/ miércoles 6 de junio de 2018

Danza mexica, no solo son brincos y tambores

México.- El sol poco a poco deja de emitir sus primeros rayos y poco a poco hombres y mujeres se saludan en una forma muy particular, contentos de verse platican algunos pormenores mientras se colocan ayoyotes, que son las semillas que se ponen en los tobillos, paliacates en la frente y coloridas bandas en la cintura, están listos para continuar preservando las tradiciones, tal como lo hicieron sus ancestros desde antes de la colonización.

Esteban Vidal, cuyo nombre de tradición es Tezcamitl, lleva diez años danzando y es la primera palabra del calpulli Kalmekayotl, cuyos integrantes danzan cada martes y jueves en el Jardín Victoria, a pocos metros del metro Villa de Cortés.

Ser la primera palabra significa que es él quien representa a este colorido que con los pies y con los brazos hacen “rezos en movimiento” mejor conocidas como danzas y lo hacen no sólo por preservar las raíces mexicanas, sino también para agradecer la vida.

En entrevista con Notimex, Tezcamitl, que quiere decir flecha en el espejo, explicó que la danza mexica llegó en un momento oscuro de su vida y considera que esta práctica lo rescató, por lo que ahora, tras muchos años de aquello, comparte sus conocimientos y rezos no sólo a sus compañeros, sino que él, como muchos, danza para pedir energía y equilibrio para el planeta.

A su vez, recordó que fue en la década de los setentas cuando comenzaron los esfuerzos formales por preservar las danzas mexicas y se sabe que fue en el Zócalo de la capital mexicana donde nació el primer calpulli, que es una forma de organización prehispánica que hace referencia a las familias o clanes, de ahí, dijo, emanaron otros tantos y tan solo en la Ciudad de México hay al menos unos 40 registrados.

En entrevista con Notimex explicó que sin importar si son prácticas o danzas ceremoniales es necesario abrir los rumbos, que hacen referencia al norte, al sur, al este y al oeste, el primer movimiento es hacia el poniente, que es el rumbo de Quetzalcoatl, el siguiente es al poniente, cuya deidad es Xipetotec, mientras que la del norte es el Mictlampa, y la del sur Huitzilopochtli.

Esteban, quien prefiere que le llamen por su nombre de tradición, es poco elocuente, lo suyo lo suyo son las danzas y verificar que las danzas se realicen en el mismo orden en el que lo hacían los ancestros prehispánicos, él considera que esta actividad no sólo ha salvado su vida, sino que ha visto como otros compañeros que llegan al calpulli con afecciones físicas y espirituales, al conectarse con el sonido del tambor o huehuetl, logran una mejoría en su estado de salud.

Manuel Xochimeh, primera palabra del calpulli Tenayhocan Oztopolco, abundó que la danza es una práctica milenaria y se realiza desde mucho antes de la llegada de los españoles, tras lo cual permaneció oculta una vez que llegaron pero nunca se ha dejado en el olvido, “es una forma de agradecer a la fuerzas y elementos de la naturaleza que dan vida, para entender que somos uno solo con el universo”.

Una forma de vida

Para Alberto Medina, cuyo nombre de tradición es Tepeyolohtli, que significa corazón de la montaña, “ser danzante es algo maravilloso, porque rescatas algo de tu cultura, en cada danza entregas lo mejor de ti, das tu mejor esfuerzo, acabas a veces con los pies sagrados y puedes decir que es masoquismo, pero no, es algo que siente tu corazón, el ofrendar a la tierra un poco de lo que nos ha dado”.

Tepeyolohtli tiene una pequeña hija que cuida por cuenta propia y quien de la mano acompaña a su padre por el camino de las danzas, las medicinas ancestrales y las caminatas de poder y aún cuando su andar se concentró en el rumbo de la medicina ancestral que desde hace más de 15 años práctica, durante al menos unos diez años y hasta la fecha también práctica esta forma de vida.

Para él, la danza prehispánica es la puerta de entrada a la mexicanidad debido a que es lo que más comúnmente conocen las personas y la mexicanidad es todo aquello que involucra las tradiciones prehispánicas, como lo son temazcales, uso de plantas medicinales, técnicas de curación, por mencionar algunas.

“Es una forma de vivir, no es una religión ni una secta, es una forma de llevar tu vida de la forma más correcta posible”, añade.

