Velazco en “Siempre en Domingo”; o también en hora y tiempo preciso, “La Ópera de Bellas Artes” o los partidos de futbol; o las corridas de toros de la Plaza México, los domingos por la tarde.

Eran ejercicios de comunicación muy claros que además sólo estaban disponibles después de “hacer la tarea”; pero sobre todo eran elementos de enorme y larga interacción verbal antes y después de que ocurrieran, mediante la cual en rondas familiares, tertulias vespertinas o tiempo de bares, se alimentaba con fluidez el intercambio y la luminosa esencia de ser y saberse comunidad.

Eran también indudablemente ejercicios que asentaban, para bien o para mal, nuestra idea de identidad, socializando para todos, minorías y mayorías, eso que llamamos cultura.

Y es que cultura es también una vía de expresión que ayuda sustancialmente a identificarnos y a diferenciarnos; y por ello constituye una responsabilidad hacia los demás.

Humanismo es fomentar el aspecto cultural de las personas. Uno de los derechos fundamentales es el derecho que tiene el hombre a la cultura, a la cultura básica, a la formación profesional, a las cumbres culturales y a la satisfacción que produce la belleza experimentada en común.

David Janssen, protagonista de la serie estelar “El Fugitivo”. / Foto: Cortesía | Carlos Jiménez E.

La cultura nos da identidad y es por eso que el estado debe garantizar la socialización de la cultura y el acceso de la mayorías y minorías a ella.

El gran reto de hoy en materia de cultura quizá sea encontrar las vías necesarias para no desbaratar su condición de gozo y de respetuosa expresión comunitaria.

La cultura que no se recomienda y no se comparte, no es tal.

Por ello me alegró la recomendación recibida, el gesto llano de alguien que se tomó la molestia de llamarme por creer que algo me gustaría, la comunicación simple y humanista de ser familia, de ser pueblo.

En Querétaro, por fortuna, hay cultura y sus expresiones se multiplican y enriquecen en prácticamente todos los ámbitos.

Quizá no seamos muy conscientes pero en nuestra tierra persisten las formas que nos dan identidad, se avanza en el derecho a la cultura, se multiplican las expresiones artísticas y se reconoce mediante la acción organizada, la importancia de la cultura como elemento vital que hace comunidad.

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