“Hagan fotografías sencillas, pero dignas, porque así nos van a ver con el paso de los años”, aconsejó el fotoperiodista colombiano, Jesús Abad, a sus homólogos, durante una charla junto al fotógrafo mexicano, Antonio Turok.
Las miradas de ambos periodistas se encontraron en el Museo de la Ciudad, para hablar acerca de su labor en el campo de batalla, así como de la importancia de apuntar con la lente hacia los derechos humanos, aún cuando los escenarios muestren lo más atroz de las sociedades.
Con más de 20 años de experiencia documentando el conflicto armado en su país, Abad recordó que a raíz del asesinato de cerca de 20 estudiantes y profesores en su universidad, fue que decidió tomar la cámara: “me dio miedo, y afiné el ojo (…), y desde 1987 fue que determiné que era la forma en que iba a escribir la historia de Colombia”.
“Muchas de mis fotografías fueron por invitación de las comunidades, no es que yo llegara a tomar fotos: yo ya era un apéndice de las mismas comunidades”, cuenta Turok, mientras en el auditorio, se observan fotografías del levantamiento zapatista en 1991.
“Una fotografía es un acto amoroso, así sea en medio del dolor porque lo que estamos dejando son testimonios, huellas; somos notarios de la historia y (…) nuestra mirada debe estar mediada por los derechos humanos que defendemos”, afirmó Abad, un fotógrafo colombiano que por más de medio siglo, se ha dedicado a documentar el conflicto armado en su país.
A la par de la proyección de su material fotográfico, ambos periodistas coincidieron en que la fotografía es una extensión de la mirada, una labor que se hace viendo hacia los ojos de la gente, caminando largos años junto a la población, con el compromiso de documentar lo que está sucediendo en aras de su transformación.
“(Vivimos) un México muy violento, un México que duele; somos un país que no está resolviendo la relación con sus hermanos, estamos muy divididos, viviendo una situación donde hay 300 mil muertos, ¡eso es una barbaridad de muertos!; estamos viviendo un clima en donde no encontramos una salida política a nuestros problemas. México es el país más peligroso para ejercer el periodismo: 200 periodistas en los últimos dos años han muerto, y simplemente en lo que va de este año, en el nuevo gobierno, van 20 periodistas (…) Sin agregar los líderes sociales, personas que se atreven a expresar sus sentimientos, y que son perseguidos (…) eso es lo que a mí me mueve a hacer las fotografías que hago”, apuntó Turok.