En los años 70 se comienza a preservar este tipo de prácticas ceremoniales

Así, explicó que fue a partir de la década de los setenta cuando comenzaron los esfuerzos por preservar este tipo de danzas; y expuso que los abuelos, que son hombres y mujeres de conocimiento, señalan que el rescate de las mismas se les debe a los danzantes concheros, quienes en la época de la colonización fingían danzarle a algún santo de la religión católica para evitar la represión de los colonizadores.

Además, señaló que de acuerdo con la palabra de los abuelos, se sabe que incluso muchos enterraban a sus deidades prehispánicas abajo de los templos católicos para así danzarles a ellos y no a los santos y mantener así vivas su raíces; de ahí, explicó, comenzó la recuperación de otros tipos de danzas, como la de tradición y la guerrera mexica.

“Era una forma de conservar la danza, para no ser asesinados por los españoles, al ellos entrar a danzar al santo que los españoles tenían entonces les daban permiso que sugieran danzando”.

Así, abundó que a los tres tipos de danzantes se les puede identificar por los atuendos; así, a los concheros se les puede encontrar con una guitarra que se elabora con una concha de armadillo, con cantos y danzas le rezan a los santos de la religión católica.

En tanto que a los danzantes de tradición se les reconoce por sus coloridos trajes que elaboran a base de telas y otros materiales, mientras que los guerreros mexicas no danzan en ninguna iglesia, sino a los rumbos antes mencionados, y sus atuendos se elaboran de manera personalizada, con pieles naturales de diversos animales las cuales son seleccionadas con base en su tonalamatl, que es como una especie de carta astral pero prehispánica, por lo que es casi imposible encontrar un atuendo igual.

Un atuendo de una piel que no sea exótica, sino una piel común con costos de elaboración oscila en unos cuatro mil pesos; ello, se suma a otras inversiones como las coyoleras que deben tener 52 semillas, ayacaxtles, bandas para proteger la cabeza y el ombligo.

Lo más costosos son las plumas, explicó, las cuales deben ser ganadas danza con danza y se utilizan de águila, faisán y guacamaya, las cuales llegan a costar poco más de 300 pesos, entonces se trata de sacar cuentas, debido a que muchos danzantes no sólo

traen una pluma en sus tocados o copillis, también mal llamados penachos “hay gente que tiene invertida una muy buena cantidad de dinero en los atuendos pero sobre todo en las plumas”.

Abundó que la manera tradicional de portar las plumas es una por cada danza que se aprende, “desafortunadamente como se ha vuelto una moda y las personas quieren pertenecer a un grupo mexica o de cualquier tipo de danza, la gente a veces tiene la lana y no se siembran su nombre o llevan poco en la danza y ya se mandan a hacer el atuendo y ya se gastaron 40 mil pesos entre el atuendo y las plumas, y no pasa nada, pero lo tradicional es que cada que te aprendes una danza te regalan tu pluma”.

Tepeyolohtli detalló que una de las puertas principales para entrar a la tradición mexica es la danza, porque es una meditación en movimiento, “era lo que hacían nuestros abuelos para conectarse con los espíritus y energías de los lugares que visitaban (...) una danza no nada más es brincar, sacudirse y sudar, porque tiene una conexión con cada paso que se da, y el significado”.

Así, explicó que los abuelos eran muy observadores de los cambios en la naturaleza y muchas de las danzas están enfocadas en el movimiento de animales, así como de los movimientos astronómicos, las energías del sol y de la tierra.

El bautismo y atuendo dentro del calpulli

Ser danzante no es sólo llegar y tener las ganas, sino que de acuerdo con las tradiciones, es necesario permanecer un tiempo dentro del círculo o calpulli para luego tener una siembra de nombre, que en la tradición es como el equivalente al bautismo, aunque el nombre de cada persona se conoce mediante el tonalamatl que determina los animales que rigen a cada persona desde su nacimiento, por los que los atuendos de cada danzante tienen que ver con el día de su nacimiento.

Para el atuendo de un danzante guerrero, abundó Medina, se requiere de unos buenos huaraches, así como unas coyoleras, que son unas semillas que se amarran en los tobillos; ello, sumado al maztla, mal llamado taparrabos, mientras que a la parte de arriba se le conoce como pectoral, ello, se acompaña de un Chimalli o escudo, o bien por ayakaxtles, que son una especie de sonajas.

Explicó que todo tiene que ver con un ritual y una ceremonia, por lo que para hacer una danza se consideran varios aspectos; así, al pegar el piso con los coyoles se cree que se rompen las energías negativas.

El sonido del tambor representa el corazón de las personas; el caracol, el viento, mientras que las flores y frutas que se colocan en la ofrenda representan la energía del planeta, o la madre tierra, como ellos le denominan, mientras que el sahumador y es así como en este tipo de danza existen los cuatro elementos.

