Los focos rojos sobre la salud mental se han encendido en todo el mundo tras el paso de la pandemia, y es que aunque las afecciones mentales no son nuevas en las sociedad, con la crisis sanitaria se han acentuado.
Es por ello que en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, la Organización Mundial de la Salud (OMS) invita a los gobiernos a reconocer la necesidad de ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles, así como a encontrar y poner en prácticas nuevas formas de prestar esta atención a las poblaciones.
Pero, y ¿qué es la salud mental?
Según la OMS, se trata de un estado de bienestar en el que la persona es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad; en ese sentido, el individuo es capaz de generar aportaciones y contribuciones positivas a su entorno a partir de sus múltiples capacidades.
Y aunque las enfermedades mentales hoy en día siguen siendo asociadas principalmente con trastornos como la esquizofrenia, la bipolaridad y otras afecciones, es importante mencionar que existen condiciones igual de complejas, que se abren paso entre la población de manera silenciosa , como lo son la depresión y el estrés.
Música y danza-movimiento como alternativa
En Querétaro existen iniciativas independientes que buscan coadyuvar a esta situación desde el trabajo multidisciplinario, en el que no solo participa la ciencia, sino también el arte y la cultura.
Alejandra Cruz Pérez es una violinista que ha dedicado gran parte de su carrera a investigar alternativas terapéuticas desde su disciplina.
Su trabajo le ha permitido colaborar en casas de medio camino – o de reposo– en Querétaro, donde se ponen en práctica diferentes estrategias para tratar afecciones mentales como la danzaterapia, la cual consiste en el uso psicoterapéutico del movimiento dentro de un proceso que persigue la integración psicofísica del cuerpo y la mente del individuo. Se caracteriza por el uso que se hace de la danza y una serie de movimientos que sugieren al practicante la consciencia de su estado físico y el desarrollo de ejercicios para ayudar a solventar los conflictos emocionales o psicológicos con instrucciones de coordinación, rítmica, movimiento, concentración, respiración y hasta meditación.
“Es un asunto unipersonal en el que se promueve la auto responsabilidad y en el que el individuo se va dando cuenta de sus propios procesos, creando un estado de conciencia utilizando la mente y el cuerpo (…) La finalidad de esta implementación en pacientes con algún trastorno mental, ha sido ayudarles para que, junto con todo su tratamiento, puedan insertarse nuevamente en las dinámicas sociales cotidianas y poder ser autosuficientes”, refirió la instrumentista.
Además, señaló que ha trabajado con pacientes con cuadros clínicos mentales diversos y aunque eso ha un reto, asevera que le ha permitido desarrollar en la música,una vía de relajación, inspiración y remanso emocional para ellos.
“Tratar con personas que están bajo un tratamiento, bajo otro tipo de estrés y bajo otra realidad, te abre otros panoramas y te permite hacer conciencia sobre la salud mental y cómo podemos aportar algo”, refirió.
Bell Art hacia la salud mental
Junto a su cuarteto de cuerdas Bell Art, la especialista ha generado también estrategias musicales específicas, tanto para coadyuvar a la salud mental de la población como para atender a públicos específicos y desmitificar las enfermedades mentales.
“Esta apertura nos ha llevado a trabajar en casas hogar, con pacientes psiquiátricos, ir a comunidades e incluso tocar en los reclusorios (…) Creemos que esto nos enriquece en nuestro desarrollo como músicos, pero también nos permite hacer una aportación social y llevar un poco de música a personas en situaciones vulnerables”, compartió Alejandra Cruz, quien en el año 2018 fue condecorada con el premio “Mujer TEC”, en la categoría de arte y cultura por su labor.
Sobre la salud mental y su tratamiento en el país, la investigadora afirma que todavía queda mucho trabajo que hacer.
Actualmente, en México existen 51 centros integrales de salud mental; 32 hospitales psiquiátricos y 54 villas de transición hospitalaria, muchos de los cuales son de corte privado, por lo que aún es un sector que demanda de infraestructura para atender el total de pacientes.
“Sí hemos evolucionado en materia de salud mental, pero aún tenemos bases muy primitivas, pero al hablar de estos temas, exponerlos y hacer que la gente sepa que existen y están entre nosotros, se van rompiendo poco a poco los tabúes (…) En Querétaro no contamos realmente con instituciones que estén dirigidas al sector de la salud mental y las pocas iniciativas que dan apoyo o acompañamiento psicológico o psiquiátrico, son privados”, lamenta Cruz Pérez.
Si bien, este año el tema de la salud mental tiene connotaciones intrínsecas respecto a la pandemia, es un buen momento para hacer conciencia sobre los impactos individuales y colectivos que genera la atención a estas temáticas de las que nadie está exento; es fundamental hacer que desde lo colectivo, se comience una reestructuración y una sanación social, con ayuda de la empatía, la conciencia, la información y la solidaridad, ante un panorama de crisis e incertidumbre, apunta la investigadora.