A su vez, añadió que existen muchas cunas de la danza; algunos dicen que fue en Querétaro y otros tantos que en Guadalajara, pero en su opinión, el origen de este modo de vida es de poca importancia debido a que las personas y más los jóvenes comienzan de nueva cuenta a verse interesados por la danza.

“No importa donde sea la cuna, ni sonde sea la casa, sino que existe y que cada vez más jóvenes están interesados en conocer la cultura, porque la danza es la puerta, de ahí derivan los temazcales, los rituales que se hacen en cada centro ceremonial, así como caminatas de poder a las montañas donde también se va a danzar y se hacen cantos, la tradición es muy extensa, no solo se trata de la danza”.

Explicó que desgraciadamente no existen códices de las danzas debido a que fueron destruidos y es común que una misma danza tenga variaciones de calpulli y las personas danzan tal y como les fue enseñado, sin embargo, es importante conservar las ceremonias rituales que giran en torno a estos rezos en movimiento.

Para empezar una danza es necesaria una primera palabra, que es quien dirige el grupo; luego, le sigue la segunda que es como el segundo al mando, la tercera que es la que marca las danzas que se van a hacer, así como los topillis que ayudan a mantener el orden del grupo; también existen los que portan el caracol, los destinados a portar el agua, la tierra y el fuego, así como quienes tocan los huehuetls y los tambores y de ahí le siguen los macehuales o merecedores de recibir el conocimiento.

“Una danza es eso, te empiezas a unificar energéticamente, te limpias energéticamente, independientemente de que si sudas y haces buena condición, tu mente se limpia porque te concentras en el sonido del tambor, te concentras en los pasos de la danza, te concentras veces en los cantos (...) la danza al escuchar y sentir el tambor te va limpiando el corazón, te va haciendo más sensible, te está poniendo en la misma vibración que la naturaleza, como vibra la tierra”.

Con conmoción, Tepeyolohtli puntualizó que ser danzante es un gran orgullo porque de empezar a ser danzante y luego se comienza a conocer por completo la tradición mexica y conocer sus raíces, “ir a centros ceremoniales a conocer lo que se hacía ahí y saber que esto es parte de mi y de mi tierra me hace sentir especial, me hace sentir mágico”.

México.- El sol poco a poco deja de emitir sus primeros rayos y poco a poco hombres y mujeres se saludan en una forma muy particular, contentos de verse platican algunos pormenores mientras se colocan ayoyotes, que son las semillas que se ponen en los tobillos, paliacates en la frente y coloridas bandas en la cintura, están listos para continuar preservando las tradiciones, tal como lo hicieron sus ancestros desde antes de la colonización.

Esteban Vidal, cuyo nombre de tradición es Tezcamitl, lleva diez años danzando y es la primera palabra del calpulli Kalmekayotl, cuyos integrantes danzan cada martes y jueves en el Jardín Victoria, a pocos metros del metro Villa de Cortés.

Ser la primera palabra significa que es él quien representa a este colorido que con los pies y con los brazos hacen “rezos en movimiento” mejor conocidas como danzas y lo hacen no sólo por preservar las raíces mexicanas, sino también para agradecer la vida.

En entrevista con Notimex, Tezcamitl, que quiere decir flecha en el espejo, explicó que la danza mexica llegó en un momento oscuro de su vida y considera que esta práctica lo rescató, por lo que ahora, tras muchos años de aquello, comparte sus conocimientos y rezos no sólo a sus compañeros, sino que él, como muchos, danza para pedir energía y equilibrio para el planeta.

A su vez, recordó que fue en la década de los setentas cuando comenzaron los esfuerzos formales por preservar las danzas mexicas y se sabe que fue en el Zócalo de la capital mexicana donde nació el primer calpulli, que es una forma de organización prehispánica que hace referencia a las familias o clanes, de ahí, dijo, emanaron otros tantos y tan solo en la Ciudad de México hay al menos unos 40 registrados.

En entrevista con Notimex explicó que sin importar si son prácticas o danzas ceremoniales es necesario abrir los rumbos, que hacen referencia al norte, al sur, al este y al oeste, el primer movimiento es hacia el poniente, que es el rumbo de Quetzalcoatl, el siguiente es al poniente, cuya deidad es Xipetotec, mientras que la del norte es el Mictlampa, y la del sur Huitzilopochtli.

Esteban, quien prefiere que le llamen por su nombre de tradición, es poco elocuente, lo suyo lo suyo son las danzas y verificar que las danzas se realicen en el mismo orden en el que lo hacían los ancestros prehispánicos, él considera que esta actividad no sólo ha salvado su vida, sino que ha visto como otros compañeros que llegan al calpulli con afecciones físicas y espirituales, al conectarse con el sonido del tambor o huehuetl, logran una mejoría en su estado de salud.

Manuel Xochimeh, primera palabra del calpulli Tenayhocan Oztopolco, abundó que la danza es una práctica milenaria y se realiza desde mucho antes de la llegada de los españoles, tras lo cual permaneció oculta una vez que llegaron pero nunca se ha dejado en el olvido, “es una forma de agradecer a la fuerzas y elementos de la naturaleza que dan vida, para entender que somos uno solo con el universo”.

Una forma de vida

Para Alberto Medina, cuyo nombre de tradición es Tepeyolohtli, que significa corazón de la montaña, “ser danzante es algo maravilloso, porque rescatas algo de tu cultura, en cada danza entregas lo mejor de ti, das tu mejor esfuerzo, acabas a veces con los pies sagrados y puedes decir que es masoquismo, pero no, es algo que siente tu corazón, el ofrendar a la tierra un poco de lo que nos ha dado”.

Tepeyolohtli tiene una pequeña hija que cuida por cuenta propia y quien de la mano acompaña a su padre por el camino de las danzas, las medicinas ancestrales y las caminatas de poder y aún cuando su andar se concentró en el rumbo de la medicina ancestral que desde hace más de 15 años práctica, durante al menos unos diez años y hasta la fecha también práctica esta forma de vida.

Para él, la danza prehispánica es la puerta de entrada a la mexicanidad debido a que es lo que más comúnmente conocen las personas y la mexicanidad es todo aquello que involucra las tradiciones prehispánicas, como lo son temazcales, uso de plantas medicinales, técnicas de curación, por mencionar algunas.

“Es una forma de vivir, no es una religión ni una secta, es una forma de llevar tu vida de la forma más correcta posible”, añade.

En los años 70 se comienza a preservar este tipo de prácticas ceremoniales

Así, explicó que fue a partir de la década de los setenta cuando comenzaron los esfuerzos por preservar este tipo de danzas; y expuso que los abuelos, que son hombres y mujeres de conocimiento, señalan que el rescate de las mismas se les debe a los danzantes concheros, quienes en la época de la colonización fingían danzarle a algún santo de la religión católica para evitar la represión de los colonizadores.

Además, señaló que de acuerdo con la palabra de los abuelos, se sabe que incluso muchos enterraban a sus deidades prehispánicas abajo de los templos católicos para así danzarles a ellos y no a los santos y mantener así vivas su raíces; de ahí, explicó, comenzó la recuperación de otros tipos de danzas, como la de tradición y la guerrera mexica.

“Era una forma de conservar la danza, para no ser asesinados por los españoles, al ellos entrar a danzar al santo que los españoles tenían entonces les daban permiso que sugieran danzando”.

Así, abundó que a los tres tipos de danzantes se les puede identificar por los atuendos; así, a los concheros se les puede encontrar con una guitarra que se elabora con una concha de armadillo, con cantos y danzas le rezan a los santos de la religión católica.

En tanto que a los danzantes de tradición se les reconoce por sus coloridos trajes que elaboran a base de telas y otros materiales, mientras que los guerreros mexicas no danzan en ninguna iglesia, sino a los rumbos antes mencionados, y sus atuendos se elaboran de manera personalizada, con pieles naturales de diversos animales las cuales son seleccionadas con base en su tonalamatl, que es como una especie de carta astral pero prehispánica, por lo que es casi imposible encontrar un atuendo igual.

Un atuendo de una piel que no sea exótica, sino una piel común con costos de elaboración oscila en unos cuatro mil pesos; ello, se suma a otras inversiones como las coyoleras que deben tener 52 semillas, ayacaxtles, bandas para proteger la cabeza y el ombligo.

Lo más costosos son las plumas, explicó, las cuales deben ser ganadas danza con danza y se utilizan de águila, faisán y guacamaya, las cuales llegan a costar poco más de 300 pesos, entonces se trata de sacar cuentas, debido a que muchos danzantes no sólo

traen una pluma en sus tocados o copillis, también mal llamados penachos “hay gente que tiene invertida una muy buena cantidad de dinero en los atuendos pero sobre todo en las plumas”.

Abundó que la manera tradicional de portar las plumas es una por cada danza que se aprende, “desafortunadamente como se ha vuelto una moda y las personas quieren pertenecer a un grupo mexica o de cualquier tipo de danza, la gente a veces tiene la lana y no se siembran su nombre o llevan poco en la danza y ya se mandan a hacer el atuendo y ya se gastaron 40 mil pesos entre el atuendo y las plumas, y no pasa nada, pero lo tradicional es que cada que te aprendes una danza te regalan tu pluma”.

Tepeyolohtli detalló que una de las puertas principales para entrar a la tradición mexica es la danza, porque es una meditación en movimiento, “era lo que hacían nuestros abuelos para conectarse con los espíritus y energías de los lugares que visitaban (...) una danza no nada más es brincar, sacudirse y sudar, porque tiene una conexión con cada paso que se da, y el significado”.

Así, explicó que los abuelos eran muy observadores de los cambios en la naturaleza y muchas de las danzas están enfocadas en el movimiento de animales, así como de los movimientos astronómicos, las energías del sol y de la tierra.

El bautismo y atuendo dentro del calpulli

Ser danzante no es sólo llegar y tener las ganas, sino que de acuerdo con las tradiciones, es necesario permanecer un tiempo dentro del círculo o calpulli para luego tener una siembra de nombre, que en la tradición es como el equivalente al bautismo, aunque el nombre de cada persona se conoce mediante el tonalamatl que determina los animales que rigen a cada persona desde su nacimiento, por los que los atuendos de cada danzante tienen que ver con el día de su nacimiento.

Para el atuendo de un danzante guerrero, abundó Medina, se requiere de unos buenos huaraches, así como unas coyoleras, que son unas semillas que se amarran en los tobillos; ello, sumado al maztla, mal llamado taparrabos, mientras que a la parte de arriba se le conoce como pectoral, ello, se acompaña de un Chimalli o escudo, o bien por ayakaxtles, que son una especie de sonajas.

Explicó que todo tiene que ver con un ritual y una ceremonia, por lo que para hacer una danza se consideran varios aspectos; así, al pegar el piso con los coyoles se cree que se rompen las energías negativas.

El sonido del tambor representa el corazón de las personas; el caracol, el viento, mientras que las flores y frutas que se colocan en la ofrenda representan la energía del planeta, o la madre tierra, como ellos le denominan, mientras que el sahumador y es así como en este tipo de danza existen los cuatro elementos.

A su vez, añadió que existen muchas cunas de la danza; algunos dicen que fue en Querétaro y otros tantos que en Guadalajara, pero en su opinión, el origen de este modo de vida es de poca importancia debido a que las personas y más los jóvenes comienzan de nueva cuenta a verse interesados por la danza.

“No importa donde sea la cuna, ni sonde sea la casa, sino que existe y que cada vez más jóvenes están interesados en conocer la cultura, porque la danza es la puerta, de ahí derivan los temazcales, los rituales que se hacen en cada centro ceremonial, así como caminatas de poder a las montañas donde también se va a danzar y se hacen cantos, la tradición es muy extensa, no solo se trata de la danza”.

Explicó que desgraciadamente no existen códices de las danzas debido a que fueron destruidos y es común que una misma danza tenga variaciones de calpulli y las personas danzan tal y como les fue enseñado, sin embargo, es importante conservar las ceremonias rituales que giran en torno a estos rezos en movimiento.

Para empezar una danza es necesaria una primera palabra, que es quien dirige el grupo; luego, le sigue la segunda que es como el segundo al mando, la tercera que es la que marca las danzas que se van a hacer, así como los topillis que ayudan a mantener el orden del grupo; también existen los que portan el caracol, los destinados a portar el agua, la tierra y el fuego, así como quienes tocan los huehuetls y los tambores y de ahí le siguen los macehuales o merecedores de recibir el conocimiento.

“Una danza es eso, te empiezas a unificar energéticamente, te limpias energéticamente, independientemente de que si sudas y haces buena condición, tu mente se limpia porque te concentras en el sonido del tambor, te concentras en los pasos de la danza, te concentras veces en los cantos (...) la danza al escuchar y sentir el tambor te va limpiando el corazón, te va haciendo más sensible, te está poniendo en la misma vibración que la naturaleza, como vibra la tierra”.

Con conmoción, Tepeyolohtli puntualizó que ser danzante es un gran orgullo porque de empezar a ser danzante y luego se comienza a conocer por completo la tradición mexica y conocer sus raíces, “ir a centros ceremoniales a conocer lo que se hacía ahí y saber que esto es parte de mi y de mi tierra me hace sentir especial, me hace sentir mágico”.

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